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🇦🇷LOS INCONDICIONALES “RADARISTAS”🇦🇷

  • Foto del escritor: Luis Alberto Briatore
    Luis Alberto Briatore
  • 12 feb 2022
  • 9 Min. de lectura

Parte 2

Operación Mikado (en japonés “La Puerta”)

Además del vital e imbatible radar de Puerto Argentino en Malvinas, la Fuerza Aérea Sur - FAS, había distribuido otras unidades de manera estratégica, las que cubrían toda la costa patagónica con posibilidades de ataque por parte del enemigo, una de ellas, la de Río Grande, fue la que detectó un eco sospechoso en su enorme pantalla. Hecho que sucedió en horas de la madrugada del 18 de mayo. Se trataba de un movimiento aerotransportado, correspondiente a comandos británicos, los que volaban sobre el mar, en proximidad de la base aeronaval.

Un claro eco apareció sobre el agua, para luego ingresar al Norte de la Isla Tierra del Fuego. Se trataba de la última etapa de la frustrada “Operación Mikado”.

Este fue un plan británico ordenado por la Primer Ministra Margaret Thatcher en persona. Ante los reportes diarios, los que arrojaban importantes pérdidas, nunca imaginadas por el Reino Unido. Irritada, ante los sucesivos resultados negativos, los que ponían en peligro el futuro político de un gobierno debilitado ante la opinión pública, y los riesgos de una derrota militar, inconcebible para el orgullo británico, la Primera Dama dio una clara y enérgica orden, la que escondía tremenda desesperación: “!Hay que destruir los misiles Exocets, eliminar a los aviones Super Étendard y matar a los pilotos mientras descansaban en la Base Aeronaval de Río Grande, ¡como sea!”.

Para tal cometido eligieron a los hombres mejor preparados que disponía Gran Bretaña. Para esta vital operación en la que no podían fallar, emplearían las tropas elite del Escuadrón "B" del Special Air Service (SAS). El plan preveía que tras el sabotaje y aniquilación de los pilotos, la fuerza de comandos británicos buscaría refugio en Chile, su aliado incondicional por aquellos días.

A las 00:15 del 18 de mayo, el teniente Hutchings despegó del HMS Invencible'' a bordo del helicóptero Sea King ZA-290, lo hizo junto a otros comandos élite del SAS.

En plena madrugada patagónica, casi llegando a la costa de la Isla de Tierra del Fuego, mientras navegaban en vuelo bajo sobre un mar embravecido, eran detectados por el radar de vigilancia de Río Grande, hecho que sucedió a unos 20 kilómetros del objetivo a batir.

El piloto del Sea King, próximo a llegar a la costa, observa atónito en la pantalla del sistema de alerta de amenazas (RWS), la aparición de un símbolo en color rojo, el que titilaba en el cuadrante Sur. Esta fue la evidencia y señal de alarma que indicaba lo peor, habían sido detectados por el radar argentino. A partir de ese momento supieron que habían perdido el factor decisivo, la sorpresa.

Del lado argentino, ante el posible ataque, las tropas desplegadas en el terreno y el sistema de defensa aérea, pasan a un estado de máxima alerta.

En pocos minutos el jefe de los comandos debía tomar una drástica decisión, ante la inminente captura si continuaban con la misión prevista.

En vista de la situación imperante, el teniente Hutchings a cargo de la “Operación Mikado”, decide abortarla. El helicóptero se desvía de la ruta planificada, poniendo rumbo directo a territorio chileno, buscando estar a salvo.

​El Sea King volando con la luz de alarma de mínimo combustible encendida y sin alternativas posibles, decide tomar tierra en la playa llamada Agua Fresca, en territorio aliado.

Como último acto de la fracasada misión, abandonan el helicóptero Sea King, incendiándolo, en un intento desesperado de borrar evidencias. De inmediato sus ocupantes se comunican con las autoridades militares chilenas y son recuperados de inmediato.

Los trasandinos rápidamente y en secreto, entregan a los ingleses documentos y ropa civil, retornando sin inconvenientes al Reino Unido. Lo hacen en un vuelo de línea desde Santiago de Chile directo a Londres.

El Ministerio de Defensa británico alega oficialmente que se trató de un aterrizaje de emergencia, negando rotundamente como era habitual, ante un fracaso de una misión, hundimiento de un buque de guerra, derribo de aviones, bajas en la tropa y fallas en la planificación, la real causa de lo sucedido.

Segundo intento

Más tarde, hubo otro intento para resucitar a la hasta ahora fallida “Operación Mikado”. Esta vez las pérdidas fueron mayores, ocho comandos del escuadrón D murieron cuando el helicóptero que los trasportaba cayó al mar, hecho que sucedió pocas semanas después del primer estrepitoso fracaso.

