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Momentos mágicos

  • Foto del escritor: Luis Alberto Briatore
    Luis Alberto Briatore
  • 24 jul 2021
  • 6 Min. de lectura


Los mortales a lo largo de un largo derrotero, transitamos por infinidad de situaciones, de las que solo unas pocas pueden ser consideradas como trascendentes. Nos referimos a experiencias decisivas, vividas con mucha intensidad, grabadas a fuego en la memoria para siempre.

Se trata de “momentos mágicos” en los que simplemente nos sorprende la verdadera esencia de la vida, en los cuales logramos un pico muy elevado, tanto de excitación, como de felicidad.

Muchos piensan que este tipo de momentos simplemente ocurren, sin embargo esto no es así.

Cuando deseamos alcanzar una meta y la buscamos intensamente hasta hacerla realidad, es posible crear y disfrutar de un clímax que supera con creces los límites imaginados.

En muchos casos, estos instantes de elevación extrema, pueden estar bloqueados. Las preocupaciones y el estrés mundano suelen ser las principales causas del impedimento.

Nunca debemos rendirnos ante la adversidad, hay que batallar a pura perseverancia por nuestros sueños hasta lograr lo deseado, y seguramente en algún momento, recibiremos el esperado regalo del Universo. Aquel día, disfrutaremos de un momento mágico en el que nos sorprenderá gratamente la verdadera y pura esencia de la vida.

Para sentirlos con intensidad, solo necesitamos abrirnos interiormente, desde el corazón, expandiendo la percepción ante la existencia y reconocimiento de lo sublime.

Los pilotos, unos verdaderos adictos a los sueños, en una estrecha cercanía con lo celestial, tenemos muy presente esta temática en una mente que vuela y vuela, principalmente en los momentos previos a separar los pies de la tierra e ingresar al hábitat que tanto nos apasiona.

Construyendo la felicidad desde “El Principito”

Para relacionar una actividad tan apasionante como lo es el vuelo y asociarla a los tantos momentos mágicos que vivimos, íntimamente ligados a la felicidad, citaremos a esta creación literaria del aviador y escritor francés Antoine de Saint-Exupéri, catalogada como una de las más importantes del siglo XX, la que llega al corazón en el mismo instante de comenzar a leerla, la que pone énfasis en cinco sabias enseñanzas:

1. Lo esencial es invisible a los ojos

“Las cosas importantes son las que no se pueden ver, son las que se sienten”.

Los detalles de la esencia del camino elegido, están en las pequeñas cosas que a menudo pasan totalmente inadvertidas ante unos ojos incrédulos, el secreto es poder llegar a descubrirlas.

En un mundo especial, que es por momentos de fantasía, en el que se entremezcla lo celestial con lo terrenal, percibimos mensajes, gestos y actitudes que nos sirven de ejemplo, son señales que marcan un rumbo a seguir, en la búsqueda por hacer realidad los sueños.

2. “Conócete a ti mismo” y podrás comprender mejor a los demás

“Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo, eres un verdadero sabio”.

En la actividad aérea el ego es una de las peores enfermedades, se trata de una nube que nos enceguece, es el principal culpable de no ver la realidad al momento de adoptar importantes decisiones y tener distintas actitudes.

Con el simple acto sincero de tomar consciencia de quienes somos y comprometernos a ser mejores personas y profesionales cada día, sin llegar a darnos cuenta, iniciaremos el productivo camino de ayudar y compartir todo lo que sabemos, para que el otro sea mejor que uno mismo.

3. “Amor” no es mirarse el uno al otro, sino mirar a todos en la misma dirección

Este punto puede ser un poco difícil de relacionarlo al vuelo, pero si lo analizamos y buscamos un punto de contacto con nuestra actividad, podemos vincularlo con el vital trabajo en equipo. Este es uno de los puntos que a los alados muchas veces nos cuesta valorar y entender su aplicación e importancia dentro una singular actividad.

Debemos tener la capacidad de percibir que no estamos solos y que de nosotros depende el éxito de muchos, a los que debemos cuidar y valorar en su justa medida. Esto que debe ser un sentimiento que sostiene lo cotidiano, se esfuma ante la falta de reciprocidad, o con la equivocada actitud de mirar por encima del hombro a los que nos rodean, interpretando que las labores conexas a la propia, revisten menor importancia.

El hecho de compartir alegrías, experiencias e intereses comunes da sustento y vitalidad al trabajo en conjunto. Respetando estos preceptos, una actividad rutinaria se trasformará en extraordinaria y altamente productiva.

4. “Mantén la ilusión y la inocencia” a pesar de las malas experiencias

En los comienzos, estamos rodeados por un halo de ingenuidad, pero con el correr del tiempo, sufrimos una paulatina metamorfosis a fuerza de golpes, acumulando progresivamente desconfianza. Distintos sucesos nos hacen perder la frescura que guarda la inocencia. Observar, explorar y experimentar lo nuevo que nos ofrece el día a día nos da fortaleza. En muchas oportunidades perdemos de disfrutar lo extraordinario que hay en todo lo que nos acontece, por el solo hecho de desconfiar.

