top of page

LOS INCONDICIONALES “RADARISTAS”

  • Foto del escritor: Luis Alberto Briatore
    Luis Alberto Briatore
  • 5 feb 2022
  • 7 Min. de lectura


Primera parte

Un eficiente equipo de trabajo

Como caza interceptor, sería desagradecido si no dedicara unos cuantos párrafos con una distinción especial a los “operadores radar” que nos guían en el aire con maestría, junto a los “mecánicos” y el personal que hace posible que el radar de vigilancia opere de manera permanente.

A cualquier punto del país, donde haga falta, es trasportado por dos Hércules C-130. Al descargarlo por la rampa de la chancha, llegan las partes del radar, hasta ese momento irreconocible. Lo conforman diferentes módulos, algunos son posible de moverlos sobre cuatro ruedas

Sin perder tiempo lo trasladan hacia el lugar elegido o “sitio radar”. Punto de emplazamiento el que fue analizado previamente. Para tal estudio se tuvieron en cuenta las características del terreno y condiciones de propagación de las ondas electromagnéticas de ultra alta frecuencia (UHF), determinando la coordenada de mejor cobertura radar. El punto elegido debe ser el centro de una zona libre de obstáculos y una posición elevada sobre el terreno, condiciones que permiten incrementar el espectro de detección.

Una vez que está armado y funcionando, comienza un camuflado contra las vistas, buscando que el radar pase totalmente desapercibido para evitar que sea destruido por el enemigo.

La tarea más importante, es mantenerlo en servicio, objetivo que no resulta para nada sencillo en un entorno de campaña y de operación autónoma.

Un sensor de estas características, cuenta con diferentes componentes electrónicos y algunos mecánicos, combo que es completado por uno o dos generadores de energía eléctrica, además, de un potente aire acondicionado destinado a refrigerar diferentes equipos.

Por último, luego de armar y hacer girar una inmensa antena, comienzan a cumplir con la función específica asignada a un radar de vigilancia aérea, la que nos une a los pilotos de combate con los radaristas, la del control del aeroespacio, detectando e identificando todo tipo de tránsitos, y en el caso de localizar un posible agresor, llevar adelante el guiado de la caza interceptora hacia la amenaza.

El radar al que nos referimos, es el móvil y proporciona información en tres dimensiones: distancia, acimut y elevación.

Esta antena que gira 360° H-24, en conjunción con el avión caza interceptor, son los protagonistas principales del combate aéreo.


El principal socio

En la habilidad de suministrar claras instrucciones para un efectivo guiado, y de la percepción global de la situación, la que es observada en una enorme pantalla, el operador radar contribuye en la difícil decisión de lanzarnos al combate con ventaja, lograr la paridad antes del cruce cabina con cabina o dar instrucciones precisas de evitar la contienda.

Del trabajo en equipo, depende en gran parte el éxito de la misión, y también, la supervivencia de muchas tripulaciones en vuelo. Solo ellos son capaces de poner ojos en nuestras espaldas, alertándonos de una posible amenaza, la que aparece repentinamente, de cualquier cuadrante y con distinto grado de peligrosidad.

Dentro de una caja de metal, a una temperatura extremadamente baja, en completa oscuridad, totalmente concentrado y con la cabeza completamente metida en la pantalla de detección, provisto de un par auriculares y micrófono pegado a la boca, comunica mediante el uso de palabras cortas, la acción a ejecutar más conveniente, la que es cumplida de inmediato por un ansioso y excitado cazador: “LASER”, vire fuerte por izquierda 270°, 2 bandidos a las 10(código reloj), 20 ángeles (20.000 de altitud), 32 millas.

