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ESQUIVÁNDOLE UNA VEZ MÁS AL PELIGRO PARTE 2

  • Foto del escritor: Luis Alberto Briatore
    Luis Alberto Briatore
  • 27 jun 2020
  • 11 Min. de lectura



Algo terrible sucede de repente

La luz solar se extinguía detrás del horizonte despidiendo al atardecer. Concentrado en mantener el centro de una senda de luces similar al balizamiento de pista. Puntos blancos en ambos laterales pasaban cada vez más rápido, los que casi se unían en una perfecta línea por efecto de una increíble velocidad. En el preciso momento que estoy por pasar por el punto exacto, la Catedral de Tres Arroyos ¡Pasa lo peor!

Al nivel de mis ojos, en un tamaño importante, sorpresivamente aparece una antena. Uno de los enemigos letales del vuelo bajo. Adornada en el extremo superior con una tenue luz roja.

La trayectoria indicaba rumbo directo de colisión a una velocidad de acercamiento impresionante. La estructura de metal a semejante velocidad, actuaría como una hoja de afeitar sobre el esbelto fuselaje, era necesario modificar la trayectoria de inmediato.

Instintivamente pego el palancazo, llevando el comando de profundidad hacia el abdomen en un solo movimiento. ¡Instante en que me preparo para el peor desenlace!

El imprevisto obstáculo metálico se encontraba demasiado cercano para esquivarlo según mis cálculos.

El cronometro de la incertidumbre largaba tiempo, camino hacia una aventura casi imposible de superar, con un final totalmente incierto.

En milésimas de segundos pierdo el conocimiento totalmente.

Ante un episodio tan violento, la enorme cantidad de “G” instantánea provoca un efecto lógico y cercano a lo letal: vaciar de sangre el cerebro.

El suministro combustible rojo que alimenta a los 5 sentidos se había cortado por completo, ingresando al mundo de la seminconciencia.

El vuelo pasa a transformarse en una terrible pesadilla, donde cada segundo se transforma en un minuto. Comienzo a navegar sin rumbo en la oscuridad total, introduciéndome en las tenebrosas tinieblas.

El Mirage entra en una de las peores e inesperadas situaciones, llamada en la jerga aeronáutica: “porpoising”. Actitud a la que ingresa el avión inducida solo por el Piloto. Sinusoide descripta en el aire, la que sin transición alguna, logra transportar mi alma cazadora a las manos de Dios.

Una moneda comenzó a elevarse girando en el aire, la velocidad era tal que no se alcanzaba apreciar ninguna de las caras. En una estaba representada la vida y en la otra la muerte. Se trasladaba en una prolongada parábola por el espacio, cayendo a un abismo sin fin.

Dormido en el cockpit, transportado por un triángulo que rozaba los tejados, sin tener conciencia de lo que sucedía.

La velocidad superaba unos frenéticos 1100 km/h. Un bólido que se desplazaba dentro de una masa de aire gélida, comandado mediante movimientos que eran solo impulsos desesperados a fuerza de instinto. Lapso interminable, donde sufría la privación del sentido que necesitaba con más desesperación, el de la vista.

La única guía percibida por un cuerpo muerto, era sentir el efecto de la “G”. La masa corporal fluctuaba como una gelatina dentro de una burbuja de cristal que la contenía. Pasaba de estar aplastado contra el asiento, a pegar con el casco violentamente contra el techo de la cúpula. Las oscilaciones sucedían sin poder determinar la cantidad exacta. Instantes tan horribles, los que nunca podré borrar de mi mente.

Definición

de “porpoising”: “Oscilaciones sostenidas e incontrolables” que resultan de los esfuerzos del Piloto para controlar la aeronave. Ocurren cuando inadvertidamente ordena una serie cada vez mayor de correcciones en sentido opuesto y sin lograr en ningún momento el control del avión.

Al aplicar un factor de carga imposible de ser resistido por el ser humano, el cerebro pierde el control de la vida, situación que induce a una pérdida de conocimiento casi total.

Desde el primer momento, como solo ella lo sabe hacer, entra en acción la “Virgen de Loreto”. Imagen que por algo lucen todos los tableros de instrumentos de los aviones de combate de la Fuerza Aérea Argentina. Con una voz misericordiosa y en el momento indicado, al perder el conocimiento, dice: ¡MÍO EL AVIÓN!Instante en que caigo suavemente depositado en sus brazos, lugar donde fui protegido solo por unos segundos, los que resultaron interminables y cruciales. Instantes donde la vida pendía de un hilo muy fino.


La fortuna de estar siempre protegidos

Como solo lo sabe hacer ella, tomó las riendas de un Delta descontrolado, rescatándolo de una muy comprometida situación, haciéndolo con la maestría típica de una virgen protectora y sobre todo, “bien cazadora”.

