“LA ESCUADRILLA”, PUNTA DE LANZA EN LA GESTA PATRIÓTICA
- Luis Alberto Briatore

- 2 abr 2021
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Durante la batalla aérea por las Islas Malvinas, las escuadrillas eran conformadas teniendo en cuenta la experiencia en vuelo y el personal disponible para llevar a cabo cada misión. Esto era logrado sin seguir un patrón rígido; inclusive, hubo casos donde estas “puntas de lanza” dirigidas de manera certera al corazón de la flota invasora asumiendo un alto riego, fueron constituidas por voluntarios, integrantes de diferentes escuadrillas.
Esta revelación que no muchos conocen, pone en evidencia la enorme valentía y el coraje del integrante esta formación de combate insignia en la Fuerza Aérea Argentina.
Ellos eran conscientes del alto porcentaje de derribos y de las escasas posibilidades de poder sobrevivir ante una muy posible eyección sobre las aguas heladas del Atlántico Sur. Con un riesgo de muerte totalmente asumido, cumplían en silencio y de manera estoica el juramento sagrado, surcando nuestro cielo malvinense una y otra vez.
Durante el conflicto bélico, la jefatura de escuadrilla en una misión fue ocupada por el piloto más experimentado en el avión y con la capacidad de desempeñar esa importante función, sin que entrara en juego el grado y la antigüedad en el mismo.
La espalda del Jefe de Escuadrilla siempre estuvo cubierta por tres incondicionales. Un aguerrido Jefe de Sección, o N°3, quien se hacía cargo de conducir y atacar el objetivo, ante cualquier imprevisto que al Líder le sucediera en vuelo. Luego, le seguían, los “Numerales de fierro”, el N°2 y, por último, el Numeral 4, jóvenes muy valientes y con menos experiencia.
En la guerra nunca se ataca solo, ya que la mínima formación de combate para atacar al enemigo son dos aviones. Siempre debe haber un Guía que conduzca a la formación.
Otro detalle relacionado al conflicto bélico, y de poca trascendencia, fue que hubo oficiales-jefes, con el grado de mayor y vicecomodoro, que no reunían las condiciones en ese momento para volar al frente de una escuadrilla por diferentes causas, pero eran pilotos con una frondosa experiencia en aviones de combate. Algunos ocupaban recientemente el cargo de Jefe de Escuadrón y otros pilotos adscriptos al sistema de armas; los que participaron por propia voluntad, ocupando el último lugar de la Escuadrilla como Numeral. Este acto de un tremendo ejemplo para los subalternos; además de un gesto de valentía, generador de una importante dosis de ánimo, principalmente a los más jóvenes, en momentos difíciles y de extrema tensión.
Con respecto a las edades de cada puesto: en promedio, un jefe de escuadrilla rondaba entre treinta y dos y treinta y ocho años; un jefe de sección entre veintisiete y treinta y un años; y por último, un numeral, entre veintitrés y veintiséis años.
Un ejemplo que llamó la atención está, precisamente, relacionado con la edad de las tripulaciones, lo que puso de manifiesto en la guerra, la preparación y capacidad de estos jóvenes y osados pilotos. Uno de los integrantes de la escuadrilla que atacó al Portaviones Invencible, era un alférez en tercer año, Numeral 4, de sólo veintitrés años. Situación que se repitió en infinidad de misiones, donde las escuadrillas estaban compuestas por hombres con un promedio de edad muy bajo, detalle que impresiona en contraste con una tremenda actuación.
En Malvinas, heroicos e históricos ataques, trasformaron en célebres a muchas Escuadrillas de la Fuerza Aérea Sur (FAS), las que a través de un efectivo y asombroso accionar, pusieron de rodillas a la flota inglesa, concepto surgido de la boca del propio enemigo invasor.
Se trató de plataformas en vuelo lanzadas, una y otra vez, contra diferentes fortalezas flotantes, las que eran catalogadas hasta ese momento como invencibles. Incisivos ataques, se tornaron insoportables para un poderoso enemigo, que se vieron sometidos ante un accionar persistente y mortífero, nunca imaginado. Un poder de fuego que fue tremendo y devastador.
Mediante aquel valiente accionar, la flota inglesa aprendió a respetarnos, cambiando significativamente su actitud mental inicial de subestimación.
Mencionaré sólo algunas de las escuadrillas colmadas de laureles ganados en esos diferentes ataques, cuyos indicativos de vuelo están escritos con letras de oro y forman parte de las gloriosas páginas de la Historia Aeronáutica Argentina, y también mundial:
Escuadrilla “ZONDA”: Portaviones Liviano (R-05) HMS INVENCIBLE.
Escuadrilla “TORNO”: Destructor Tipo 42 clase Sheffield.
Escuadrilla “ZEUS”: Destructor Tipo 42 clase Sheffield (D-118) HMS COVENTRY.
