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IMITANDO A LAS MAESTRAS DEL CIELO, “LAS AVES”

  • Foto del escritor: Luis Alberto Briatore
    Luis Alberto Briatore
  • 26 jun 2021
  • 8 Min. de lectura



De acuerdo al escenario y la misión que se nos asigne, los pilotos de combate desde que los neumáticos dejan la tierra, comenzamos a imitar a quienes moviendo magistralmente sus alas, mejor desarrollan en el cielo el verdadero arte de volar, “las aves”.

De repente nos convertimos en un cóndor andino. Desde que rompemos inercia, aceleramos con pasos cada vez más agigantados hasta que por fin abrazamos la libertad cuando estamos solo en contacto con el aire. Al levantar vuelo hacia un cielo que siempre nos espera, navegamos con las alas bien abiertas, lo hacemos rumbo hacia un objetivo lejano, o nos encarnamos en el plumaje de un agresivo halcón peregrino al atacar en picada a un enemigo que vulnera nuestra soberanía. Serie de pruebas evidentes sobre una descendencia indiscutida.

La modalidad de vuelo, el tipo de actitud que adoptamos al enfrentar al enemigo y la técnica depurada de ataque empleada, guarda una estrecha relación con el comportamiento de las dueñas del cielo.

Si bien dominar a uno de estos potros voladores de metal, no es para cualquiera, volar como lo hace en conjunto una bandada reviste cierto grado de dificultad, pero como todo, lo podremos lograr si disponemos de la receta correcta, sabios conceptos que nos entregan la llave hacia un atrapante mundo, en este caso, aquel donde imitamos a las aves migratorias, las que vuelan juntas una al lado de otra, integrando un equipo colmado de virtudes, dignas de emular.

Si bien nuestro cuerpo no está adornado por largas y vistosas plumas, para lograr hacerlo sin ser pájaro, debemos cumplir con una serie de requisitos para hacerlo exitosamente:

1. Los genes tienen un papel preponderante. Debemos contar con condiciones innatas que faciliten acceder sin dificultad a una modalidad de vuelo exigente y a la vez, atrapante.

2. Como en cualquier proceso de aprendizaje, los sabios consejos son indispensables, los que deben ser suministrados con didáctica por los maestros encargados de enseñar el arte de volar cerca de otro avión copiando sus movimientos. Ellos son los indicados de transmitir una depurada técnica de cómo hacerlo sin sufrir sobresaltos.

3. Para ser buenos en cualquier disciplina, la practica intensiva es el único camino para abandonar el nido sin ayuda alguna.

4. Todos ancianos una larga vida, y volar en formación no debe ser un obstáculo, para ello es condición movernos en el aire de manera confiable, rodeados de un ambiente propicio, atmósfera donde debe reinar la seguridad y el profesionalismo.

5. Por último, como todo aquello que se alcanza mediante una precisión milimétrica, demanda una mente fría y también muy calculadora.

Cumpliendo la receta de este singular decálogo para volar formado junto a uno o varios aviones, estamos en condiciones de asegurar que luego de un tiempo no muy prolongado, algo que creíamos complicado de alcanzar, se hace factible y muy disfrutable por cierto.

La admisión a este hermoso mundo, solo está reservado para aquellos afortunados que pilotean esos increíbles y veloces pájaros de metal, los únicos capaces de describir maniobras acrobáticas revolcándose en un aire limpio y puro.

Ingredientes necesarios

Si deseamos ingresar a este apasionante mundo donde la destreza se viste de gala, necesitamos como primer medida, lograr un estado de extrema concentración y asimilación.

Si nuestra intención es no poner en peligro nuestra la vida, ni la de otros, tendremos que emplear constantemente procedimientos estandarizados, además de, evitar por todos los medios la improvisación.

Si la disciplina es algo importante en la actividad aérea, para volar pegado a otro avión, las normas de seguridad toman mayor relevancia, las que no se cuestionan ni se discuten, solo se cumplen.

Al abandonar la tierra no deben quedar dudas, ya que ese es el principal enemigo generador de lamentables y graves accidentes.

Volar cómodos en un vuelo en formación es vital, para ello utilizamos la siguiente ecuación, la que combina cinco ingredientes: concentración + correcta visión periférica + destreza + timing + disciplina = Disfrute total.

En la soledad de las alturas, sin público ni ruidosos aplausos, peleando la posición al milímetro formándole a otro avión, de manera inconsciente, forjamos un importante espíritu de lucha, encarnado en la permanente búsqueda de la perfección y la armonía. La garra se apodera de un alma guerrera que se obsesiona por alcanzar un nivel de rendimiento superlativo.

