Esquivando a la muerte Parte 1
- Luis Alberto Briatore

- 20 jun 2020
- 10 Min. de lectura
Al despedirme de Mendoza lo hacía con una excelente experiencia, contaba con casi 1.500 horas de vuelo totales y una mochila llena de pergaminos: Jefe de Sección de Sabre F-86F, Jefe de Sección en Mirage M-IIIC y también Instructor de la Escuela, todo logrado dentro del prestigioso Grupo IV de Caza. Con el pase a Tandil, volvía a la interesante y rápida ala delta, esta vez, en otra cuna de héroes, la gloriosa VI Brigada Aérea, Tandil. La nueva Unidad hacia poco más de 1 año que había agrandado la familia miragera con la incorporación de los M-IIIEA, sumando 2 nuevos Escuadrones, y también, filosofías de vuelo distintas, la israelí y la francesa, dándole un valor agregado adicional a este importante destino.
Si bien el pase aseguraba una plaza como Piloto del Grupo 6 de Caza, no sabía en qué especialidad lo haría, ya que la decisión no dependía de mi voluntad. ¿Sería bombardero o interceptor?, caminos diferentes en aviones similares. Sin que lo supiera, el dilema estaba resuelto antes de llegar.
Al llegar, rodeado de una pila de manuales, comenzaba a interiorizarme acerca de los detalles del M-IIIEA, pasando a formar parte del bando de la Caza Interceptora, portando el llamativo y característico pañuelo verde.
Rápidamente, una vez aprobados los exámenes de rigor, comencé la adaptación a un Delta similar pero con algunas diferencias. La inserción al nuevo Escuadrón fue muy práctica y operativa, en pocas palabras, sin vueltas ni misterio, ¡como corresponde!
Con el pasar de las semanas el novato caza interceptor avanzaba sin inconvenientes aprendiendo los gajes de la especialidad. Lo más atractivo era el alto porcentaje en salidas de combate aéreo, tema de vuelo que por lejos era el que más disfrutaba, como sucede con la gran mayoría de los Pilotos de Caza.
En poco tiempo comencé a recordar lo aprendido en Mendoza en el Escuadrón 55, volviendo a agarrarle la mano al mítico Delta. El Mirage M-IIIEA se diferenciaba en varios aspectos con el pariente del Medio Oriente: mayor autonomía al contar con más combustible interno, un poco más pesado con un centro de gravedad que lo hacía más estable y una aviónica más moderna, donde funcionaba todo. Se trataba de un modelo superior al M-IIIC, además, este viejo guerrero venia de un uso muy intensivo, a diferencia del M-IIIEA adquirido 0KM, comprado en su momento full equipamiento y armamento, el mejor camino para adquirir un avión de combate.
El nuevo paisaje donde se desarrollaba el vuelo, difería totalmente del anterior destino. De volar sobre un desierto y navegar entre medio de las montañas más altas de América, a ver desde el aire un manto verde con suaves ondulaciones, matizado con unas erosionadas y pintorescas sierras bajas, paisaje contenido por una pampa infinita. Aquí resultaba difícil encontrar referencias para ubicarse, detalle no menor, que exigía una adaptación.
Pasando a la vida personal, al llegar a Tandil no conocíamos a nadie, pero gracias a una esposa extrovertida y 2 niñas pequeñas muy inquietas que disfrutaban una temprana infancia junto a sus papis, fue muy sencillo adaptarnos a una de las ciudades más lindas del país.
El departamento era hermoso, hasta teníamos loza radiante, la que nuca pudimos usar por lo terriblemente bajo que era nuestro sueldo. Una verdadera incoherencia, volaba un avión de millones de dólares, y en un momento la paga no superaba los 30 dólares al cambio del momento, detalle que no nos quito para nada la felicidad familiar, es más, nos unió mucho, la peleábamos como podíamos, situación que le dio mayor valor a los logros alcanzados en aquella hermosa época. Padecíamos algunas limitaciones económicas, como toda la comunidad militar, las que fueron neutralizadas con un hogar lleno de amor, un compacto grupo humano y una Brigada con instalaciones hechas a medida para que disfrute la familia aeronáutica.
