
🇦🇷EYECCIÓN EN PRIMERA PERSONA🇦🇷
- Luis Alberto Briatore

- 6 ago 2022
- 13 Min. de lectura
🇦🇷EYECCIÓN EN PRIMERA PERSONA🇦🇷
Luego de casi completar un exigente vuelo de prueba por un reemplazo de motor, en el que llegue a volar a unos interesantes 16000 metros de altura en medio de la estratosfera, burbuja de aire donde el cielo se ve más azul y se llega a apreciar la curvatura de la tierra. Deslizándome a unos rápidos 2200 km/h, llegando hasta un elevado 1.8 de Mach, velocidad en la que el fuselaje está cerca del límite de temperatura estructural.
A esa altura del vuelo, era consciente que había llegado la hora de iniciar el descenso, lo debía hacer obligado por el escaso combustible, luego de un uso prolongado de la post combustión con un consumo de unos 200 litros de JP1 por minuto.
Desde el océano inicié la última etapa de este siempre desafiante y no tan cómodo vuelo, lugar propicio para romper la barrera del sonido por encontrarme sobre agua, superficie inhabitada, donde el estruendo tipo bomba no afecta a ningún ser vivo.
Mirando al continente y cortando la costa de manera perpendicular, comencé a bajar. En primer lugar saque frenos de vuelo, y a posteriori corté la postcombustión, única manera de desacelerar con rapidez, y pasar a vuelo subsónico, ya que es condición con menos de 1 de Mach, apuntar la nariz hacia la tierra.
Sobre tierra firme y con 6000 metros de altura, inicié los chequeos de parámetros de los distintos sistemas, verificando que cada ítem previsto en la “lista de vuelo de prueba por cambio de motor”, estuviese en tolerancia.
A continuación, tocaba ejecutar maniobras con “G”, llegando hasta el límite estructural con motor al 100% de empuje, últimas comprobaciones de un reactor que funcionaba a la perfección.
A esta altura del vuelo, ya con poco combustible, solo quedaba efectuar el chequeo sobre el último ítem de la lista, el del tren de aterrizaje.
A velocidad reducida respetando las limitaciones de extensión del tren, con 240 nudos / 445 km/h, extendiendo la mano izquierda bajando la palanca de tren. Espero el sonido característico que se produce al salir las tres patas de adentro del fuselaje, el que es acompañado de un movimiento que percibimos corporalmente, ante un importante cambio aerodinámico que sufrido por el avión por una modificación de la configuración aerodinámica.
🇦🇷Algo malo estaba por venir🇦🇷
¡Con preocupación, percibo que no sucede nada de lo que acabo de mencionar!
Un silencio inesperado invadió el pequeño habitáculo que ocupaba en soledad, evidencia de que ningún componente del tren había bajado.
La prueba más contundente de la falla, era que las luces de las tres patas de color verde y tapas del tren de aterrizaje de color rojo, permanecían todas apagadas.
Pasado unos pocos segundos la sorpresa pasó a mayores, apareciendo un segundo problema, la luz roja de fallas se enciende, acompañada de una molesta señal sonora de alarma, la que silencio de inmediato.
Observo con preocupación, que la luz de Hidráulico 1 comenzaba a parpadear, para luego quedar encendida permanente Al observar el manómetro la aguja cae a la izquierda, signo de una baja sustancial en la presión del sistema hidráulico 1.
A esa altura del vuelo, no había dudas que me encontraba en apuros, o mejor dicho, en emergencia de hidráulico, sistema que actúa como la sangre que le da vida al avión. Es el que permite que diferentes mecanismos y superficies vitales se muevan, las que se relacionan principalmente al gobierno del avión y otros componentes de importancia, uno de ellos es el tren de aterrizaje, el no había bajado.
Como sucede siempre que estamos en emergencia, sin perder tiempo, comunico por radio lo que está sucediendo al Director de Vuelo, piloto de seguridad, el que se encuentra en la Torre de Vuelo supervisando y brindando asistencia cuando permanecen aviones Mirage en vuelo.
🇦🇷Sistemas redundantes que permiten una segunda opción🇦🇷
Reporto baja presión del hidráulico 1 y comunico que procedo a bajar el tren por el sistema de emergencia. Opción alternativa, que en teoría nunca falla.
Con la palanca de accionamiento normal abajo, tiro decididamente de la manija que baja el tren de aterrizaje en emergencia ¡Y sucede lo inesperado, o mejor dicho, lo que nunca hubiese deseado!
El silencio nuevamente se apodera del cockpit, determinando un agravamiento serio la emergencia.
