MUJERES QUE CONSTRUYERON LA PATRIA Y DEFENDIERON SUS DERECHOS DESDE EL CIELO
- Luis Alberto Briatore

- 8 mar 2021
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El Día Internacional de la Mujer, también conocido como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, conmemora la lucha de la mujer por su participación dentro de la sociedad, en pie de emancipación de la mujer y en su desarrollo íntegro como persona. En Argentina, a fines de noviembre de 2020, por unanimidad, se decretó el día 9 de diciembre como “Día de la Mujer en la Aeronáutica”, un proyecto impulsado por la Asociación Mujeres en Aviación Argentina (AMAA).
En el campo aeronáutico como en muchos ámbitos más, la Mujer ha tenido un papel protagónico como precursora de la aviación. Citaremos algunos ejemplos que nos llenan de orgullo como pilotos y también como argentinos, siendo este día la oportunidad para recordarlos.
AMALIA CELIA FIGUEREDO
(18/02/1895 – 10/10-1985)
Hija de Faustino Figueredo e Hilaria Pereyra, Amalia nació en Rosario el 18 de febrero de 1895. Cuatro años más tarde, radicada en Buenos Aires, en una finca cercana a Villa Lugano, donde en el año del Centenario, se construyó el primer aeródromo civil argentino, escenario de las competencias aéreas con que se homenajeó el primer siglo de la Patria.
En 1913, en Villa Lugano, donde ella, con frecuencia, solía acompañar a sus hermanos a presenciar la actividad aérea, Amalia conoció al ingeniero Jorge A. Newbery. Una tarde, al notar el interés de la chica, Jorge la invitó a volar. Entusiasmada, tras evidenciar una natural predisposición para el pilotaje, con solo 17 años, tomó lecciones con el francés Pablo Caistaibert en un avión diseñado y construido por él.
En tiempos del corset, las faldas largas, las polainas patitos y los bastones no es difícil imaginar la resistencia que habrá encontrado Amalia cuando informó su deseo de pilotear el avión sin instructor. De modo terminante, Caistaibert le negó el permiso aduciendo que, además de joven, era mujer.
Pero ella tenía su carácter. Fiel a la vocación se inscribió en la Escuela de Vuelo de San Fernando, fundada por Pablo Teodoro Fels y por otro galo, el instructor Marcel Paillete. Antes de regresar a Francia a combatir en la 1ª Guerra Mundial, Marcel le enseñó los secretos del pilotaje a Amalia Figueredo.
Calificada entre los alumnos más constantes, Amalia satisfizo las pruebas exigidas por la Federación Aeronáutica Internacional. El 1º de octubre de 1914, en un biplano Farman, obtuvo el brevet Nº 58 otorgado por el Aero Club Argentino que la acreditaba como la “primera Aviadora Argentina y de la América del Sur”.
Habilitada, continuó perfeccionándose con giras y exhibiciones. Bajo sus alas vio deslizarse las praderas de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. En esta última, en Rosario, en un domingo de julio de 1915, después de despegar, el motor de su avión sufrió una falla. Ella debió elegir entre caer en el Cementerio o encima del techo de un tranvía de la línea 15. Eligió el tranvía y resultó ilesa.
Tiempo después, Amalia se casó con Alejandro Carlos Pietra y reorientó su vocación. Dejó de pilotear y formó un hogar, pero sin cortar los vínculos con la aviación. En 1928, quedó viuda y con la misma garra que había dominado las leyes de la aerodinámica se abrió camino en el mundo.
En el otoño de su vida, Amalia cosechó las distinciones ganadas en buena ley. Se mencionan las más importantes:
18-ago-1951, Aero Club Argentino la intituló Precursora de la Aeronáutica Nacional.
23-jul-1952, Círculo de Aeronáutica la proclamó Socia Honoraria a perpetuidad.
21-dic-1964, Ministerio de Aeronáutica, le confirió el brevet de Aviador Militar “Honoris Causa”, en el Aeroparque de Buenos Aires. Al terminar el acto, voló sobre la Capital en un reactor MS-760.
12-sep-1968 Uruguay le otorgó el brevet de aviador civil.
19-nov-1968 la Rep. Federativa de Brasil le entregó el grado de Gran Oficial de la Orden del Mérito.
21-ene-1970, por Ley, La Nación Argentina la incluyó en la lista de los Precursores de la Aeronáutica Argentina.
26-nov-1971, en París recibió una medalla de oro y se la designó pionera de la aviación por Les Vieilles Tiges, asociación mundial que los agrupaba.
21-nov-1983, con la finalidad de que su nombre fuera siempre recordado como precursora, la Fuerza Aérea Argentina la designó Capitán de la Reserva y símbolo de las mujeres que cruzaron y cruzan los cielos de la Patria.