Ante la impotencia de cumplir la orden dada por la Primera Ministra, la señal que llegó desde Londres fue suspender la misión, culminando así otro intento frustrado más, de una potencia que no podía contra un oponente que no solo luchaba con armas, sino también, lo hacía con un corazón valiente, empleando la máxima explotación de los pocos medios disponibles, y sobre todo, evidenciando en cada acto, la garra gaucha y el ingenio argentino para neutralizarlos, sin importar la manera de cómo y cuándo hacerlo.

Los cielos australes estaban bien custodiados

Los radares de Río Grande y Rio Gallegos tuvieron una sobresaliente participación, guiando a varias misiones de cazas lazados como dagas hacia la flota británica. Vigilaban las salidas de escuadrillas hacia los objetivos navales, como así también, bridando una importante ayuda guiándolos durante el repliegue, fase de la misión en la que algunas aeronaves retornaban averiadas por la metralla enemiga, y donde el estrés de perder un compañero durante el ataque, era apaciguado por una voz amigable que los acompañaba, la del “operador radar”, el que los depositaba en la pista de aterrizaje.

La FAS cubrió todos los flancos con inteligencia, distribuyendo lo poco que teníamos de manera estratégica. Un radar lo ubicó en la zona más caliente del conflicto, las Islas Malvinas, el resto de los sensores fueron instalados en puntos vitales a lo largo de la costa patagónica, en las bases de Río Grande (Tierra del Fuego), Río Gallegos (Provincia de Santa Cruz) y Comodoro Rivadavia (Provincia de Chubut), los dos restantes quedaron como reserva y de banco de pruebas en Merlo, Provincia de Buenos Aires.

Nunca bajaron los brazos

En los últimos días del conflicto bélico, encontró al Escuadrón VyCA Malvinas como desde un principio, con el espíritu por las nubes. A pesar de todo, se había mantenido indemnes, con la máxima capacidad de respuesta.

La destacada actuación culminaría con dos días de operación exitosos, aportando apoyo vital a los aviones de combate argentinos. Fueron dos ataques muy emblemáticos y tremendamente dolorosos para un poderoso enemigo, que nos seguía sufriendo.

Con una ocupación casi total de las Islas y armamento antiaéreo por doquier, seguían padeciendo los ataques aéreos, los que no cesaron hasta el último día de batalla.

El día 13 de junio, la posición del estado mayor de las tropas inglesas había sido detectado por el radar de Puerto Argentino. Ubicación que fue delatada gracias al imprudente movimiento de helicópteros ingleses, los que aparecían claramente en la verde pantalla del radar, donde todos descendían en la misma posición. Se trataba de algo evidente, veinte ecos con desplazamiento lento moviéndose hacia una idéntico punto en el terreno.

La importante información de inteligencia detectada fue trasmitida de inmediato. Con la confirmación de este blanco altamente redituable, una letal oleada no se hizo esperar, los feroces halcones serían nuevamente determinantes en otro certero golpe, esta vez, las víctimas serían las tropas inglesas desplegadas en el terreno..

Los Halcones incisivos

Durante la aproximación a la zona de ataque, como era costumbre, hubo un importante aporte del Radar Malvinas. Esta vez les tocaba el turno a los Douglas A-4 B. Siete valientes pilotos de combate ingresaban rosando las olas a la zona caliente. Los esperaban tres PACs de Harriers, ecos que aparecían claramente en la pantalla del Radar de Puerto Argentino.

Una sección se encontraba al Norte de las Islas, otra en Darwin y la última al Sur de Puerto Argentino, alertando de esta peligrosa presencia a los Skyhawks en aproximación a los blancos.

Atentos a la situación imperante, los aviones gauchos se encargarían de propinarle un importante castigo al confiado enemigo, dando muestras, que hasta el último minuto de la guerra, nuestros hombres lo iban a dar todo.

El oportuno ataque sobre el Cerro Dos Hermanas, casi deja sin vida al General Jeremy Moore, jefe de las tropas terrestres británicas, quien escapo por milagro del campamento, segundos antes de que las bombas impactaran en la posición exacta donde se encontraba junto a su estado mayor.

Por los importantes efectos destructivos y bajas durante este preciso bombardeo, los altos mandos británicos decidieron retrasar la embestida final contra Puerto Argentino".

Un duro golpe en manos de los bombarderos Canberra

La sucesión de ataques certeros a las tropas colonialistas por aire, no habían finalizado aun. Los bombarderos Canberra MK-62, con arrojo y valentía, sin ningún sistema de autodefensa y escasa maniobrabilidad, en un territorio prácticamente ocupado por el enemigo, se lanzaron desde el oscuro cielo malvinense sobre los objetivos asignados.