Las luces de tren, tanto las que indican patas como tapas, seguían apagadas. A esta compleja situación, se sumaba algo nuevo, suena por segunda vez la alarma, esta vez por baja presión en el sistema hidráulico 2.
Luego de silenciar el molesto sonido de una bocina que no quería escuchar nunca más, permanece encendida la luz del segundo y último sistema hidráulico disponible.
Casualmente, el accionamiento del tren de emergencia utiliza presión del circuito 2 de hidráulico, motivo por la que el tren de aterrizaje tampoco pudo ser bajado por el sistema de emergencia, lo que sucedía por culpa de la falta de presión.
A partir de este momento, el avión tenía comandos y podía permanecer en vuelo, gracias a un depósito de 9,5 litros de hidráulico, pergeñado por el fabricante para abastecer al sistema hidráulico 1, ante una pérdida por rotura de una cañería en ambos sistemas, y yo, casualmente me encontraba encuadrado en este caso.
🇦🇷Una preparación a conciencia para resolver emergencias🇦🇷
En los aviones de combate, hay poco margen para la improvisación. Todo lo anormal está escrito en los procedimientos de emergencia, ítems que estudiamos de memoria y recitamos como una poesía, ya que en vuelo y en plena emergencia, resulta imposible abrir una libreta o manual para poder leerlos.
Hasta ese momento, podemos decir que ya había desojado varios pétalos de una marchita margarita. A esta altura de la emergencia, solo quedaba un paso, aunque ya sabía que no bajaría el tren. Lo único que hice, fue seguir obedientemente al pie de la letra lo que indica la libreta de emergencias del avión.
🇦🇷Preguntas y sus respectivas respuestas🇦🇷
Pregunta: ¿El Mirage puede aterrizar sin tren?
Respuesta: ¡Está prohibido!
Pregunta: ¿Por qué?
Respuesta: Al aterrizar con una actitud 6º de nariz arriba, la primer parte del avión que hace contacto con el piso es la cola, lugar donde se aloja un tanque de combustible, el que ante la fricción a más de 300 Km/h sobre el concreto, puede provocar desde un incendio hasta una explosión de magnitud.
Una causa más que suficiente para la prohibición del aterrizaje sin tren.
🇦🇷Una sola carta por jugar🇦🇷
De acuerdo al enunciado de esta emergencia, hasta aquí, era eyección mandatoria. El procedimiento previsto, y como maniobra de último recurso, indicaba: Acelerar a 380 nudos / 690 Km/h y cerrar colocando 7.3 g.
Cumplir con este último paso era cómo hacer un looping o rizo. Esta maniobra tenía como finalidad, destrabar el tren a fuerza de “G”, en el caso de encontrarse en una posición de extensión intermedia. Reconocía perfectamente que este no era el caso, a esta altura la situación era irreversible.
Respetando lo que estaba escrito, efectué la maniobra sobre la Torre de Vuelo y a la vista de un público selecto, el de toda la VI Brigada Aérea. Maniobra bastante violenta, la que fue ejecutada en varias oportunidades. Fueron cinco oportunidades en las que hice esta especie de rizo. Como era de esperar, ninguna tuvo éxito. En realidad, siempre supe que nunca iba a bajar el tren, por encontrarse dentro de su alojamiento trabado por unos fuertes ganchos. Solo cumplía con el deber de ejecutar lo que estaba escrito esperando un milagro, el que nunca sucedió.
En otras palabras, no quería dejar dudas sobre el cumplimento de los procedimientos establecidos por el fabricante, aspecto a evaluar durante la investigación del accidente, resultado que me enteraría, solo si lograba salir vivo de esta engorrosa situación.
Normalmente las eyecciones se deciden en segundos, y el piloto no tiene mucho tiempo de pensar lo que se viene. Este fue un caso atípico. Estuve casi 20 minutos volando sabiendo que me iba a eyectar, situación que trajo sus consecuencias. Un desgaste psicológico realmente importante, y hasta podría decir, cruel.
En ese difícil momento, pasaban por la cabeza imágenes y pensamientos recordando a mi amada familia, barajando la posibilidad de no verlos nunca más, situación en la que es imposible no romper en un llanto a solas.
De acuerdo a secuencia de acontecimientos, sabía que el final de la película terminaba en eyección, causa por la cual, esta fue la peor etapa de lo vivido.
Como era de esperar, de repente se encendió la luz de mínimo combustible. Indicación que limitaba drásticamente la permanencia en este querido avión, al que por nada del mundo quería abandonar.