Llevaba unos pocos meses volando y logré integrarme sin problemas al grupo de experimentados caza interceptores. Gracias a la continuidad en el vuelo, alcancé el dominio casi total del avión en pocos meses.
Un plantel de Pilotos numeroso, más de 100, la gran mayoría había volado en la guerra, otro detalle enriquecedor. El Grupo 6 de Caza estaba formado por 2 Escuadrones por Sistema de Armas, donde la interacción y rivalidad entre primos era más que interesante, y en algunas ocasiones divertida.
Un vuelo inesperado
En la mañana lunes 23 de mayo, luego de revolcarnos en un turno de combate aire-aire, al pasar por Operaciones y anotar los datos del vuelo que acababa de concluir, observo en el plan de vuelo que estaba previsto para volar 1º turno de nocturno esa misma noche. Esta buena noticia indicaba un par de hechos que rompían con la rutina. El primero de ellos, una siesta obligatoria, buscando el necesario descanso para enfrentar con mejores armas a la desafiante noche y segundo, la cena no era en casa, por un regreso al hogar en el inicio de la madrugada.
Una vez finalizado el debriefing del vuelo de la mañana, aviso a casa que volaba por la noche, que era como decir hasta mañana.
Antes de almorzar, el Oficial de Operaciones indica que en 10 minutos tenía que reunirme con el Jefe de Escuadrón, orden que cumplo puntualmente.
Luego de golpear la puerta y recibir la invitación de ponerme cómodo, en frente tenía a un combatiente de la guerra por nuestras Islas Malvinas, un hombre apasionado por el combate aire-aire. El Mayor antiguo luego de darme un buen apretón de manos, comenta que por la tarde debía presentarme 1 hora más temprano de la prevista para el breifing del vuelo nocturno, la causa, cumplir con un pasaje en vuelo bajo sobre una ciudad ubicada en el Sudeste de la Provincia de Buenos Aires, llamada Tres Arroyos, zona conocida como la fábrica de cúmulos ninbus, situada en las cercanías de la costa bonaerense.
Por aquellos días, era un novato miembro del prestigioso Grupo 6 de Caza. La conversación comenzó buscando la creación un ambiente ameno. Antes de ir al grano, este guerrero malvinero aprovecharía el encuentro para hablar de temas relacionados a lo profesional, y también, de la situación familiar. Buena costumbre que tienen normalmente los buenos jefes, buscando conocer más a los subordinados y su entorno familiar, principalmente cuando se encuentran en un periodo de adaptación. Lo más positivo de esta actitud, sucede cuando se enteran de algún problema personal, en el que se involucran de inmediato para solucionarlo. Estoy hablando de lo que llamamos, un buen superior, el que siembra una buena y sana camaradería, detalle importante que fortalece y hace indestructibles las relaciones interpersonales y empatía. El vínculo generado, juega y mucho al momento de afrontar situaciones extremas cuando llega el momento de jugarse la vida. Así son las virtuosas relaciones humanas en nuestra querida institución.
Luego de unos 15 minutos de charla a solas, sentado frente a un profesional con todas las letras y héroe de Malvinas, el Mayor antiguo pregunta pausadamente: ¿Sabe porque va a Tres Arroyos?, respondiéndole ante algo que ni había podido llegar a razonar por lo reciente de la noticia, ¡le contesto, que no! Comentando a continuación: ¡Le cuento! El 1º de mayo de 1982, tuve una de las oportunidades más importantes de mi vida profesional como Piloto de Combate, la de participar en el bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina, fue algo inolvidable e histórico a la vez. Aquel día, con el típico nerviosismo de los momentos previos a una misión real, salimos con el indicativo “Toro”. Era un integrante más, de las conocidas “Avutardas Salvajes”. Despegamos en las primeras horas de la mañana. Las condiciones de visibilidad se presentaban pésimas. A mi lado, un Teniente bien cazador, aguerrido y con poca experiencia en el Dagger, aspecto que mejoraba con una actitud de valentía.
Aquella mañana, un intenso bombardeo inglés castigaba de manera severa las posiciones terrestres. Al encontrarnos próximos a la isla, el Radar de Puerto Argentino nos guía directo hacia una Sección de Harriers, a los que enfrentamos. A poca distancia de los aviones enemigos, al Numeral le lanzan un misil todo sector Sidewinder “L”, el que por fortuna no hace impacto. Sin llegar a entrar en combate cerrado, volvemos y luego de algunos problemas en el regreso durante la aproximación, aterrizamos con mínimo combustible.
