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¡EL SECRETO MEJOR GUARDADO!

  • Foto del escritor: Luis Alberto Briatore
    Luis Alberto Briatore
  • 17 oct 2020
  • 6 Min. de lectura


Si consultamos sobre el significado de la palabra “camaradería”, el diccionario indica: “Vínculo amistoso o de respeto que forjan las personas con intereses o afectos en común”.

Es un término que tiene su origen en el Ejército Español  que data del Siglo XVI: “Camaradería era la estrecha amistad entre Soldados y Oficiales que vivían en la misma cámara”.

Por aquellos tiempos la Cámara tenía entre otras funciones, el de hacerse cargo del testamento en caso de fallecimiento en combate de uno de sus integrantes, como así también, de distintas responsabilidades personales no asumidas por la organización del Ejército.

Las Cámaras solían estar integradas por un Capitán y cinco o seis Oficiales, y también por tropa, en igual número de Soldados.


La idea de este concepto puede estar asociada al término compañerismo, pero para los aeronáuticos argentinos es  algo diferente, a los que nos identifica una particular manera de ejercitarla.

La consideramos como parte de la idiosincrasia institucional. Puedo afirmar que es un sello distintivo dentro del manejo en  las relaciones interpersonales, virtud llevada a la práctica en el trato cotidiano y también, en históricos actos de valentía, gracias a un sólido lazo de compromiso, respeto y solidaridad.

Disfrutando por muchos años de una hermosa carrera militar haciendo soberanía desde el aire, pude comprobar que la camaradería es componente primordial en el obrar y sentir aeronáutico.

Muchos erróneamente la confunden con la amistad, relacionándola exclusivamente a un nexo solo afectivo, ¡Y no es así!  Estamos hablando de algo con una mayor relevancia y profundidad. Se trata de un vínculo extremadamente fuerte, íntimamente ligada al actuar, donde ni la jerarquía, ni el sexo, ni la especialidad, ni la experiencia es lo que prima. Tampoco distingue el puesto que ocupemos, ser superior o subordinado, el estar en tierra o en vuelo.

Empujados por la camaradería luchamos codo a codo hacia un mismo objetivo. La ejercemos compartiendo un ideal por el que somos capaces de darlo todo, sin pedir nada a cambio.

Desde afuera de la institución, a veces es difícil de percibir la verdadera dimensión de este lazo invisible e indestructible, el que se pone a prueba en situaciones donde corre riesgo la vida, es allí cuando tomamos verdadera conciencia de la magnitud y lo que representa.

Facilita  que un grupo mantenga el mismo rumbo, sin necesidad de recordar o controlar el estricto cumplimiento del deber.

Es tan mágico y reconfortante que hace más sencilla la aceptación de nuevos miembros a un equipo de trabajo, integrándolos al grupo, bridándole confianza, sin pagar como muchas veces sucede un innecesario derecho de piso.

La institución está impregnada de una sana camaradería, es algo real, palpable. La disfrutamos cuando confiamos en el otro, cuando solucionamos un problema al subalterno, o actuando sin esperar una retribución. Así lo sentimos y debe ser vivida, reemplazando el egoísmo por el trabajo en equipo.

El buen camarada es un valioso elemento en la organización  y debemos cuidarlo, le ofrecemos lo mejor porque sé que él, llegado el momento, se jugaría la vida por cualquiera de nosotros.

Lo que corre por nuestra sangre, va más allá de lo profesional y se esparce hacia el núcleo familiar. Aplicable a todos los ámbitos; en una misión operativa, en un festejo, trabajando en una planificación, enseñando, volando, por dar solo algunos ejemplos.

Logra estrechar relaciones, sin envidia, sin rencores, sin ventajas, sin falsedad y con  respeto. Intenta alcanzar la excelencia con humildad, manteniendo bien alto una jerarquía de valores aprendida desde el ingreso en la Escuela de Aviación Miliar, “DIOS, PATRIA, HOGAR”.

No nos tuteamos, tomamos mates juntos disfrutando del trabajo mientras cumplimos una responsabilidad, compartimos distintas vivencias apoyándonos en buenos y malos momentos, damos y recibimos consejos, mantenemos una relación de respeto, ayudamos y protegemos al que lo necesita, en definitiva, “somos buenos camaradas”, actitud de una estrecha relación con ese tan sabio dicho: “La unión hace la fuerza”.

En el fragor del combate y cuando se pone en riesgo la vida, es muy difícil pensar en la Patria, no así cuando tenemos la mente fría, donde es posible con más nitidez visualizar ese gran ideal. En lo coyuntural, la camaradería surge de manera espontánea, en el mismo momento de tomar decisiones y al entrar en acción,  cuando debemos  actuar de inmediato.

Estamos hablando de algo instintivo, un gesto de grandeza que actúa en silencio, el que aparece sin ni siquiera pensarlo, buscando un solo objetivo, el bien común.