Había alcanzado el momento al que ningún piloto quiere llegar, debía abandonar este esbelto y rápido guerrero, un M-5A Mara.
🇦🇷Rumbo a lo desconocido🇦🇷
Informo a la torre de vuelo que voy a proceder a eyectarme. Coloco viraje con rumbo hacia la zona de eyección controlada, sector que evita una caída sobre población, sin que se produzcan daños a personas.
Manteniendo una velocidad de 270 nudos o 500 Km/h y una altura de 3.000 pies o 900 metros, siguiendo al pie de la letra los pasos del procedimiento escrito, ejecuto algo muy desagradable para cualquier piloto, “corto el motor”.
Era la primera vez que dejaba de sentir ese impactante rugido generador de empuje en el cielo a bordo de un Mirage, y lo hacía solo porque lo indicaba la emergencia, ya que el motor funcionaba perfecto.
Todo lo que acontecía era muy extraño. La imagen del impacto de la cabeza del teniente “Goose” contra la carlinga del F-14 Tomcat, el que muere antes de caer al agua durante la eyección, en la memorable película “Top Gun”, había quedado grabada a fuego en mi mente. Desde aquel lejano momento, sentado frente a una pantalla gigante, había decidido que a mí no me sucedería lo mismo en caso de salir expulsado desde un avión de combate !Y así fue!
Con el avión cayendo como un piano, lo primero que hice, fue eyectar la cúpula. Tire con energía de la palanca metálica que acciona el cartucho eyector, provocando su expulsión.
Al escuchar una potente detonación, desapareció el cascaron transparente protector. Un fuerte olor a pólvora momentáneamente invadió la cabina. De allí en más, el Mirage se trasformó en un convertible descapotado que caía sin parar. Sentía el sonido del viento que pasaba sobre el parabrisas, el que protegía mi rostro contra el impacto de un aire helado. En un descenso pronunciado y ya más cerca del piso, con la mano derecha sostenía el comando del avión, tratando de mantener la velocidad de planeo con las alas niveladas.
🇦🇷Importante es estar bien sentado🇦🇷
Buscando minimizar daños físicos posteriores, ante una salida violenta del habitáculo, acomodo la columna vertebral dejándola bien recta, pegándola al respaldo del asiento, y al mismo tiempo con la mano izquierda tiro con mucha fuerza, y hacia abajo, de la manija de eyección superior.
El segundo que tarda en accionarse el motor cohete, puedo asegurar que fue eterno. Por un momento pensé que el sistema de eyección no funcionaba, ¡y, de repente! Sentí el rigor de las más de 12 “G” en todo mi cuerpo. Ingresé en una espantosa pesadilla. La oscuridad de la semiinconsciencia se apodero de un ser en apariencia sin vida, el que estaba atado a una estructura de metal que se trasladaba en el aire, ya separado del Mirage que caía en picada sobre un campo.
Sentía un tremendo dolor en la espalda. La enorme cantidad de gravedades aplicadas a un cuerpo muerto pero con vida, provocaron que el cerebro quedara sin nada de sangre, toda eso sucedía por acción de la gran cantidad de “G”. Por falta de irrigación sanguínea, los cinco sentidos de inmediato quedaron totalmente anulados.
Inmerso en un sueño profundo, navegaba en la oscuridad, sentía que daba vueltas en el espacio con rumbo desconocido, inmerso en una ceguera total. Viajaba por el mundo de las tinieblas, y el destino era preocupante e incierto
🇦🇷Una terrible pesadilla🇦🇷
Sin sentirlo ni saberlo, mi cuerpo vacío de fuerza, sujeto al asiento eyectable por varias correas, se elevó hacia una masa de aire helada. El motor cohete del Martin Baker había funcionado a la perfección, expulsándome fuera del cockpit hacia un imaginario espacio sideral.
Mientras transitaba una parábola descendente en estado de shock, los tumbos recién cesaron ante la efectiva acción de un pequeño paracaídas estabilizador. De allí en más comenzó una caída vertical y controlada.
A continuación se abrió el paracaídas principal, por obra y gracia de unas cápsulas aneroides, instaladas especialmente para detectar una altura inferior a 3000 metros, condiciones atmosféricas que permite al piloto respirar oxígeno sin ayuda del sistema de emergencia, adosado adrede al asiento de metal.
En este preciso momento y de manera simultánea, el asiento de metal se separa del piloto, quedando el cuerpo unido al velamen del paracaídas por un arnés que sujeta al cuerpo con varias correas.