A esta altura ya sabía exactamente quién era el Numeral en esa misión. Continuando el relato con un ritmo de voz pausado, como si se tratara de un padre que le contara un cuento a su hijo, mientras saboreaba de manera elegante un rubio, prosigue: Este aguerrido Teniente, que participo en 5 misiones durante la guerra, un día como hoy, 23 de mayo, como integrante de la Escuadrilla “Puñal”, junto a otras 2 Escuadrillas, “Daga” y “Coral”, despegaron de San Julián. En esta primera oleada pudieron partir un total 7 M-V Dagger, todos se dirigieron al mismo objetivo naval, una fragata inglesa que cumplía la función de piquete radar, situada a unas 20 millas al Norte en la Entrada del Estrecho de San Carlos, sensor que guiaba a los Harriers que esperaban pacientes volando en PACs, al asecho ante la entrada de los aviones argentinos en vuelo bajo, momentos antes de atacar a los distintos buques de la flota británica.
A todo esto, no podía creer que un guerrero protagonista de semejante epopeya, la que sorprendió al mundo entero, se dedicara en privado a describir misiones heroicas cara a cara ¡Un excelente regalo para un joven cazador!
Continuando con el relato: Al escuchar por radio la inminente interceptación por parte una Patrulla Aérea de Combate inglesa, los “Puñales” se ven obligados a eyectar las cargas tratando de escapar. El Teniente Héctor Ricardo Volponi que se encontraba a 1 milla detrás del Líder, al mando del M-V matrícula C-437, es alcanzado por un Sidewinder “L”, lanzado por un Harrier desde el sector trasero, explotando en la zona de la tobera. El Dagger se desintegra rápidamente a muy baja altura, situación que lamentablemente impide la eyección del Piloto.
Justamente hoy se cumple el 6º Aniversario en que ofrendó la vida por La Patria el Ten Volponi, motivo por el que celebran un oficio religioso en la ciudad que lo vio nacer.
Esta es la causa del pasaje que debe hacer a las 18 hs en punto sobre la Catedral de Tres Arroyos, ubicada en el medio de la ciudad, solo debe seguir la avenida principal, ¡imposible que confunda la dirección del pasaje! Va solo y el despegue esta previsto para las 17:30. Llega justo con el crepúsculo y se vuelve navegando nocturno, hace un par de circuitos de pista en Tandil con el combustible remanente y con el mínimo fuel, aterrizaje final.
Luego de un impresionante y sentido relato, solicito autorización para retirarme del despacho. Le aviso al Jefe de Escuadrilla acerca del vuelo y de inmediato comienzo a planificar la navegación. Una vez que trazo la ruta y lleno la precomputada con la información necesaria, me dirijo a dejar presentado el plan de vuelo, partiendo rumbo al almuerzo. Luego de saborear un típico postre aeronáutico, banana con dulce de leche, salgo del comedor en dirección a la habitación, donde reposaría por un par de horas.
Finalizada una apacible siesta, llegó en primer lugar al Grupo 6 de Caza, ya que el resto se presentaba 1 hora después. Pregunto la meteorología, la que por fortuna se presentaba sin problemas. Leo la matricula en el plan de vuelo, y en 15 minutos me encuentro caminando en un atardecer frio hacia la Primera Línea de M-IIIEA. Un monoplaza, el I-011 con 2 tanques de 500 litros, esperaba listo para cumplir la noble tarea.
Por la hora, no hubo necesidad de utilizar linterna para hacer la inspección exterior, pues el sol todavía estaba lejos del horizonte.
Bufanda tejida por la patrona enroscada al cuello, camiseta de mangas largas con cuello, calzoncillos largos, medias gruesas y una abrigada campera, formaban parte del atuendo ideal buscando mantener una buena temperatura corporal, de una cabina helada.
Mientras acomodaba los arneses con los guantes colocados, chequeaba las luces, luego bomba de hidráulico de emergencia, y ya con el casco puesto, pruebo las radios y solicito puesta en marcha.