La unión hace la fuerza

Los pilotos interceptores guardamos un aprecio especial y mantenemos una estrecha relación con los integrantes de esta especialidad hermana. Con ellos convivimos muchos momentos operativos y de sana camaradería. Aun estando separados a muchas millas de distancia y sin vernos cara a cara, nos mantenemos fuertemente unidos a través de un fuerte lazo radial. Una prueba de esta necesaria y fructífera unión, tuvo lugar en las Islas Malvinas durante el frio otoño de 1982. Por aquellos días, el radar 3 D de Puerto Argentino, opero durante toda la guerra, aun con varios intentos desesperados por parte de los ingleses por destruirlo y callarlo para siempre. Lo intentaron sin éxito y en varias oportunidades, lanzando misiles antirradar. Gracias a la picardía criolla, fue posible mantener la operación continua de este primordial sensor. Si hay algo que quedó muy claro al concluir el conflicto, fue que sin el apoyo del Radar de Puerto Argentino, la cantidad de derribos y bajas propias, hubiesen sido mucho mayores.


Haciendo historia

A bordo de dos Hércules C-130, el 2 de abril llega el radar “Westinghouse AN/TPS-43”a la Isla. Cuatro días después, el 6 de abril, fiel a su estilo, gracias al trabajo de solo 51 hombres, de inmediato el radar de vigilancia entró en servicio operativo, lo hizo en la primera posición de emplazamiento, ubicada en cercanías de la pista de Puerto Argentino.

Desde un comienzo, brindó apoyo H 24 en la navegación de las aeronaves afectadas al importante puente aéreo, principalmente logístico, en el que participaron tanto aviones civiles como militares, los que unían por aire de manera rápida y efectiva el continente con la isla.

A partir del “Bautismo de Fuego de la Fuerza Aérea Argentina”, el 1° de mayo de 1982, cambiaría la situación, el apoyo fue dirigido a los Hércules C-130 que vulneraban con osadía el bloqueo, y principalmente, a las escuadrillas de aviones de combate en aproximación al ataque a diferentes objetivos, y luego, durante el escape, una vez lanzado exitosamente el armamento sobre los blancos elegidos.

Otra de sus funciones, fue actualizar el estado de situación del campo de batalla, trasmitiendo los movimientos de la flota en tiempo real al Centro de Información y Control Malvinas, información que derivaría en forma directa en acciones y decisiones tomadas por el Comandante de la Fuerza Aérea Sur – FAS y de los otros dos componentes.

La vigilancia aérea fue de tal importancia, que transformó al radar de Puerto Argentino en un elemento muy molesto para los colonialistas, convirtiéndose en un blanco prioritario a batir, señalado con insistencia por el preocupado comando inglés.

El heroico e inteligente accionar de nuestros radaristas, fue el principal impedimento para que el enemigo no lograra la ansiada “superioridad aérea”, situación que limitó significativamente la libertad de acción del enemigo.

Uno de los hechos a destacar, fue evitar el derribo de aviones de combate hacia y posterior al ataque, los que eran alertados al ser perseguidos por las PACs inglesas, suministrando información de cuadrante, velocidad, distancia y altura de la amenaza, ayudando a los pilotos argentinos a elegir el más conveniente modo de acción y rumbo de escape.


Operación Black Buck (Carnero negro)

Los ingleses, buscaba con desesperación conseguir la superioridad aérea, hasta ese momento esquiva, con tal fin, planearon esta operación, la que contenía tres principales objetivos:

1. Impedir el uso de la pista de Puerto to Argentino.

2. Cortar el abastecimiento de las tropas argentinas.

3. Impedir la vigilancia y control aeroespacial a las fuerzas argentinas.

Para ello panificaron una serie de ataques desde la ecuatorial Isla Ascensión, distante a 6500 km en línea recta. Misiones ejecutadas por aviones “Avro 698 Vulcan” de los Escuadrones N° 44, 50 y 101 de la RAF, los que en 28 años nunca habían participado de una misión real. Estos bombarderos pesados, serían reabastecidos en cada misión por 11 aviones Victor. Se trataba de misiones extremadamente complejas y exigentes, debido a la cantidad de reaprovisionamientos en vuelo y horas sobrevolando la inmensidad del Océano Atlántico.