Mientras iba cayendo con el velamen bien abierto, a mis pies, una larga soga unía mi cuerpo con el bote salvavidas y el equipo de supervivencia.
🇦🇷De la alegría pasaba a la preocupación🇦🇷
Ante la disminución abrupta de la enorme fuerza “G” inicial, la sangre comenzaba a irrigar nuevamente el cerebro para que lentamente vuelva todo a la normalidad.
En primer lugar, recupero el oído. Identifico aun a ciegas, el sonido del viento que impactaba contra el pequeño paracaídas. Fue el primer indicio indicador que esto no era una pesadilla, ¡estaba vivo!
En un corto lapso, vuelve la vista. A partir de este momento, se ponía en funcionamiento la importante conciencia situacional. El rompecabezas de una mente totalmente turbada comenzaba a acomodar las diferentes piezas en su lugar. Flashes de alegría comenzaban a aparecer, invadiendo el alma por completo e inyectando ánimo a fuerza de adrenalina pura.
La euforia duró poco tiempo, al tomar conciencia de que la lucha por sobrevivir recién comenzaba. Estaba transitando una historia con final abierto. ¡Había que seguir peleándola, y espíritu combativo era lo que sobraba!
🇦🇷En un debut como paracaidista amateur🇦🇷
Sin práctica previa, intentaría impactar contra el terreno de la mejor manera posible. Las condiciones no eran las ideales. Tiritaba de frío y la presión corporal se encontraba en valores muy bajos, fruto del cambio abrupto de temperatura luego de abandonar una cabina calentita y navegar en una masa de aire gélido.
Instintivamente, observo hacia donde se dirige la trayectoria de planeo. Era consciente que con un paracaídas tan pequeño, cayendo como una piedra, impactar contra ramas de árboles implicaba un riesgo de muerte. El agua, tampoco se presentaba como una opción amigable. Siempre pensando en minimizar los daños físicos ante un inexorable aterrizaje forzoso.
El velamen se bamboleaba, efecto provocado al chocar el viento contra el bote salvavidas que giraba bajo mis pies actuado de quilla, generando una permanente perturbación que resultaba incómoda.
En plena recuperación corporal y espiritual, lo primero que hago es proyectar mi trayectoria al teórico lugar de impacto. Por fortuna, solo veía tierra despejada de obstáculos. Al no necesitar nada para flotar, y agotando parte de la cuota de lucidez disponible, procedo a desabrochar la hebilla que unía el equipo de supervivencia y el bote salvavidas. A partir de ese momento la caída se estabilizó, sacándome de encima un problema más.
La fortuna estaba de mi lado. Mientras voy cayendo y el terreno se va aproximando, diviso con nitidez que debajo de mis borceguíes marrones con punta de acero, se encontraba un enorme campo arado sin arboles a la vista, la mejor opción de todas las posibles ¡Otra carta a favor!
A medida que voy apreciando lo que pasa a mí alrededor, escucho el sonido del helicóptero sin poder lograr verlo, trasformado en mi salvador. Su presencia aseguraba un rescate inmediato por si presentaba una herida grave al caer.
La próxima prueba a superar era un verdadero enigma: “Nunca había practicado paracaidismo a lo largo de una larga vida aeronáutica”.
La preocupación principal era calcular el momento exacto de impacto y tratar de amortiguar el fuerte golpe sobre un terreno duro e irregular.
El único dato disponible, estaba relacionado al tamaño del paracaídas, era pequeño, y eso significaba descender muy rápido. Imaginaba un golpe fuerte, al que creía poder neutralizarlo, solo apelando al uso del sentido común.
El improvisado método de cálculo, consistía en poner foco en el horizonte, buscando apreciar por perspectiva la cercanía al piso. Próximo al impacto, debía preparar el cuerpo buscando amortiguar el encontronazo, ¡pero todo fue inútil!
Cuando ilusamente, creía que todavía quedaba algo de altura, sorpresivamente, ¡De golpe, literalmente me tragué el piso por completo!
Ambas rodillas pegaron violentamente contra la mandíbula. El golpe fue fuerte y seco. Los dientes de ambos maxilares golpearon entre sí, al igual que cuando un pugilista aplica un cross ascendente directo al mentón, el que termina en un estrepitoso knockout, y así quedé tendido en el piso, esperando el conteo.
Desparramado completamente, sentía un dolor intenso en el omóplato derecho.
Con el rostro apoyado sobre irregulares terrones de tierra seca y arada. Por el rabillo del ojo, observaba como el helicóptero se acercaba lentamente a mi posición. Ocupantes atónitos ante un no habitual espectáculo, observaban con preocupación si daba señales de vida.
