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🇦🇷LAS SALVADORAS ALAS ROTATIVAS EN MALVINAS🇦🇷

  • Foto del escritor: Luis Alberto Briatore
    Luis Alberto Briatore
  • 5 mar 2022
  • 7 Min. de lectura


Primera Parte

Para no desentonar con una brillante labor en conjunto por parte de la gloriosa Fuerza Aérea Argentina en la guerra por nuestras Islas Malvinas, los helicópteros fueron una pieza vital en el campo de batalla, en un momento clave, cuando hay que salvar vidas.

Los tuvo como protagonistas destacados, no solo dentro de su rol específico, la “búsqueda y rescate”, sino también, cumpliendo un sinnúmero de tareas para las que no se habían preparado, con el agravante, de operar dentro de un medio ambiente extremadamente hostil y de alto riesgo, sin un sistema de alerta radar y autodefensa.

La actuación de estos valientes superó ampliamente las expectativas del más optimista, con respecto a lo que podía entregar esta especialidad en un conflicto bélico, operando en condiciones de alta peligrosidad.

Una noticia inesperada

Todo comenzó el 1° de abril de 1982. El lugar designado por la superioridad: Casino de Oficiales de la I Brigada Aérea, de “El Palomar”.

El bullicio lógico generado por unas doscientas personas reunidas, pasó repentinamente al silenció total. El hecho que enmudeció a un selecto auditorio, fue un simple hecho, el encendido de un proyector de filminas.

La imagen que ocupaba por completo la pantalla los sorprendió por completo. Título en mayúsculas que incluía cinco palabras que lo decían todo. Frase que no dejaba dudas sobre el futuro inmediato de esos hombres que escucharían atentamente su significado e implicancias.

A partir de ese día, la vida de muchos alados cambiaría por completo. En letras negras bien grandes, leían con claridad lo que se venía: “RECUPERCION DE LAS ISLAS MALVINAS”.

Sin casi poder procesar esta significativa primicia, e impedidos de dar aviso de la sorprendente noticia al entorno de seres queridos por el lógico velo secreto de una operación hasta ese momento no divulgada, al día siguiente llegaría con formato de orden, la consecuencia lógica de lo escuchado.

Por distintos medios, los implicados de una importante operación, eran comunicados del desplegué de un Hércules C-130 transportando un Bell 212, con destino a Comodoro Rivadavia.

De la incertidumbre a la certeza

El 2 de abril la televisión pública, anunciaba al país los detalles de la exitosa “Operación Rosario”.

Sentados frente a la TV del Casino de Oficiales de la patagónica XI Brigada Aérea, mientras observaban las imágenes de las tropas argentinas, la algarabía de un grupo de televidentes uniformados era total, el motivo, se habían recuperado las usurpadas Islas Malvinas.

Envueltos en un manto de una lógica incertidumbre, la tripulación reforzada de un helicóptero Bell 212, esperaba ansiosa el momento de saltar a las Islas en una “Chancha” que esperaba estacionada en el medio de una amplia plataforma de concreto.

A media noche, por fin llegó la noticia tan esperada. Había que embarcar con premura para un despegue inmediato.

Luego de un vuelo de dos horas y media, en plena madrugada del 3 de abril, los miembros de la VII Brigada Aérea pisaban por primera vez la plataforma del rebautizado “Puerto Argentino”. Al bajar por la inclinada rampa del Hércules, todos fueron atrapados por una extraña sensación. El pecho se inflaba al ver como flameaba la celeste y blanca, esa imagen fue inolvidable, la que hasta hoy no pudieron borrar de sus mentes.

Con la rampa trasera del C-130 abierta completamente en medio de la oscuridad, sin perder tiempo y con mucho cuidado, el Bell 212 matricula H-85 era depositado sobre suelo malvinense. En poco tiempo, gracias a la eficiente y rápida labor de los mecánicos, el primer helicóptero argentino que volaría en las Islas Malvinas, estaba listo para efectuar el vuelo inicial sobre tierras insulares reconquistadas.

Fracaso diplomático

Ante el alejamiento de un arreglo pacífico, y frente a una inminente confrontación bélica, de manera acertada, la FAA toma la decisión de enviar más helicópteros a Malvinas. La intensión, sería de reforzar la dotación de Bell 212, enviando una segunda máquina, y además, agregar dos helicópteros pesados, los gigantes y potentes CH-47Chinook.