Llegar a la perfección no es nada fácil, y existe un dicho popular que simboliza esta necesaria actitud: “transpirar la camiseta”. Luego de un turno de formación, es común descender de la cabina totalmente empapados, impregnados de un sudor fruto del esfuerzo, el que no incomoda, por el contrario, reconforta porque es la prueba que lo dimos todo, sensación que nos llena de un fuerte orgullo y satisfacción.

¿A que llamamos vuelo en formación?

En la aviación de combate podemos afirmar que es una herramienta de gran utilidad, por tal motivo la ejercitamos continuamente. Desde los primeros pasos en el aire como aprendices, hasta lograr el dominio total del cielo al mando de un poderoso y letal avión de combate.

Podemos hablar de vuelo en formación cuando vuelan un mínimo de dos aviones y el máximo permitido no está estipulado, eso sí, a mayor cantidad de aeronaves juntas, más limitadas son las maniobras a ejecutar. Normalmente el número ideal que permite movernos por el aire con soltura y agilidad, en maniobras complejas y vistosas, se logra con una formación integrada por tres aviones, uno a cada lado del Líder o también de cuatro, formando la figura de un perfecto rombo, agregando un avión levemente detrás, debajo del empenaje y a la cola del avión Guía.

Despegar y aterrizar también lo podemos hacer formados, ir al sector de vuelo, navegar, volar en escuadrilla dentro de nubes, aproximar a una pista en condiciones de meteorología adversar, describir hermosas figuras acrobáticas en el cielo, para chequear la avería de un avión mal herido, etc. Múltiples y útiles usos caracterizan a esta singular y magnífica manera de volar.

Es clave contar con un buen Líder

Para que una escuadrilla nos deleite en impresionantes figuras dibujadas en el cielo y que sus integrantes formen con la suficiente confianza, es primordial la suavidad y coordinación en la ejecución de cada movimiento. Condiciones en donde talla la figura del N°1.

Dotado de una mente calculadora, dedicada a interpolar diferentes trayectorias y parámetros, con una innata habilidad en el manejo de una manada de gladiadores en vuelo, lidera a la formación.

Su principal preocupación está centrada en los numerales. Es quien extirpa el egoísmo de su alma, para pensar solo en beneficiar a los que forman.

Llegar a ser bueno no es sencillo. Suavidad en el uso de los comandos, pequeños movimientos de acelerador, aplicación de las fuerza “G” necesarias de manera muy gradual y coordinada, tener en cuenta las condiciones atmosféricas y meteorológicas que rodean a las maniobras, son algunos de los aspectos que un buen Líder debe tener en cuenta.

Cucarda solo lucida por aquellos que tienen un dominio total de la máquina al momento de ejecutar exigentes maniobras, con el pensamiento posicionado sobre las necesidades del 2, 3 y 4, buscando la perfección.

El Guía es quien comanda y digita cada movimiento, normalmente este lugar es ocupado por el piloto con mayor experiencia dentro de la escuadrilla. Su responsabilidad es conducir a la formación pensando constantemente en la conveniencia de los aviones que lo imitan.

Los Numerales confían a morir en el Líder, creen en él cómo en Dios, copian todo lo que hace como si se tratara de sombras inseparables de cada movimiento.

La suavidad y coordinación con que se ejecuta cada maniobra, facilita que todos los aviones se mantengan perfectamente formados en un mismo plano y con el menor esfuerzo posible.

Un buen Guía chequea permanentemente la posición de los numerales, lo hace solo con un rápido movimiento de ojos hacia ambos lados, observando atentamente las punteras de ala mediante esos clásicos y típicos espejos retrovisores laterales.

Cuando cree necesario hacerlo, varía la potencia y elige el momento propicio para iniciar la serie de dibujos en el cielo.

El Líder es muy exigente, y cuando no es de su agrado como es ejecutada la maniobra, la repite una y otra vez, puliendo pequeños errores que deslucen un vuelo caracterizado por la armonía y la uniformidad.

Con el objeto de darle un mayor margen de potencia para corregir a los aviones que lo siguen, el Líder siempre utiliza menos RPM o empuje, en comparación a un avión que vuela en soledad ejecutando idéntica maniobra.

