DESPEGUE EN FORMACIÓN CON GARRA CELESTE Y BLANCA
- Luis Alberto Briatore
- 9 abr 2022
- 6 Min. de lectura
Estar parado sobre los pedales, con un motor que brama al girar en el máximo de sus posibilidades, 8400 vueltas. Inyectores que pulverizan JP1 a una cámara de combustión que llega a una temperatura de 690 grados centígrados. Son dos signos inequívocos de que estamos a punto de despegar.
Con las manos aferradas a los comandos de vuelo, el cuerpo pasa a ser un hilo conductor de una tremenda furia, la que es expresada con tanta naturalidad por un Mirage, previo a la partida.
Un batido amplio de comandos nos da la certeza que los elevones están libres de movimiento, y también, que las presiones hidráulicas, observadas en los indicadores, se mantienen en valores normales ante un esfuerzo extremo, confirmando con esta serie de chequeos que todo está OK.
Ya estamos listos para saltar velozmente al medio en el que más sabemos movernos con plena libertad, el aire. Son instantes en que la ansiedad incita solo a pensar en volar combate aire-aire, cabina con cabina y a pura “G”.
Inmersos dentro de una burbuja de cristal, rodeado de tres señores motores Atar 9C5 que empujan al máximo, mientras las ruedas se mantienen ancladas por la acción de los frenos ubicados en el tren principal, hacen que el cuerpo del piloto de combate sufra una metamorfosis. El comienzo de un estremecimiento ante una vibración que penetra hasta en la fibra más íntima, apoderándose por completo de un alma guerrera.
Se trata de una sensación extremadamente excitante por cierto, difícil de expresar en palabras, la que genera adrenalina en su máxima pureza.
Un sonido ensordecedor se transforma en la melodía que deseamos escuchar por siempre, la que retumba en una pequeña y mágica caja de resonancia, me refiero al habitáculo de un cazador de pura raza, pequeño espacio a la medida de nuestra humanidad, al que llamamos comúnmente cabina o cockpit.
Último chequeo
Un trío de cascos alineados en una perfecta diagonal, esperan la bajada de una imaginaria bandera a cuadros. Antes de que eso suceda, el número 3, un experimentado Jefe de Sección, clava la vista en el fuselaje del Numeral 2, el más inexperto de la escuadrilla. Las miradas se cruzan. Con el dedo índice, el Jefe de Sección, señala al 2, que parte del avión está siendo inspeccionada en ese preciso momento, describiendo con la punta del dedo, el lugar donde están apuntando sus ojos, los que buscan una casi imposible novedad (pérdida de combustible, hidráulico o aceite).
Finalizada la pormenorizada revisión, levanta el pulgar con el puño cerrado.
El Numeral 2, repite idéntico chequeo, y al verificar que todo está bien en el avión que está chequeando, finaliza la revisión con la típica seña de OK.
Ahora le toca al Líder, el que en tercer lugar, repite el mismo ritual, lo hace sobre el único avión ubicado a su lado izquierdo, el Numeral 2. Al girar la cabeza, comprueba visualmente que todo marcha a la perfección, y se apresta mentalmente para partir.
Se viene lo mejor
La escuadrilla se encuentra lista para salir. Tres brazos izquierdos extendidos están tomando la empuñadura del acelerador, comando que se encuentra posicionado en pleno gas seco, con un motor al 100% de revoluciones por minuto.
El numero 1 al girar la vista al frente, observa que la pista esté libre de sorpresas, y a continuación, golpea la frente con la palma derecha abierta, para luego, bajar la cabeza enérgicamente. No es más que una señal ejecutiva, la de liberar los frenos para los dos primeros aviones, dando inicio a un coordinado y frenético, despegue en formación.
En una milésimas de segundo y con el avión rompiendo inercia, el Jefe de Escuadrilla, con mucha propiedad llamado Líder, quiebra hacia afuera el acelerador, pasando a la posición de PC Mini.
Ante un torrente de combustible inyectado desde una serie aros concéntricos ubicados en el canal PC, la espalda se hunde en el respaldo del asiento eyectable, acusando el incremento de empuje, el que se ve reflejado visualmente por una tobera convertida en un soplete, el que despide de manera homogénea, un chorro de fuego que se prolonga unos 10 metros detrás del vistoso, y a la vez, ruidoso Delta.
La vibración en el ambiente se hace mayor, esto sucede cuando conectan la postcombustión. El Líder, avanza el acelerador con decisión a la posición PC Maxi, para luego reducirlo un cuarto de su recorrido, buscando darle margen de empuje al Numeral 2, permitiéndole efectuar correcciones que le permitan formar correctamente.
Carrera de despegue
Ni bien rompe inercia el Jefe de Escuadrilla, la atención se divide en dos campos visuales, separados por un ángulo de 90 grados.