Como soporte de mantenimiento y logístico al escuadrón de búsqueda y rescate, la Fuerza Aérea Argentina desplegaría en Malvinas una reducida dotación de 39 hombres entre pilotos y mecánicos, los que trabajarían de manera autónoma y sin fisuras durante todo el conflicto.

Disponíamos del mejor material por aquellos días, además, contábamos con tripulaciones excelentemente capacitadas y con un alto nivel de adiestramiento. Este escuadrón conformado por helicópteros livianos y pesados, estaban en condiciones de operar indistintamente tanto sobre tierra como en el mar, en vuelo diurno o nocturno, en condiciones visuales y de vuelo por instrumentos.

Las tripulaciones estaban perfectamente preparadas, y el material que operaban, presentaba características excelentes para cumplir con la tarea inicialmente asignada, la de búsqueda y rescate de tripulaciones propias.

La primera ubicación

Desde un comienzo, el único Bell 212 disponible, operó desde el aeropuerto, asiento de la Base Aérea Militar Malvinas. Allí comenzaron los vuelos de reconocimiento, en un territorio hasta ese momento desconocido. La zona de operación presentaba una orografía y condiciones climáticas muy particulares, en donde como era lógico, nunca habían volado con anterioridad.

Pronto llegaría la primera misión. El 6 de abril, cuando el reloj marcaba las 10:30 horas, despegaba el Bell matrícula H-85 a cumplir con una difícil misión, sin saber lo que les esperaba. Abordo sentados codo a codo una patrulla del Grupo de Operaciones Especiales (GOE). A plena potencia, se separaban del piso buscando cumplimentar la primera misión. Tenían la difícil tarea de capturar con vida a seis marines ingleses y un sismógrafo, los que habían escapado el 2 de abril de Puerto Argentino.

Por fortuna, al encontrarlos no hubo enfrentamientos y se entregaron. Hizo falta dos vuelos, para que la totalidad de los prisioneros fuesen trasladados para ser interrogados.

La dotación se reforzaba y sumaban nuevas tareas

El día 7 de abril en una navegación de alto riesgo, llegaba a Puerto Argentino el primer helicóptero pesado. Lo hacía en vuelo directo desde Río Gallegos. El enorme CH - 47 Chinook, matrícula H-93, con capacidad de combustible ampliada, aterrizaba sin novedad, habiendo unido el continente con las Islas Malvinas en un cruce histórico.

El día 10 de abril, arribaba dentro del vientre de un C-130 un segundo Bell 212, matrícula H-83, y al siguiente, otro Chinook en vuelo, el H-91, quedando conformado el Escuadrón Helicópteros Malvinas con dos aeronaves medianas para búsqueda y rescate (Bell 212) y dos pesadas, principalmente para traslado de personal y material (CH-47 Chinook).

Durante los primeros diez días la esperanza de un arreglo diplomático estaba latente, pero a medida que pasaba el tiempo, los acontecimientos iban escalando, hasta desembocar en un conflicto bélico no deseado.

Confirmada la partida de la flota inglesa, se fueron agregando tareas.

En lugar de cuatro helicópteros pareciera que hubiese muchos más. Gracias un mantenimiento impecable, las naves se mantuvieron siempre en servicio volando permanentemente.

A la búsqueda y rescate, se agregarían, el armado de la BAM Cóndor, nuevo emplazamiento de los helicópteros desde el 11 de abril.

Los requerimientos seguían llegando, sumándose como nuevas tareas: exploración y reconocimiento aéreo, traslado de heridos, despliegue y abastecimiento a la Red de Observadores Aéreos (ROA), rescate en combate (RESCOM) y también, al estar artillados, los Bell 212 cumplían funciones de defensa de instalaciones. Todo se presentaba como un desafío, para este pequeño grupo de valientes, a cargo de hacer rendir al máximo nuestras alas rotativas.