Transportado por un recuerdo lejano, retrocedo en el tiempo a la Escuela de Aviación Militar.

Los Cadetes antes de irnos a dormir, ya acostados, buscando el descanso merecido luego de una ardua jornada, rezábamos todas las noches. Lo hacíamos todos juntos y en voz alta, al unísono recitando la “Oración del Día”. Estaba dirigida a la Virgen María, y al finalizar, le pedíamos a nuestra Patrona la Virgen de Loreto: ¡“Ruega por nosotros”!

Infinidad de rezos fueron pasando durante muchos años, acompañados de una fuerte devoción hacia ella. Desde aquellos días de Cadete, la abrazamos con tanta fuerza a nuestra hermosa Patrona, que nunca la dejamos ir. Desde aquellos días, está presente en cada vuelo, protegiéndome noche y día.

Como este y otros episodios riesgosos en vuelo, tenemos la oportunidad de charlar cara a cara con “El Barba”, saliendo casi siempre indemnes de situaciones extremadamente complicadas. Esta es una cabal prueba de la fe transformada en cuidado para todos los Pilotos de esta celestial princesa.

Desenlace inesperado


Desconociendo por cuánto tiempo tuvo el control del Mirage nuestra Patrona, despierto al parecer, luego de un largo sueño. La cabeza se encontraba caída e inclinada hacia el lado diestro, la mano izquierda tomando el acelerador y derecha firme, apretando la empuñadura de la palanca de comandos.

Al abrir los ojos luego de un indefinido letargo, rápidamente capto una serie de novedades bajo los efectos del sabio instinto de supervivencia, el que comenzaba a funcionar eficientemente al 100%:

· Al abrir los ojos percibo estar volando en medio de una semioscuridad. Lo hacía sobre el campo, en lugar de una zona poblada, última imagen antes de ver a la antena, el Mirage navegaba sin destino, a mayor velocidad y con una leve actitud de ascenso, manteniendo por fortuna las alas niveladas. El terreno aparecía difuso y sombrío, en momentos que el giróscopo mental comenzaba a alinearse, buscando ubicarse.

· ¡Capto algo anormal! la luz color ámbar de postcombustión mínima estaba encendida. Compruebo la posición del acelerador, y efectivamente había pasado a ese rango de potencia, movido inconscientemente por la mano izquierda ante las oscilaciones violentas que lograron conectarla involuntariamente. De inmediato la corto y coloco una actitud de ascenso mayor buscando alejarme del terreno y bajar la velocidad, que en ese instante se acercaba al vuelo supersónico.

· Al observar el indicador de “G”, quedo totalmente impactado. Dato que permitió entender, imaginar y justificar los efectos de la situación que acaba de dejar atrás. El instrumento marcaba prácticamente los límites hasta se donde podían desplazar las agujas: (+) 11 y (-) 3 “G”.

· Por último, paso a chequear los distintos sistemas, los que se encontraban afortunadamente en los parámetros permitidos.

Al salir del shock inicial, comienzo a sentir las secuelas de un cuerpo maltratado. Un dolor tremendo invadía las cervicales. El chicotazo inicial con un casco de 3kg, más el peso del cráneo, multiplicado por 11 “G”, hizo que la columna a la altura del cuello, se flexionara hasta el tope del recorrido permitido, temiendo en aquel momento de confusión por un posible daño interno. Comienzo a tocar la zona afectada buscando algo que diera una pista del origen que ocasionaba tremendo dolor, sin poder logarlo.

De a poco iba cayendo a la realidad, se trataba de una milagrosa salvación. En el ascenso sigo buscando novedades, trato de detectar ruidos extraños y algún otro problema surgido de las terribles y violentas oscilaciones.

Con los 5 sentidos totalmente recuperados, coloco rumbo a Tandil y continúo con los chequeos.

Transitaba por un momento difícil, con un alma muy herida y al mismo tiempo asustada.

Una vez nivelado, con una luna llena que trepaba desde el horizonte, pasa algo lógico. Como suele suceder en los casos donde uno camina al borde del precipicio que separa la vida y la muerte, comienzo el típico momento de reflexión, el que no debía perturbar por nada del mundo el dominio de la máquina.

Pensaba en la familia. Aparecía en una mente perturbada, la última imagen al partir de casa bien temprano: de mi esposa embarazada y de las 2 niñas pequeñas mientras dormían en sus coloridas camitas.

Estaba pasando un momento difícil de sobrellevar, acordándome en este duro momento y con mucha fuerza que Dios existe. Navegaba como podía de regreso a Tandil, rezando y dando gracias de estar vivo.

Al iniciar descenso, aunque sobraba combustible para practicar un par de circuitos, por el esfuerzo estructural sometido al resistente y noble Mirage, sumado a las condiciones psicológicas imperantes, solicito final directa y aterrizaje ¡Solo deseaba de una vez por todas tener los pies sobre la tierra!

