EL GLORIOSO “ESCUADRÓN FÉNIX”
- Luis Alberto Briatore

- 13 nov 2021
- 5 Min. de lectura
Los aeronáuticos se han unido, porque esa es la ley primera
Los argentinos somos muchas veces protagonistas de hechos muy difíciles de comprender e imaginar para el que nos observa desde fronteras afuera.
Este fenómeno deriva de un ADN único y que nos hace muy distintos al resto.
Si debemos cumplir con un objetivo determinado y se nos presenta un inconveniente que lo impide, de alguna manera salimos adelante, logrando llegar a la meta, aunque no contemos con las herramientas necesarias para lograrlo, explotando al máximo principalmente, la creatividad y el ingenio.
Es parte de nuestro ser una forma muy especial y a la vez bonita de vivir y compartir la amistad, lazos que se demuestran efusivamente, lo hacemos entre medio de fuertes abrazos y diferentes muestras de afecto.
Por lo general entre compañeros somos muy solidarios y nos jugamos el uno por el otro.
Le ponemos mucha garra y pasión a la práctica de cualquier deporte.
Cuando emigramos a otro país a trabajar como profesionales o en un oficio determinado, somos buscados por concluir lo que comenzamos aun ante la adversidad, aunque no se cumplan diferentes condiciones necesarias.
En el ambiente aeronáutico, fiel a un estilo, en tierras australes durante la guerra en el año 1982, sucedieron un sinnúmero de hechos inéditos y pocas veces vistos en las anteriores guerras contemporáneas. En esta oportunidad focalizaremos la atención en una de estas rarezas, la que nos llena de orgullo a los aeronáuticos gauchos.
Entre las innumerables circunstancias especiales y actos heroicos escritos con letras de oro en la historia de la gesta por la recuperación de nuestras Islas Malvinas, sobresale, la participación incondicional de la aviación civil argentina en operaciones aéreas durante la guerra, con una actuación catalogada como descollante.
Origen y composición del “Escuadrón Fénix”
En 1982, los hombres convocados para recrear esta unidad se auto bautizaron Fénix. La idea les nació al considerar lo efímero de su existencia. Desaparecerían en tiempos de paz y cobrarían vida, nuevamente, cuando la defensa de la nación lo requiriese.
Fue un grupo de valientes con un fuerte sentimiento por defender lo nuestro, el que se presentó de manera espontánea al percibir que había que contribuir con la defensa de la soberanía. Nos estamos refiriendo a hombres alados, sin preparación para intervenir en forma directa en un conflicto armado.
La insistencia arrastrada por un sentimiento patrio, dijo presente en un ofrecimiento de apoyo a la Fuerza Aérea Argentina, en la difícil tarea de enfrentar a un enemigo hasta ese momento invencible.
El Escuadrón Fénix quedó conformado en los últimos días de abril de 1982 y de inmediato desplegó en las distintas bases de la Fuerza Aérea Sur. Fueron, nada más ni nada menos, que treinta y cinco aeronaves pertenecientes a empresas privadas, estatales e instituciones como la Policía Federal Argentina. Los pilotos civiles tomaron estado militar incorporados a este escudaron con el grado de alférez.
Este glorioso escuadrón estaba integrado por un heterogéneo grupo de aviones ejecutivos con performance de navegación similares a los de combate, en su mayoría perteneciente a distintas empresas. Comenzando por el Hawker Siddeley HS-125 de la empresa YPF; Lear Jets 24, 25 y 35 de empresas tales como Loma Negra, DAHM Automotores, Editorial Sarmiento, Terrabusi S.A., Banco de Italia y Río de la Plata, Banco de Intercambio, Bunge y Born, Aeromaster y Orué S.A. También, un Cessna Citation C-500, un Mitsubishi MU 2/60, un Metro Merlin III, un Turbocomander, un Aerostar 600 y algunos helicópteros. A estas aeronaves deben sumarse los Lear Jet pertenecientes a la Fuerza Aérea Argentina.