Si bien soportaremos hechos injustos, debemos siempre ver el medio vaso lleno y tomarlo como parte de un proceso de crecimiento y aprendizaje, el que no solo enriquece a la formación profesional, sino también, a la personal.

Todo lo que nos sucede tiene un sentido y esa debe ser la mentalidad que alimenta la ilusión, aunque muchas veces estos hechos escapan a la razón, porque están impregnados de profundos sentimientos.

“Nadie tiene el poder de hacerte sentir mal”. Para disfrutar la magia de lo que tanto añoramos, debemos liberarnos de las ataduras de una armadura consolidada ante la acumulación de hechos dolorosos. A partir de esa trascendental decisión, veremos un mundo fascinante que se abre ante nuestros ojos, el que nos brinda muchas alegrías dignas de poder saborearlas. Burbuja virtuosa, donde los abrazos prevalecen sobre las riñas y las sonrisas por encima de los enojos.

5. “Atrévete a conocer en esencia a las personas”

La obsesión por las “apariencias” nos lleva a construir una falsa imagen, ostentando y utilizando los logros como pedestal para mirar desde arriba a los pares. Nos cubrimos de una coraza antipática e inservible, logrando alejar en lugar de acercar, ocultando como realmente somos.

Exhibir nuestro verdadero yo, es la manera de que vean mi real esencia, una belleza interior más auténtica y sin sorpresas, actitud que seguramente favorecerá la necesaria convivencia.

Es muy común quedarnos con la valoración externa, que es totalmente superficial. Impedimos alcanzar un genuino y rápido conocimiento del otro en búsqueda de la necesaria confianza, en una actividad donde el riesgo siempre está merodeando, y en la que ayudarnos es vital para evitar que suceda lo peor.

Solo podremos alcanzar un óptimo trabajo en equipo si generamos las condiciones necesarias para conocer y comprender la esencia de los que nos rodean.

¿Cómo creo un momento mágico?

La primera premisa es lograr“momentos de elevación”. Son aquellos que sobresalen de lo habitual. Para ello, lo primero que debemos hacer es intentar tapar los huecos en nuestras vidas. Evitar lo desagradable, animándonos a crear situaciones que salgan del guion cotidiano, generando un cambio de actitud que seguro nos van a sorprender.

Los “momentos de percepción” son muy importantes. Aportan revelaciones cuando tropezamos con la verdad. En este tipo de momentos los instructores o maestros cumplen un rol fundamental, ya que son los encargados de darnos un crudo baño de realidad, orientando el esfuerzo hacia un camino correcto. Ellos son los que lograran sacar de nuestro interior lo mejor, permitirán que salgan a la luz revelaciones ocultas acerca del propio potencial, convenciéndonos de que es posible alcanzar el objetivo, a cambio de esfuerzo y sacrificio.

Los “momentos de orgullo”surgen cuando superamos retos. Para generarlos, debemos imponernos metas que nos conduzcan al objetivo que tanto añoramos y deseamos con pasión, el que nos motiva y que seguramente generará orgullo al lograrlo.

Por último, los “momentos de conexión”, logrados en equipo a través de la actividad que desarrollamos. Son los que más vamos a recordar porque involucran a terceros, se trata de un momento social. Para alcanzarlos es primordial contar con un objetivo común, un motivo para que todos los que se encuentran comprometidos den lo mejor.

Logrando sumar estos importantes momentos, disfrutaremos en la justa medida aquello que resulta mágico, quedando vivo en la memoria y disfrutarlo por siempre.

Mis momentos mágicos

Tomando como eje de búsqueda, una férrea vocación, trasformada dentro de una pasión, estos son los momentos más recordados. Son los que mantengo vivos como un faro que ilumina el camino hacia el logro de la próxima meta. Recuerdos de instantes transitados con tanta intensidad, los que se mantienen frescos como si hubiesen ocurrido ayer:

1. Entrega de Uniformes y Sables como Cadete de Primer Año.

2. Jura a la Bandera un 20 de junio en la ciudad de Córdoba.

3. Inspección de pilotaje en el Curso de Aviador Militar.

4. Primer Vuelo Solo en B- 45 Mentor.

5. Entrega de Brevet de Aviador Militar.

6. Egreso como Oficial de la Fuerza Aérea Argentina.

7. Primer vuelo en un avión monoposto al mando del mítico F-86 F.

8. Vuelo Solo en el avión que soñé volar de niño, el fascinante y poderoso Mirage.

9. Tomar conciencia que estaba vivo luego de salir eyectado de la cabina de un M-5 Mara.

10. Cuando se cerró una enorme puerta y comenzaron a abrirse muchas más.

Un refrán que viene al caso y que se identifica con nuestra historia

Muchas frases populares expresan un pensamiento y a la vez enseñanzas que son fiel reflejo de lo vivido. En esta ocasión, y luego de haber podido disfrutar de muchos momentos mágicos, intentando darle dimensión del valor que estos tienen a medida que pasa el tiempo, citaremos a la interesante relación que guardan los buenos vinos con diferentes episodios inolvidables, los que forman parte de la experiencia acumulada en un largo camino recorrido:

MIENTRAS MÁS VIEJO MÁS DIVINO”

O

COMO EL VINO LOS AMORES, CUANDO MÁS VIEJOS MEJORES


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