Transcurría el descenso y ante un punzante dolor, reiteradamente palpaba el cuello buscando el origen de la dolencia. Tormento que completaba el combo de padecimientos que debía tratar de olvidar al momento de mantener el control.

Con una pista perfectamente iluminada y algunos aviones volando en la zona, apelando a la máxima concentración, aterrizo sin novedad.

Una vez con los pies sobre la tierra, luego de abrir la carpeta del avión, escribo en términos técnicos como fue superado el límite estructural del Mirage e informo al personal de mantenimiento lo sucedido, los que posteriormente retiran al I-013 para revisión de los testigos de sobre “G”, tarea ejecutada al día siguiente.

Como atenuante ante semejante esfuerzo estructural, el avión no tenia combustible en los tanques pendulares de 500 litros y la violenta maniobra había sido con planos nivelados, condiciones de simetría.


¡Había que informar lo que había sucedido!

Como ocurre en cualquier actividad, cuando pasa algo fuera de lo normal hay dar la novedad de inmediato.

Al entrar al Grupo 6 de Caza, busco al Jefe de Escuadrilla, y al encontrarlo relato en forma resumida lo ocurrido. Sin perder tiempo, de inmediato nos dirigimos al despacho del Jefe de Escuadrón.

Como era su costumbre, sin hacerse mucho problema, el aplomado Mayor antiguo, ya con muchas cicatrices en el lomo curtido por otros hechos de este tipo y peores aun, escucha el relato de un Piloto joven, preocupado y algo asustado.

Con espíritu de grandeza y logrando aplacar de manera rápida la preocupación que me invadía, comienza por reconocer varios desaciertos en la orden dada. Decía: ¡De los errores todos aprendemos, lo importante es procurar no repetirlos en el futuro!

El motivo del pasaje honrando a un Héroe era muy importante, pero las condiciones para hacerlo debían haber sido evaluadas con anterioridad, enunciando a continuación una serie de sabias conclusiones:

· Los pasajes a baja altura deben hacerse en condiciones diurnas con buenos parámetros de visibilidad, y no en el crepúsculo, algo que no nos percatamos al aceptar el justificado pedido.

· En este tipo de vuelo bajo sobre una ciudad, en tierra se debe encontrarse un Piloto que chequea todos los detalles del pasaje, el que debe estar en contacto directo con la Sección o Escuadrilla, coordinando todos los detalles y es quien oficia de móvil brindando los datos necesarios a los aviones en vuelo. En Tres Arroyos no teníamos a nadie con un equipo de radio para cumplir con esa importante función.

· La mínima unidad de combate son 2 aviones y en un pasaje se debe respetar el mismo criterio.

· Una planificación previa mediante distintos relevamientos y coordinaciones es siempre necesaria para no encontrarnos con sorpresas que nos pueden costar caro innecesariamente, y no la hicimos correctamente.

· El voluntarismo no es amigo del vuelo, esta salida fue un pedido hecho muy sobre la hora y no hicimos el análisis previo correspondiente, aunque el motivo era totalmente justificado y muy noble, se trataba del homenaje a uno de nuestros, un verdadero héroe y Piloto del Grupo 6 de Caza.

· El último palo era para el subscripto: Si las condiciones de visibilidad no son las ideales, no hay que pasar tan bajo, entiendo el deseo de satisfacer de un joven Piloto de Caza, pero la vida vale más que un simple pasaje.

Al finalizar la imprevista reunión, el Jefe de Escuadrón mientras nos damos fuerte la mano, expresa: “Estos hechos a veces pasan, lo importante es hacer lo posible para que no se repitan”.

Al separarse ambas manos diestras, luego de estar unos segundos fuertemente apretadas, la primera frase que emito, es solicitar retirarme a ver a mi familia.

En esos momentos era lo único que deseaba. Es algo instintivo, cuando uno sobrevive a una situación límite, lo único que deseamos es ver a los seres queridos y unir los cuerpos con esos fuertes abrazos de oso. Era exactamente lo que deseaba en ese momento.


Volviendo con la añorada familia

Pasando por alto la cena perfectamente organizada, como sucede siempre después del nocturno en el Grupo Aéreo. Una pequeña parrilla desbordaba de ricos pollitos esperando la finalización del último turno de vuelo.

Por un motivo más que justificado, parto sin despedirme de nadie hacia un hogar que no espera la llegada temprana del Papá.

Al entrar al departamento en la oscuridad, lo primero que hago es ir a ver a las nenas que estaban ya dormiditas, lo hice con una actitud como si fuese a observarlas por última vez, y luego a mi amada esposa, a la que luego del encuentro no dejo de sujetarla fuerte entre unos brazos que iniciaban un proceso de gran desahogo.