Planificación inmediata

Las misiones en principio se planificaron en el Centro de Información de Combate (CIC), ubicado en el aeropuerto de Puerto Argentino. Con la creación de la BAM Cóndor en Darwin, nuevo hogar de los Bell y Chinook, el Puesto Comando de esta Base de la FAS, estaba a cargo de generar las misiones para las cuatro máquinas.

La metodología de ejecución se iba haciendo más eficiente con el avance de las operaciones. Diariamente el Jefe de Escuadrón recibía los requerimientos, los pasaba al Puesto Comando de la BAM Cóndor, y desde allí los pilotos recibirían la información necesaria a cumplir por las tripulaciones en alerta.

Para abastecer una gran cantidad de requerimientos en un ambiente de combate, cada tipo de helicóptero solo contaba con tres tripulaciones fijas.

Llegado el requerimiento, no había mucha demora en ser ejecutado, demostrando un alto grado de profesionalismo en la ejecución de cada empleo.

Para responder a diversas misiones, disponían solo de personal militar superior (oficiales pilotos) y subalterno (mecánicos, especialistas y artilleros), no contaban entre sus filas personal de tropa (conscriptos).

Relevamiento del terreno

Previo al inicio de las hostilidades, conocieron como la palma de su mano la orografía de Isla Soledad. En un principio, fueron pieza clave en el armado del dispositivo de seguridad las Bases Aéreas, distribuyendo todo lo necesario para instalar los Puestos de Observación Aérea de la ROA en las BAM Malvinas y Cóndor, operadas por la FAS. En la Isla Gran Malvina no tendrían el mismo conocimiento del terreno, ya que solo habían volado hacia los asentamientos de despliegue del Ejército Argentino en Bahía Fox y Howard, y el de la Armada Argentina, en la Estación Aeronaval Calderón.

Base Aérea Militar Cóndor

El lugar desde donde operaban, estaba ubicado en la zona de Darwin, a unos 100 kilómetros de Puerto Argentino. Allí trasladaron todo el material y el soporte logístico de los helicópteros y del sistema de armas IA-58 Pucará. La base estaba defendida por seis piezas de Artillería de 20 mm de Fuerza Aérea Argentina, una de 35 mm del Ejército Argentino y la Compañía de Defensa de la Escuela de Aviación Militar, primer anillo de seguridad del aeródromo. El segundo añillo estaba compuesto por el personal de la Red de Observadores Aéreos y el Regimiento de Infantería 12 del Ejército.

Vuelo heroico en medio de una tragedia

Con el comienzo de los ataques ingleses el 1° de mayo, los que tenían un claro objetivo, aniquilar el poder aéreo argentino en las islas, los Harriers comenzaron los ataques a las 4 de la madrugada, lo harían lanzando regueros de bombas sobre Puerto Argentino.

Ante el inminente ataque a la Base Cóndor, los helicópteros acertadamente fueron cambiados de posición, ubicación inicial que a posteriori fuera atacada por los aviones ingleses, suponiendo por datos de la inteligencia enemiga, que los encontrarían en ese lugar para destruirlos.

Cuatro horas más tarde de la voz de alerta, tres Harriers incursionaron en vuelo rasante sobre la Base Cóndor lanzando bombas de racimo. El ataque fue letal, el Pucará matricula A-527era alcanzado y destruido mientras su piloto intentaba ponerlo en marcha. Las submuniciones provocaron la muerte del Teniente Jukic y la de 7 suboficiales que lo asistían,entre mecánicos y armeros.

Finalizado el ataque, el Chinook matricula H-91 despegaba evacuando 13 heridos de gravedad hacia el Hospital Militar Conjunto, ubicado en Puerto Argentino. A minutos del arribo al poblado hacia donde se dirigían, estaba siendo atacado nuevamente por los Sea Harriers. El helicóptero ante el inminente peligro, desciende y se oculta detrás de un monte cercano. Allí, uno de los heridos fallece. Al desaparecer la amenaza, el Chinook continúa el vuelo y antes de aterrizar en proximidades del hospital, otro herido lamentablemente muere.

El H-91, finalizado el conflicto bélico, sería declarado como “Tumba de Guerra” por lo acontecido durante la evacuación aeromédica del 1º de mayo. Fue el primer vuelo en situación de guerra de los helicópteros de la Fuerza Aérea Argentina en Malvinas.



 
 
 

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