Escuadrilla “MULA”: Fragata Tipo 21 clase Amazon (F-184) HMS ARDENT.
Escuadrilla “NENE”: Fragata Tipo 21 clase Amazon (F-170) HMS ANTÍLOPE.
Escuadrilla “DOGO”: Buque Logístico de Desembarco (L-3005) RFA SIR GALAHAD.
Escuadrilla “MASTIN”: Buque Logístico de Desembarco (L-3505) RFA SIR TRISTAM.
Escuadrilla “MAZO”: Lancha de Desembarco FOXTROT 4.
Escuadrilla “ORO”: Destructor Tipo 42 clase Sheffield (D-88) HMS GLASGOW.
Escuadrillas “PERRO y GATO”: Fragata Tipo 12 clase Rothesay (F-126) HMS PLYMOUTH.
Escuadrillas “RUTA” y “RIFLE”:Ataque durante el Desembarco británico.
Escuadrillas “LEO” y “ORION”:Ataque durante el Desembarco británico.
Escuadrillas “CHISPA” y “NENE”: Ataque a Puesto Comando Británico.
Escuadrillas “HUINCA”, “LINCE y PUMA”: Ataque nocturno aMONTE KENT.
Escuadrillas “TIGRE”, “NAHUEL” y Sección “FÉNIX”: Apoyo de fuego a tropa terrestre.
Sección “SOMBRA”: Derribo del HELICÓPTERO SCOUT XT 629.
Durante esta gloriosa guerra por nuestras Islas Malvinas, las escuadrillas llevaron adelante arriesgados vuelos rasantes y ataques quirúrgicos. Hundieron y averiaron un número significativo de buques enemigos, por aquellos días, los más modernos del planeta, logrando lo que nadie imaginaba: herir el orgullo de la potencia británica.
Es de destacar la eficiencia de esta formación, al mando de valientes pilotos de combate, los que estaban desprovistos de una tecnología actualizada y que, aún en inferioridad de condiciones, atacaban a un bravo enemigo, sin importarles el alto costo.
Aún frente a esas adversidades, fueron capaces de poner a los ingleses invasores de rodillas.
La efectividad se basó en el perfecto uso de un arma propia, letal y desconocida. Estos patriotas, con alas celestes y blancas, guiaron su actuar siguiendo los valores del patriotismo, por los que entregaron la vida.
La sorpresa fue tal, que pocos fueron capaces de entender lo que estaba sucediendo. El mundo entero se sorprendió.
Contra los pronósticos que aseguraban una abrumadora superioridad inglesa (la que nunca existió) y con un actuar no imaginado, sobre la base de la valentía y el arrojo con que actuaron estos patriotas, una vez concluido el conflicto bélico, las grandes potencias debieron revisar la doctrina vigente. Reformularon las tácticas y estrategias empleadas, implementando cambios significativos, basados pura y exclusivamente, en el estudio y el análisis de las acciones llevadas a cabo por la aviación argentina.
La diferencia logística fue desproporcionada, es cierto; pero fue reemplazada por la fuerza del sacrificio, el valor, la tenacidad y el ingenio. Estas cualidades lograron que pilotos, mecánicos, tripulantes y medios de apoyo operativo, en un sólido y perfecto trabajo en equipo, infringieran a la Britain’s Task Force, un daño de tal magnitud, comparable y superado solamente al producido durante la II Guerra Mundial en su flota de superficie.
De un total de cuarenta y dos naves consideradas invulnerables, las escuadrillas argentinas fueron capaces de hundir o dañar a veinticuatro, un número que resultó abrumador, el que alcanzó a más de la mitad de sus buques de guerra.
Esta situación obligó a un pedido de refuerzos de todo tipo, a la principal potencia mundial: los Estados Unidos. Parecía un clamor reiterado de auxilio, ante la imposibilidad de contener a las letales formaciones; las que, reitero, aun con un alto costo de vidas, no cesaban de atacar.
Considero que fui un verdadero afortunado. Aprendí y me crie como piloto de combate, rodeado de estos auténticos patriotas. Muchos de ellos fueron mis Jefes de Escuadrilla, de Escuadrón, de Grupo Aéreo y Jefes de Brigada, los que siempre predicando con el ejemplo, marcaron el mejor camino a seguir.
Para los incrédulos que, por aquellos días, al escuchar el grito sagrado de: “SUBORDINACIÓN Y VALOR PARA DEFENDER A LA PATRIA”, pensabanque sólo era un alarido vacío de contenido, durante la batalla por nuestras Islas Malvinas, quedó claro la determinación que evidenciaron estos incansables luchadores. Briosos, valientes y animosos guerreros.
Ellos formaron parte de aquellas diferentes “escuadrillas”, que cumplieron con honor, el sagrado juramento: “El de defender la bandera, hasta perder la vida”.
“Viva la Patria”






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