Luego de unos instantes en silencio, inicio la conversación confesando el hecho en el que casi pierdo la vida.

Esa fue una noche difícil, no pegue un ojo. La cabeza insistía en repetir una y otra vez la imagen de la antena frente a mis ojos, y también, el momento que logro despertarme luego del “porpoising”.

A primera hora del día siguiente partí al médico. El dolor persistía con la consabida preocupación de poder seguir volando. Luego de una odiosa espera, la radiografía mostraba una rectificación cervical leve, algo muscular por la bajada abrupta de la cabeza por el efecto de las 11 gravedades instantáneas. Por fortuna, la lesión solo requería reposo por una semana y unas sesiones de fisioterapia.

A medida que pasaba el tiempo, sabiendo que no tenía daño físico y no estaba comprometida la posibilidad de seguir volando, la mente se concentró en otras prioridades no atendidas con anterioridad.

Una de las preocupaciones a esa altura de los acontecimientos, donde lo personal había sido superado exitosamente, era tener noticias sobre el estado del castigado Mirage, el que había resistido estoicamente el embate de la enorme cantidad de “G” aplicada, saliendo airoso, al evitar el impacto contra la dura antena.

Por algo el fabricante continúo construyendo este clásico modelo en infinidad de versiones, y lo hizo por mucho tiempo. Un fuselaje y unas alas fuertísimas, que se fueron repitiendo en distintos modelos de Mirage con mínimas modificaciones.

Luego de los chequeos efectuados por el Grupo Técnico 6, el avión rápidamente entró en servicio al no presentar daños estructurales, y en un par de días más, estaba estacionado como uno más en la Primera Línea de Vuelo, un ítem menos, buscando alcanzar la tranquilidad total.

Otro detalle pendiente, era saber más sobre la antena que intento truncar una joven vida.

Haciendo inteligencia a destiempo, averiguo que la avenida por la que volaba en dirección a la Catedral, era interrumpida por una plaza, superada esta manzana llena de arboles y algunas edificaciones, continuaba con el trazado en una misma dirección. En ese lugar se encontraba la iglesia, y a pocos metros a un costado, la elevada columna metálica.

Por esas casualidades de la vida, unos años después, el 11 de noviembre de 2003, día en que inauguraron el monumento con el que la ciudadanía de Tres Arroyos rindió homenaje a nuestro héroe, tuve oportunidad de estar frente a frente ante el recordado obstáculo, contra el que casi pierdo la vida.

El peligro siempre está cerca nuestro, solo hay que saber evitarlo

Surcando un cielo que nos dio todo, desde la felicidad de poderlo navegar, hasta el conocimiento y la experiencia para lograr dominarlo. En este mundo donde nos alejamos de la tierra en infinidad de oportunidades, es inevitable vivir un sin fin episodios de riesgo, desde donde se desprenden una serie anécdotas, la que son guardadas en el cajón de los gratos recuerdos. Existe otra categoría, la que incluye situaciones cuando las cosas se ponen demasiado feas, y en segundos se define nuestra permanencia en la tierra, las que no son tan gratas de recordar.

La salvación llega desde un par de direcciones. En algunas situaciones la pericia juega un papel preponderante, y en unas pocas, generalmente las más difíciles de superar, el salvavidas viene directamente desde arriba.

Ocasiones únicas, en las que llegamos a ver la delgada línea entre la vida y el más allá. Experiencias que nos marcan, y que actúan de catalizador para lo que queda de nuestras vidas, en una profesión donde no todo es un lecho de rosas.

Pasaron muchas cosas en ese atardecer bonaerense, sin que nadie se diera cuenta de todo lo sucedido en aquel cielo oscuro a bordo de un espejismo hecho avión.

Lo importante fue rendir homenaje como correspondía, y los presentes, lo percibieron sin darse cuenta de nada raro. Todo fue gracias a un pasaje rasante muy ruidoso, que este grande de la aviación militar argentina, disfrutó y aplaudió con mucha alegría desde el cielo.

Lo llaman “Lince”, indicativo de vuelo del valiente y joven 1º Teniente Héctor Ricardo VOLPONI, quien tripulando el Dagger C-437, con el indicativo Puñal 2, durante la segunda misión del día 23 de mayo de 1982, intentando detener a los invasores, atacándolos desde el cielo helado de nuestras Islas Malvinas, entregó su vida por nosotros y por La Patria, convirtiéndose desde aquel día en un “Héroe Nacional”, como muchos otros, a los que nunca debemos olvidar.

Por este ejemplar cazador argentino, al que miramos en lo alto de un cielo celeste y blanco, le rendimos honor eterno, gritando con fuerza una de las frases que más le gustaba: “NO HAY QUIEN PUEDA”



 
 
 

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