El M-IIIEA, arranca de una, emitiendo de inmediato una hermosa y reconfortante melodía. Rápidamente, el arbolito de Navidad formado por las de luces de cabina, la mayoría de color rojo, se van apagando a medida que los distintos sistemas comienzan a cobrar vida. Al conectar la totalidad de los equipos, estamos en condiciones de iniciar los chequeos rutinarios. Todo funciona a la perfección. En segundos cambia completamente el panorama del panel de fallas, no se observa ni una luz encendida, todo está funcionando y en servicio.
Una vez autorizado a rodar rompo inercia, y como era el único avión en marcha en todo Tandil, todo lo que solicitaba a la Torre de Control era autorizado sin demora.
En pleno rodaje, el Director de Vuelo pasa las velocidades de control para el despegue y en un par de minutos ingreso a pista. Luego de dar motor chequeo parámetros, efectúo un amplio batido de comandos en toda su extensión y al recibir el autorizado el despegue por parte de la Torre de Vuelo, rompo inercia, conectando la postcombustión.
Ante la baja temperatura, el Mirage acelera más de lo habitual. En minutos estoy en el aire rumbo a la desconocida y no tan lejana ciudad de Tres Arroyos.
Como sucede durante el invierno, el M-IIIEA ascendía como un misil. En poco tiempo nivelo a 25.000 pies / 7.620 metros, nivel bajo para navegar en este avión. La corta distancia que nos separaba con la ciudad de Tres Arroyos obligaba a nivelar antes de lo habitual.
Carta visual en mano, comparando constantemente las referencias visuales del terreno y asociando las marcaciones de los equipos de navegación, estaba perfectamente ubicado.
Por primera vez sobrevolaba esta ciudad, el motivo principal, hacia poco tiempo que recorría estos lares.
El sol cayendo por el Oeste rayaba el horizonte, señal que se acercaba rápidamente el crepúsculo, comenzando una paulatina degradación de las condiciones visuales.
Con la ciudad a la vista, inicio el descenso llevando el acelerador a ralentí. El reloj marcaba las 17:50, 10 minutos distaban del momento exacto del pasaje. El tiempo daba para hacer un reconocimiento de zona y luego lanzarme hacia a la corrida final, cumpliendo la orden del Jefe de Escuadrón.
El sol se escondía en el medio de la inmensa pampa, en pleno crepúsculo las luces de la ciudad comenzaban a encenderse, en el preludio de una noche fría y despejada.
Desde las alturas, ayudado por las luces, se observaba perfectamente la avenida que llevaba a la iglesia, en una ciudad que no llegaba a los 50.000 habitantes.
A 3 minutos del tiempo previsto, lanzo al Mirage en un furioso descenso, zambulléndome desde las alturas con una media vuelta sobre el ala bajando la velocidad, para luego pasar a un invertido, a lo Piloto de Stukas.
Me lanzo con rumbo del pasaje, el motor se encuentra a pleno, el Delta inmerso en un aire denso, frio y a nivel del mar, forman un cóctel de condiciones que favorecían una rápida aceleración. La aguja del velocímetro se movía rápidamente hacia el campo de la alta velocidad.
La mejor manera de homenajear a nuestro Héroe Nacional, era con un furioso y estruendoso vuelo bajo, el que debía ser escuchado dentro de la iglesia y también, en todo Tres Arroyos. La mejor fórmula para lograrlo sumaba 2 ingredientes esenciales: velocidad elevada y un motor a las máximas vuelta, rugiendo a pleno ¡En un homenaje de estas características había que esforzarse al máximo!
Entro a la corrida final justo a tiempo. Todo parecía muy fácil, la avenida principal de Tres Arroyos totalmente iluminada en un ambiente crepuscular. Las 2 hileras de luces indicaban el camino correcto hacia el lugar de la celebración religiosa. Las punteras de alas arañaban las luminarias, a sabiendas que una avenida no presenta obstáculos peligrosos en la parte central. La velocidad se acercaba a los 600 nudos / 1111 km/h. En momentos que estoy por llegar al punto exacto, ¡pasa lo peor!
En 7 cortos días podrán saber que paso!












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