Amalia Figueredo falleció el 10 de octubre de 1985.
Se fue, pero nos legó su ejemplo, no solo por la audacia voladora, sino por haber sido una mujer íntegra que vibró en cada acto de su vida con una permanente y alegre juventud.
CAROLA LORENZINI
(15/08/1899 - 23/11/1942)
La primera mujer que obtuvo el título de instructor de vuelo en América del Sur. Aficionada al deporte practicaba salto, pelota, remo, jabalina y hockey. En 1933 inició en el Aeroclub de Motón el curso de instrucción, que le acabó sus ahorros, además de tener que vender su bicicleta y un diccionario enciclopédico. Recibió el carnet de piloto de aviador civil internacional nº 436. El 31 de marzo de 1935 logró: 5381 metros de altura. Quiso ser la primera mujer en cruzar sola el Río de la Plata con su avión, consiguiéndolo el 13 de noviembre en su avión Fleet 51. Sin la ayuda de una brújula, tuvo que apelar a la intuición para sortear la bruma que había en los terrenos cercanos a Carmelo, donde aterrizó.
Ganó varias carreras de regularidad y se inscribió en un curso de alta acrobacia. La tarde del 23 de noviembre de 1941, cuando realizaba una maniobra acrobática, la máquina perdió el control y se estrelló, perdiendo la vida de forma trágica.
Con su férrea tarea, fue un ejemplo y contribuyó al fomento de la aviación civil. Uno de los más importantes logros, fue confirmar la presencia de la mujer en una actividad con predominio masculino. Su vocación la impulsó a superar las limitaciones de género y condición social, y obtener diversos logros.
MAUREEN DUNLOP
(26/10/1920 - 29/05/2012)
Maureen Dunlop nació en Quilmes el 26 de Octubre de 1920. Su madre era inglesa y su padre, un empresario rural australiano que gerenció grandes extensiones con ovinos en la Patagonia.
Viviendo en el sur argentino, Maureen se encariñó con los caballos y se hizo una jinete experta, pero también aprovechó unas vacaciones en Inglaterra para tomar sus primeras lecciones de vuelo. A los 16 años, de regreso a la Argentina, falsificó su certificado de nacimiento para que le permitieran seguir instruyéndose en el Aeroclub Argentino.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, y con 19 años, con determinación y coraje, decidió que iba a apoyar al bando del Reino Unido por ser la nacionalidad de su madre y porque su padre había batallado en la Primera Guerra Mundial. Pero, para unirse al Air Transport Auxiliary (ATA), las mujeres pilotos debían tener un mínimo de vuelo de 500 horas, el doble que los hombres. Entonces ella y su hermana Joan aumentaron sus horas a las necesarias y viajaron rumbo a Inglaterra.
Mientras que su hermana se unió a la BBC, en abril de 1942, Maureen se unió a ATA, siendo una de las 164 mujeres en hacerlo. Entrenada para volar 38 tipos de aeronaves distintas, sus 800 horas posteriores se registraron en Spitfires, Mustangs, Typhoons y bombarderos como el Wellington.
La hermosa Maureen se convirtió en chica de tapa cuando, el 16 de septiembre de 1944, la revista Picture Post publicó una foto de ella sacándose el pelo de la cara después de salir de la cabina de un Fairey Barracuda, demostrando que las mujeres podían ser glamorosas y participar de la guerra al mismo tiempo.
Al final de conflicto, fue calificada como instructora de vuelo en la base aérea Luton antes de regresar a la Argentina.
En nuestro país, instruyó a pilotos de Aerolíneas Argentinas, la Fuerza Aérea Argentina y trabajó como piloto comercial fundando una empresa de taxi aéreo y volando activamente hasta 1969.
Recibió diferentes condecoraciones por sus importantes logros, entre ellos en 2003, el Premio del Gremio de Pilotos Aéreos y el Master Air Piligator de Air Navigator junto con otras tres pilotos femeninas de la ATA.
En 1973, se trasladó con su marido e hijas a Norfolk para criar caballos árabes de pura sangre, además de introducir a los caballos criollos en el Reino Unido. Y allí falleció, en mayo de 2012. En un gran gesto a la tierra que la vio nacer, mantuvo su ciudadanía argentina, incluso pese a la Guerra de las Malvinas de 1982.
Una historia de vida realmente admirable y poco conocida en nuestro país.
Conclusión
Estas mujeres y muchas anónimas a nuestros ojos, supieron con su vocación impulsar y superar las limitaciones de género y condición social. Las que fueron alcanzando en el tiempo, con perseverancia y esfuerzo, diversos logros que día a día están dando sus frutos.






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