Con giros rápidos de cabeza, verifica mantener el eje recto de desplazamiento a lo largo de pista, lo hace, casi sin utilizar frenos, trayectoria que debe mantenerse inalterable. Al mismo tiempo, observa al Numeral que lo imita a la perfección, ubicándose lateral, a un par de metros y apenas retrasado.
Con el rabillo del ojo, el Guía capta que las balizas pasan cada vez con mayor rapidez, y que la aguja del velocímetro se mueve sin detenerse en sentido horario, acusando una importante aceleración.
Las ruedas abandonan el piso
A 10 nudos de dejarla faz de la tierra, el Líder suavemente levanta la rueda de nariz. La reacción del Numeral no se hace esperar. Haciendo un uso adecuado de la sustentación adquirida por el ala del Mirage, lo saca limpio del piso, quedando formado sobre el plano del Guía, con las ruedas ya en el aire y todavía girando.
Los triángulos voladores apenas separados por pocos metros, quedan alineados en un mismo plano y listos para limpiar aerodinámicamente sus esbeltos fuselajes de impurezas aerodinámicas.
Con los dos bólidos en el aire, el Líder levanta el dedo índice con el puño cerrado y baja la cabeza con determinación. Ambos pilotos sacan la mano izquierda por un instante del acelerador, y mediante un rápido manotazo, logran subir la tecla que acciona la retracción del tren de aterrizaje, en un primer paso eléctricamente y luego por intermedio del sistema hidráulico 1.
La pareja de Deltas experimenta un imperceptible corcoveo, esto sucede mientas el fuselaje se fagocita a las largas patas del tren de aterrizaje. Mientras esto sucede, el indicador de tres luces verdes de tren abajo y trabado, se va apagando por completo, acusando una correcta retracción.
Libre de un fierrerío que rompía una bella estética, los Mirage ya con un fuselaje totalmente limpio, carecen de un impedimento que les permita acelerar con plena libertad, como un misil con alas triangulares.
El vuelo se transforma en un desplazamiento suave, y a la vez, extremadamente veloz.
Aceleración
Antes de que la aguja del velocímetros toque los 300 nudos, el experimentado Líder, a la vista del Numeral que está pegado a él, con la palma de la mano izquierda abierta, repite un movimiento hacia atrás, ordenando sin emitir una sola palabra en frecuencia de radio, la reducción de empuje, señal inequívoca de retroceder el acelerador a PC Mini.
Acto seguido, el número 1 baja la cabeza con un movimiento claramente visible, indicando el corte definitivo de la innecesaria postcombustión, acción que posibilita bajar el consumo de combustible de manera apreciable.
Reunión
Mientras la sección de Mirage perfectamente formada, va acelerando buscando la velocidad óptima de ascenso, unos rápidos 450 nudos / 833 km/h, el Guía de la formación, coloca con suavidad un viraje de 30 grados de inclinación.
Con los planos inclinados, no hace más que facilitar el acercamiento controlado del Numeral 3, el que se acerca por el lado de adentro del viraje, utilizando el camino más corto y una velocidad relativa no mayor a 20 nudos con respecto a los 450 nudos mantenidos por el avión Guía.
La armónica aproximación tiene lugar manteniendo el mismo plano del Líder, y con un ángulo de inclinación levemente superior a los 30 grados, en un acercamiento que se presenta controlado y coordinado.
Al Guía no se le pierde un detalle de lo que está sucediendo. Levantando apenas la vista, observa al Numeral 2 por el espejo retrovisor izquierdo, y luego girando la cabeza a la derecha, supervisa como el Jefe de Sección aproxima por adentro del viraje, acortando distancia, mostrando apenas la parte inferior del ala (intradós).
El avión del Jefe de Sección va aumentando de tamaño. Por la cercanía, ya se distingue el casco con el visor oscuro que lo apunta de manera directa. A medida que se acerca, los ángulos de inclinación de los tres Deltas se van igualando, pasando a verse del avión que aproxima, solo la parte de arriba del ala (estrados), indicios de una controlada y perfecta “reunión”.
En unos minutos la escuadrilla logra reunirse y formar un gran triángulo de tres Mirage equidistantes, momento en que el Guía quita suavemente el viraje para dirigirse al sector de vuelo, mientras va ganando altura.
En el día de la fecha, el plan de vuelo indica, un movido tema de acrobacia en formación. Se trata de una expresión máxima de destreza y coordinación en vuelo. Les espera la ejecución en serie de diferentes maniobras acrobáticas, donde los tres volarán uniformemente como si fuesen un solo avión, a cargo de un director de orquesta, el curtido Jefe de Escuadrilla.
Aprendizaje continuo
Hemos disfrutado de una pieza más del rompecabezas que conforma un complejo y exigente adiestramiento, el que le va dando forma al deber ser de un piloto de combate, “estar siempre listo para defender a la Patria cuando sea necesario”, cumpliendo un juramento irrenunciable.
Por todos aquellos que en tierra o surcando un cielo celeste y blanco, hacen posible la custodia del espacio aéreo soberano, gritemos bien fuerte:
VIVA LA PATRIA
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