La aviación civil también tuvo su bautismo de fuego
Uno de esos valientes, aquel 1° de mayo, un piloto nacido en el Reino Unido, llamado Jimmy Harvey, al mando del Lear Jet 24, LV-JTZ, de la empresa Orue S.A., integró la primera escuadrilla mixta aviones civiles y militares. Ese día memorable cumplieron la primera misión de diversión, llegando hasta unas cercanas setenta millas náuticas al noroeste del Estrecho de San Carlos.
A partir de aquí, participaron en misiones de distinto tipo. Esta fue una actitud admirable y nunca imaginada por el enemigo, que es parte del rompecabezas que permite explicar lo inexplicable para el mundo ajeno a los gloriosos colores celeste y blanco.
Una participación incondicional y muy efectiva, la que daba respuesta a un tremendo interrogante que se murmuraba por aquellos tiempos en el mundo entero: ¿Cómo con tan poco hicieron tanto?
La aviación “puso toda la carne en el asador”
A la Fuerza Aérea Sur se sumaron gran cantidad de pilotos y mecánicos civiles, y de fuerzas de seguridad, los que arriesgando su vida cumplieron un número importante de misiones heroicas, en un gesto enorme, el que como argentinos nunca debemos olvidar.
Este gran escuadrón, bautizado en el año 1978 como “Fénix” ante la amenaza de conflicto con Chile por el Canal de Beagle, resurge cuatro años después, en la Guerra por nuestras Islas Malvinas, lo hace como el ave que lleva su nombre, cumplimento diferentes tareas:
1. Estas aeronaves se animaron con astucia a pinchar los lóbulos radar de las modernas y temibles fragatas inglesas. Incursiones que fueron cumplidas sin contar con un receptor de alerta radar o también llamado, RWR (Radar Warning Receiver), acercándose hasta las mismas narices de la flota colonialista a ser derribados sin posibilidades de sobrevivir.
En estas misiones simularon ser aviones de combate, táctica que llamamos en nuestra jerga guerrera, “maniobras de diversión”. Engañaban y confundían al enemigo invasor con insistencia, provocando una situación de alerta permanente. Fueron una verdadera pesadilla para el enemigo, causando un desgaste excesivo en las tripulaciones, manteniendo a raya al componente aéreo inglés. Obligaban a la permanencia de aviones interceptores enemigos en el aire ininterrumpidamente, debiendo ubicar Patrullas Aéreas de Combate o comúnmente llamadas PACs, en una mayor cantidad de posibles corredores de entrada.
Distracción en el plano táctico, la que permitió a nuestros aviones de combate portadores de armamento lanzable, ingresar por cuadrantes más desprotegidos al dirigirse en vuelo bajo hacia a los objetivos navales.
2. También cumplieron misiones de exploración y reconocimiento lejano.
3. Por contar con precisos sistemas de navegación, guiaron con exactitud a muchas escuadrillas hacia los blancos navales hasta un determinado punto de retorno, en cercanías de los objetivos.
4. Volando a gran altura, servían como retransmisores en vuelo, brindando información sensible a nuestros aviones de combate, mientras estos volaban al ras del agua.
5. Brindaban información meteorológica actualizada en ruta, apoyando a las distintas escuadrillas antes y después de atacar los objetivos asignados.
6. Suministraban información estratégica, contribuyendo a actualizar el cuadro de situación de la inteligencia aérea operativa.
7. Efectuaron tareas de búsqueda y salvamento de tripulaciones derribadas.
8. Navegaron con persistencia en misiones de patrullaje marítimo mar adentro y a lo largo de la extensa costa del mar argentino.
9. Transportaron pasajeros y heridos entre distintas bases.
10. Suministraron material bélico vital desde las aéreas logísticas con destino a las bases aéreas de operación.
11. Etc.
Sin formación ni entrenamiento militar alguno, pilotos y mecánicos, a puro coraje y valentía, conducidos por personal de la Fuerza aérea Argentina, este grupo de patriotas aglutinados en el “Escuadrón Fénix”, a medida que fue avanzando el conflicto, se ganaron el respeto a fuerza de protagonismo, al comprobarse la efectividad y ayuda primordial suministrada H-24 a la Fuerza Aérea Sur.
En siete cortos días continuaremos con la segunda parte de este testimonio histórico que nos llena de orgullo.








Comentarios