Numeral es igual a garra

Si bien el papel del Guía es preponderante, el Numeral cumple un importante rol en este tipo de vuelo. Formando prendidos como abrojos, con un alto grado de concentración y sincronizando cada movimiento de la palanca de comandos y acelerador, hacen lo imposible para mantenerse en un mismo plano.

El Numeral por nada del mundo saca la vista del avión guía, y cuando el fantasma de la inseguridad aparece, sin dudarlo, abandona la formación en forma controlada y predecible, lo hace en un rápido y medido movimiento, el que es conocido por todos los pilotos, como “espantada”.

Actuando de manera rápida y decidida, la salida ante la aparición del peligro, se efectúa hacia afuera del eje de la formación y simultáneamente, reduciendo totalmente el motor, separación repentina que busca evitar un riesgo de colisión.

A medida que la velocidad del avión aumenta, la sensibilidad de los comandos de vuelo es mayor y el avión se vuelve más brioso, aquí es cuando la suavidad en el pilotaje es principal protagonista. Ambas manos actúan coordinadas sobre los comandos de vuelo y el acelerador. Los movimientos son imperceptibles y controlados, como si se tratara de músicos que siguen las notas de una hermosa melodía.

Apoyar el antebrazo derecho sobre la pierna derecha, brinda una mayor rigidez y estabilidad, método que permite mover solo la muñeca y no todo el brazo durante la ejecución de la maniobra. Esta técnica es aplicable solo en aviones con comandos hidráulicos o electrónicos, donde pequeñas deflexiones en el bastón de mando se traducen en importantes movimientos en las superficies de los comandos de vuelo.

Extremar la atención en mantenerse formado, de ninguna manera nos libera de efectuar los controles rutinarios de combustible, hidráulico y parámetros de motor, además de los cambios de frecuencia en el equipo de radio. Para hacerlo, indefectiblemente debemos bajar la cabeza, y en tiempo record concretar el chequeo.

La posición es solo una

Existen distintos tipos de formación. Mantener la posición correcta y estática hace a la belleza de la maniobra. Formamos empleando referencias fijas y estandarizadas, las que difieren en cada tipo de avión. Distintas partes de la aeronave que vuela al frente de la formación, son tomadas como referencia para mantener una posición correcta, ej. Permanecer lateral a determinada tapa de inspección del ala o del fuselaje, o a una luz de navegación. Posicionarse a tantos grados con respecto a la puntera de plano, del empenaje o de la escarapela, son algunos puntos de referencia que se tienen en cuenta.

Sin importar quién es el piloto que se encuentre volando, todos utilizan las mismas referencias logrando una simetría perfecta. Detalle estético, necesario en un vistoso y sincronizado ballet aéreo.

Nos comunicarnos por señas

¡A buen entendedor pocas palabras! Un eximio Guía o Líder, debe utilizar solo señas para hacerse entender, anticipándose a lo que se viene. El Nº1 la hace y a continuación mira a los numerales, los que repiten de inmediato la seña, manifestando que acusaron recibo.

Las señas se ejecutan empleando manos, dedos, cabeza, brazo o un movimiento determinado con el mismo avión. El objeto de esta técnica, es transmitir intensiones a los aviones numerales y que no sean presa de la sorpresa desde un inicio. Ej. Comenzar determinada maniobra, subir o bajar el tren de aterrizaje, reducir o dar potencia, tipo de formación a adoptar, cambios de lado, reunirse entre varios aviones, etc.

Ante todo la discreción

Mantener silencio en frecuencia, es una norma que se respeta en todo tipo de vuelo. Costumbre que busca evitar ser escuchados por el enemigo, impidiendo que tenga conocimiento acerca de lo que estamos haciendo. No revelar tácticas, maniobras, tipo de actividad, ni el lugar donde nos encontramos volando, etc.

Al formar solo escuchamos en la reducida cabina el rugir del motor, los sonidos de una estructura que cruje al colocar gravedades y el jadeo de una respiración excitada al hacer fuerza con el abdomen en momentos de aplicar “G”, ¡Nada más! Son solo tres sonidos con los que se llega al mágico clímax en este excitante vuelo. Por todo lo dicho, no queda duda que este tipo de disciplina la distracción es un pecado capital.

El vuelo en formación es una de las destrezas que caracteriza al piloto de combate. Algo que aparenta ser solo una habilidad destinada a exhibiciones aéreas, tiene múltiples usos, siendo una herramienta esencial para moverse con soltura en un avión de combate.

Dentro de siete días tendremos la oportunidad de conocer otros detalles de un mundo que atrapa y apasiona.



 
 
 

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