La preparación y astucia de nuestros hombres, fue decisiva para neutralizar los efectos en cada ataque, ya que tanto la capacidad de detección del radar, como la operación de la pista de Puerto Argentino, se mantuvieron operativas durante toda la guerra.


Instinto protector

Es digno de destacar, que el Radar Malvinas, operando en el núcleo de mayor riesgo, con la incertidumbre permanente de volar por los aires ante un certero ataque enemigo, por el impacto de un misil antirradar, se mantuvo parado firme y totalmente activo ante la constante amenaza. Con la espada de Damocles siempre en la cabeza, gracias a 51 héroes de overol azul, operaron H 24, sin interrupción durante toda la guerra.

Buscando silenciarlos para siempre, los invasores trataron de dejar ciega la vigilancia del cielo malvinense en tres ataques con misiles anti radar AGM-45 Shrike. El primero, el 28 de mayo sin consecuencias, en la madrugada del 31 de mayo, el que ocasionó algunos daños, y uno posterior, el 2 de junio, hechos sucesivos que pusieron en evidencia la dificultad para que sean vencidos y menos el de lograr cegarlos.

Todo fue gracias al profesionalismo y conocimiento técnico de los mecánicos, que lograron instalar un ingenioso sistema de corte de emisión desde la cabina operativa, y también, por la astucia de los controladores, los que al intuir en oportunidad el ataque de los Vulcan en plena fase de lanzamiento misil, silenciaban al radar durante los segundos más críticos. Con esta efectiva acción, lograron que los misiles del enemigo no impactaran de manera directa en el radar.

Superado el ataque, y también el peligro, se aseguraron que nadie estuviese herido, para luego, abocarse de lleno al relevamiento de averías sufridas y reparación de las mismas.

La solución a los daños parciales sufridos durante el ataque del 31 de mayo llegó rápidamente, fue al día siguiente. El 01 de junio a las 13:30 hs, una chancha cazadora, un emblemático C-130 que vencía el bloqueo una vez más, luego de un largo y peligroso vuelo rasante, aterrizaba entregando una nueva guía de onda para cambiar la averiada durante el ataque del día anterior.

Una vez más quedaba evidenciada la habilidad y garra de los mecánicos, los que en poco tiempo pusieron el radar a funcionar. Solo estuvo fuera de servicio desde el 31 de mayo a las 05:47 hasta el 01 de junio a las 19:00 hs. En poco más de un día, estuvo nuevamente en servicio, manteniendo este estado de disponibilidad hasta que finalizara el conflicto.

Cronología de bombardeos y efectos deseados

· 01 de mayo Black Buck 1-

o Inutilización de la pista de Puerto Argentino, lanzamiento de 9 toneladas de bombas que impactaron en diagonal.

§ Cráter a un costado del eje de pista en la mitad de su largo, el que no impidió su utilización.

· 04 de mayo Black Buck 2

o Inutilización de la pista de Puerto Argentino mediante el mismo tipo de ataque.

§ Reguero de bombas en diagonal fuera de la pista y al Este.

· 13 de mayo Black Buck 3

o Inutilización de la pista de Puerto Argentino.

§ Misión abortada por meteorología.

· 28 de mayo Black Buck 4

o Destrucción del radar TPS 43.

§ Falla en el reabastecedor, misión abortada.

· 31 de mayo Black Buck 5

o Destrucción del radar TPS 43.

§ Daños menores en sitio radar.

· 02 de junio Black Buck 6

o Destrucción del radar TPS 43.

§ Apagado oportuno del Radar TPS 43 provoca el desvió del misil, impactando en el Director de Tiro de los cañones antiaéreos del sistema Skyguard perteneciente al Ejército Argentino, el que resulta destruido.

· 11 de junio Black Buck 7

o Inutilización de la pista de Puerto Argentino.

§ Se produjo lanzamiento sin causar daños.

En siete cortos días seguimos con una apasionante SEGUNDA PARTE



 
 
 

Comentarios


Formulario de suscripción

©2019 por Historias de Laser. Creada con Wix.com

bottom of page