🇦🇷Volver a nacer🇦🇷
Desparramado en el piso y como pude, desabroche la hebilla que me unía al paracaídas, esto sucedida en el mismo momento en que los patines del helicóptero de búsqueda y salvamento tocaba tierra.
Luego de arrastrarme unos metros, comprobé que podía ponerme de pie. Débil y con un viento de frente intenso, provocado por el giro de las aspas del choper, logré introducirme por mis propios medios a la burbuja de cristal, que había acudido con rapidez para salvarme.
🇦🇷Volviendo al nido de cóndores🇦🇷
Despegamos de inmediato envuelto en una polvareda, poniendo rumbo directo hacia la Brigada.
Los dolores corporales fueron pasando a un segundo plano, fruto del deseo desesperado de estar con mi familia, solo pensaba en estar con ellos.
Próximos al aterrizaje, una profunda paz espiritual se había apoderado de mí. Aturdido y en silencio, intentaba procesar todo lo que había pasado recientemente.
Al levantar la cabeza con la poca fuerza que disponía, observo en la aproximación a un nutrido comité de bienvenida, con rostros que evidenciaban preocupación, por desconocer las condiciones de mi estado físico y emocional.
Como un niño pequeño, al salir de la cabina, rompí en un llanto desconsolado. Un raudal de lágrimas de alegría corría por un rostro sucio. Celebraba de una manera no muy ortodoxa la nueva oportunidad que Dios me daba al seguir con vida, y lo más importante, de continuar disfrutando de los míos.
Una vez en el Grupo Aéreo, esperaba el brindis infaltable celebrando algo muy importante, la nueva vida.
Sin perder tiempo lo que deseaba, partir con destino a la ciudad al encuentro más añorado, con mi esposa y cuatro hijos.
La llegada al hogar, fue de un alto impacto emotivo. Un abrazo gigante e interminable envolvió a la familia toda. Recién en ese momento, al sentir mi cuerpo junto al de ellos, todos pudieron confirmar que papá se encontraba sano y salvo.
Sin tiempo para la melancolía, esperaba una rigurosa revisión médica, la que afortunadamente no arrojaría ningún resultado preocupante.
🇦🇷Un festejo imborrable🇦🇷
Se dice en el ambiente cazador, que eyectarse representa un nuevo nacimiento. Se trata de un evento donde tienen cita obligada varios actores. En primer lugar, el piloto del helicóptero a cargo del rescate, los camaradas que acompañan a diario la actividad operativa y sus respectivas esposas, los jefes directos (Jefe de Escuadrón y Jefe del Grupo 6 de Caza) y dejo para el final a los protagonistas más importantes de nuestra vida, todos los integrantes de nuestra hermosa familia.
Esta fiesta íntima, envuelta en un ambiente de alegría, donde se festejaba soplando una sola velita, la del renacer, tuvo lugar en mi hogar. De acuerdo a las circunstancias, a la voluntad y estado del agasajado, esta reunión de carácter festivo, suele también hacerse en la unidad aérea, con un gran asado bien argentino, donde no falta nada y sobra felicidad.
🇦🇷El chequeo médico de rigor🇦🇷
Al ocurrir un accidente de tamaña envergadura, el examen psicofísico es obligatorio, y a la vez primordial ante secuelas físicas y/o psicológicas. La visita al Instituto Nacional de Medicina Aeronáutica, incluye una entrevista cara a cara con el Comité de Accidentes.
Luego de variados chequeos, estudios y diferentes preguntas, determinaron que todo estaba muy bien, lo que ameritaba una pronta rehabilitación, continuando con mi pasión, seguir volando un avión de combate.
Como si nada hubiese pasado, y con una autoestima por las nubes, en apenas quince días, abordo de otro Mirage M-5 Mara, igual al que me había eyectado, partí feliz a surcar una vez más el cielo argentino.
🇦🇷Un trofeo para toda la vida🇦🇷
Aunque no lo crean, y luego de casi 24 años, escribo este relato sentado en el mismo asiento eyectable salvador. El que luego de quedar clavado y sin vida en una laguna, fue recuperado y puesto en valor. Una vez en mi poder, resucitó cumpliendo otra útil función, la de acompañarme como un sillón de uso personal. Simpático suvenir que forma parte de un distinguido rincón aeronáutico hogareño, ámbito propicio donde puedo dar rienda suelta a la imaginación, e inspirarme al escribir estos sentidos relatos muy personales.




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