La noche del 14 de junio, siendo las 0:20 horas, las colinas malvinenses se iluminaron por completo. Cumpliendo una misión de muy alto riesgo, y guiados por el Radar de Puerto Argentino, regaron de bombas con precisión quirúrgica las posiciones británicas. Hongos de fuego se sucedían en líneas paralelas, aterrorizando a la tropa colonialista, las que se encontraban lista para el asalto final.

Un hecho histórico

Con esta memorable operación, el último ataque aéreo de la guerra, finalizó la eficiente tarea de este radar que pasó a la posteridad por haber sido imbatible, ante un enemigo que intentó todo por borrarlo de la faz de la tierra, el que disponía de la más alta tecnología, infinidad de medios y muchos hombres perfectamente entrenados para destruirlo, sin nunca poderlo llegar a cegar.

Una vez más, triunfaba el valor, la creatividad y la picardía en su máxima expresión, rompiendo todos los moldes de la guerra moderna.

Sacrificar lo que más querían

Otro detalle no menor, el que habla a las claras del trabajo impecable de nuestros radaristas a lo largo del conflicto, fue un último acto, el que tuvieron que ejecutar con todo el dolor del alma.

Al que trataron como a un hijo, el indestructible radar “Westinghouse AN/TPS-43”, el mismo que sobrevivió siendo uno de los objetivos a batir más deseado por el enemigo, fue sacrificado ante la inminente rendición. Llegaba el momento de inutilizarlo para siempre. Con esta oportuna acción, aplicando una mente fría, privaron que pudiera ser empleado por el enemigo.

En este triste acto, fue sepultado con todos los honores. Se trataba de un héroe hecho de un duro metal, que para sus custodios tenía vida, el que cuando se lo necesitó, siempre estuvo parado firme, el que supo cumplir con creces su cometido durante todo el conflicto bélico.

Seguían aportando

Otro detalle que puso en evidencia la astucia de estos hombres, como lo fue la resistencia en la Segunda Guerra Mundial. Con el cese de fuego y tomados como prisioneros, pudieron actuar escondidos desde el anonimato, sin que se percata el enemigo, arriesgando nuevamente la vida. Operaron clandestinamente desde la estación de radio HF del Escuadrón VyCa Malvinas. Este equipo mantuvo la trasmisión de información al continente desde el aeropuerto de Puerto Argentino tomado completamente por el enemigo, efectuando la última comunicación el 17 de junio, habiendo pasado tres días desde la rendición.

En el mencionado lapso, informaban lo que sucedía en las Islas, tratando de llevar tranquilidad a los familiares y camaradas en el continente.

Lo más increíble de este grupo de patriotas, es que todos los integrantes de un gran equipo, volvieron sanos y salvos, cumpliendo una función primordial, salvando muchas vidas, orientando gran número de acciones bélicas, contribuyendo en la efectividad de muchos ataques a blancos navales y tropas inglesas.

31 de mayo día de la especialidad “Vigilancia y Control Aeroespacial”

Durante la madrugada de este día en el año 1982 , sucedió un hecho que fuera señalado como el bautismo de fuego del “Escuadrón VyCA Malvinas”, el ataque por un Avro 698 Vulcan XM597, tripulado por el experimentado y líder de escuadrilla, Neil McDougall, y las tripulaciones pertenecientes al Escuadrón 50, quienes lanzaron uno de sus efectivos y modernos misiles antiradar AGM-45A Shrike, el que fuera burlado astutamente gracias al accionar en equipo de una maniobra perfectamente orquestada, en la que participaron mecánicos y operadores radar.

Hechos como este y muchas hazañas más, deberían ser incorporados a los textos escolares de historia argentina. Es con seguridad una asignatura pendiente en la que no debemos claudicar, por respeto a nuestros héroes, a los que entregaron sus vidas por todos nosotros y por La Patria.

A destacar

La Fuerza Aérea Argentina, sin especulación alguna, en todas las especialidades, en las islas y en el continente, puso todo lo que tenía para defender lo que nos pertenece y fuera usurpado, material que no era el más moderno, pero estaba perfectamente mantenido, y personal muy bien entrenado. Todo fue gracias al trabajo de un impresionante equipo, con un rendimiento que superó ampliamente las expectativas de cualquier conocedor de esta difícil y dolorosa contienda en oponentes, “la cruel guerra”.

Nadie los ve, pero ellos siempre están. Nos cuidan y nos guían hacia la gloria. Un eterno reconocimiento a los maestros de la vigilancia aérea y queridos camaradas, apodados por los pilotos de combate, con mucho aprecio como: “Los Radaristas”

NO HAY QUIEN PUEDA CON LOS VALIENTES RADARISTAS

VIVA LA PATRIA CARAJO



 
 
 

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