Proteger al compañero cuando se encuentra en una situación de peligro, dar el alerta por el lanzamiento de un misil a quien le cubro la espalda, indicarle desesperadamente al Numeral que cierre fuerte por derecha porque le está entrando un bandido por la cola para derribarlo, una orden de eyección al Alumno que cae descontrolado y acaba de superar la altura de seguridad.   En infinidad de situaciones críticas, la toma de decisiones es directamente influida por la camaradería. Refleja el estado puro de un vínculo inquebrantable y distinto a una relación de amistad.

En 1872 José Hernández escribió el poema narrativo “El gaucho Martín Fierro”, el que dentro de la  sabiduría popular deja muchas enseñanzas. Consejos para la vida de un personaje de ficción que por cierto ha vivido.  Citaremos al más conocido de estos versos gauchescos, el que guarda una estrecha relación al tema que nos estamos refiriendo, penetrando en lo social, moral y personal.

"Los hermanos sean unidos porque ésa es la ley primera, tengan unión verdadera, en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean los devoran los de ajuera".

La Camaradería fue un factor determinante en la proeza que nadie en el planeta creía posible, haciendo frente a los desalentadores pronósticos de un enemigo que se presentaba como imbatible.

Fue una apreciación errónea del enemigo, la que solo puso énfasis en una ecuación matemática, sin tener en cuenta un factor determinante; ¡Nos subestimaron, desconocieron nuestra principal arma!, de la que no existían registros, por no haber sido comprada a ningún poderoso, porque fuimos, somos y seremos los que la generamos.

El factor decisivo se encontraba dentro del corazón de mujeres y hombres, en los que por sus venas circulaba sangre celeste y blanca. La guerra transcurrió en un ambiente de pura y noble camaradería, cumpliendo un juramento tácito, “el de cuidarnos y protegernos como si de hermanos se tratara”.

Como fiel testimonio del vínculo que contribuyó al logro de la hazaña Malvinense,  leeremos palabras de alguien que  logró expresar con autoridad moral y propiedad lo que sucedió en 1982, acciones patrióticas que mucho tienen que ver con este vínculo.

Carta del as de la Segunda Guerra Mundial Pierre Clostermann, dirigida a los pilotos de combate argentinos que participaron en el conflicto de 1982


A vosotros, jóvenes argentinos compañeros pilotos de combate quisiera expresaros toda mi admiración. A la electrónica más perfeccionada, a los misiles antiaéreos, a los objetivos más peligrosos que existen, es decir los buques, hiciste frente con éxito.

A pesar de las condiciones atmosféricas más terribles que puedan encontrarse en el planeta, con una reserva de apenas pocos minutos de combustible en los tanques de nafta, al límite extremo de vuestros aparatos, habéis partido en medio de la tempestad en vuestros “Mirage”, vuestros “Etendard”, vuestros “A-4″, vuestros “Pucará” con escarapelas celestes y blancas.

A pesar de los dispositivos de defensa antiaérea y de los SAM de buques de guerra poderosos, alertados con mucha anticipación por los “AWACS” y los satélites norteamericanos, habéis arremetido sin vacilar.

Nunca en la historia de las guerras desde 1914, tuvieron aviadores que afrontar una conjunción tan terrorífica de obstáculos mortales, ni aun los de la RAF sobre Londres en 1940 o los de la Luftwaffe en 1945.

 Vuestro valor ha deslumbrado no sólo al pueblo argentino, sino que somos muchos los que en el mundo estamos orgullosos que seáis nuestros hermanos pilotos.

A los padres y a las madres, a los hermanos y a las hermanas, a las esposas y a los hijos de los pilotos argentinos que fueron a la muerte con el coraje más fantástico y más asombroso, les digo que ellos honran a la Argentina y al mundo latino.

 ¡Ay!: “La verdad vale únicamente por la sangre derramada y el mundo cree solamente en las causas cuyos testigos se hacen matar por ella”.

Pierre Clostermann

¿Quién fue?

Piloto de aviación militar francés, as de la Segunda Guerra Mundial, además de escritor, fue ingeniero y político. En 432 salidas de combate, Pierre Clostermann derribó 23 aviones enemigos, en su mayoría cazas, y 5 más probables, además de haber destruido 225 camiones, 72 locomotoras o vagones, 5 tanques y 2 buques torpederos. Muchas referencias le acreditan entre 29 y 33 victorias aéreas que probablemente incluyan sus “victorias en tierra” (aviones destruidos en los aeródromos, no en vuelo) que no eran reconocidos por la RAF.

Por todos aquellos que entregaron su vida en bien del servicio y defendiendo a la Patria, ejemplos de excelencia profesional que marcaron con sangre, sudor y lágrimas el camino hacia la más pura “Camaradería”, gritamos con toda la fuerza del alma; “NO HAY QUIEN PUEDA”.



 
 
 

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