Nuestros verdaderos maestros, “los pájaros”, inspiradores de maniobras y escudos
- Luis Alberto Briatore

- 30 may 2020
- 9 Min. de lectura

Volar es un sueño para muchos mortales, también una antigua idea y motivo de inspiración ancestral.
Los primeros bosquejos salidos de una mente creativa e inquieta que sintió el deseo de volar, surgió seguramente en la observación de los pájaros, posibilidad que veían como lejana e inalcanzable.
Aquellos primeros soñadores dieron origen a miles de leyendas relacionadas a esta antigua obsesión, una de ellas y el ejemplo más conocido, proviene de la mitología griega, “Ícaro”.
Leonardo Da Vinci, un verdadero genio, se basó en sus observaciones de la naturaleza para dar forma a muchas de sus ideas y pensó en aparatos para volar que imitaban a las aves.
Avanzamos en el tiempo y hacen su aparición los mentores que finalmente hacen posible que ese sueño postergado durante tanto tiempo se a haga realidad. Fueron los hermanos Wright, cuyos diseños de avión intentaban imitar el vuelo a estos maestros del aire, los sabios pájaros. El 17 de diciembre de 1903, Orville y Wilbur Wright lograron lo que hasta entonces era considerado imposible: “realizar el primer vuelo humano controlado”.

La aviación moderna incorporo muchas innovaciones observando a las aves
El tiempo fue pasando y los distintos diseños de aeronaves imitaron algunas características de las aves, con la atención fijada principalmente en la manera que manipulan las diferentes clases de plumas, ya sea individuales o en grupo, creando superficies de control de vuelo sin desperdiciar nada de energía. Esta manera de manejar el comportamiento aerodinámico guarda una estrecha similitud a la función que cumplen en las alas rígidas los flaps y alerones buscando controlar la aeronave en todo momento, como así también, logrando reducir la velocidad en una aproximación al aterrizaje.
Otro detalle llamativo, está relacionado a los huesos de algunas ellas, los que no son macizos, sino huecos o casi huecos, formando cámaras de aire, característica que las hace muy livianas; por ejemplo, el esqueleto de un águila constituye menos del 10% de su peso total. Detalle distintivo que contribuye a que estas aves sean capaces de volar empleando menos energía que otras y de soportar las fuertes presiones del movimiento de aleteo, especialmente al momento de despegar y al aterrizar.
Inspirados en la forma que toman las plumas primarias de las águilas, las cigüeñas y otras aves mientras se desplazan planeando, lograron diseñar eficientemente aletas, o winglets. Estas contribuyen a que el avión vuele más lejos, lleve una mayor carga, consuma menos combustible y se logre acortar el largo de las alas.
Las lechuzas son aves de vuelo muy silencioso, casi imperceptibles al oído humano, por ello se está estudiando la estructura de sus alas como base para desarrollar aviones que reduzcan significativamente algo muy rechazado por las grandes urbes, la bien llamada contaminación sonora.
En la optimización de estructuras, el estudio del esqueleto de las aves más poderosas, ha suministrado información muy valiosa, facilitando la investigación y el desarrollo de la estructura interna de los planos en los aviones más modernos.
Las aves tienen una capacidad extraordinaria para moverse a través de entornos complejos, como bosques. Lo hacen magistralmente sin chocarse con ramas, como así también, contra otros objetos en un zigzagueante y veloz paso.
El hombre en la actualidad pretende aprender de esta genial habilidad e incorporarla a vehículos aéreos no tripulados de pequeño tamaño, buscando la penetración en cualquier clase de ambiente, logrando así, esquivar toda clase de obstáculos y llegar sin ninguna clase de daños al objetivo.
En la actualidad equipos internacionales de ingenieros y biólogos alrededor del planeta, están abocados a estudiar cómo las aves logran volar tan eficientemente y así poder aplicar esos conocimientos en los diseños de futuros aviones tripulados y no tripulados.
Las aves representan nuestros nobles ideales
El vuelo que desplegamos en un avión de caza, no está centrado en prestarle atención a la historia ni a la investigación, somos más pragmáticos, estamos abocados a conocer como operar un avión en todas sus posibilidades, para luego llegar a disfrutarlo. El motor de la pasión que nos empuja es el vuelo en sí mismo, fascinación y sensación indescriptible de satisfacción que invade el alma, sucediendo principalmente, al movernos con total libertad en el aire.
Copiando con mayor imperfección la destreza en vuelo que nos muestran las aves, buscamos optimizar la performance y maniobrabilidad de la nave que comandamos, moviéndonos en los 3 ejes con suma astucia, buscando un fulminante y agresivo ataque dirigido hacia la presa elegida.
Tenemos muchos ejemplos en todas las Fuerza Aéreas del mundo donde las aves representan a los valores esenciales que gobiernan y rigen la vida tan particular de un Piloto.
En la gloriosa Fuerza Argentina, de la que sigo formando parte hasta que parta de este mundo, las distintas Unidades de Combate se identifican con algún ave de rapiña o cazadora, atribuyéndole virtudes las que debemos imitar. Signos distintivos que marcan el rumbo de nuestro deber ser. Estamos obligados a obrar con autoridad, fuerza, agudeza, rapidez, astucia y valentía, entre otros atributos.
Existen 3 aves que sobresalen por sobre todas, se las considera las más admiradas y a las que tratamos de emular buscando alcanzar muchas cualidades, idénticas y necesarias al momento de cumplir con la principal responsabilidad que tenemos sobre nuestras alas, la de defender a la Patria piloteando un avión argentino:
· El cóndor: Ave de rapaz, es la que vuela más alto en todo el planeta. Surca majestuosamente los cielos de toda la Cordillera de los Andes, recorriéndolas de extremo Sur al extremo Norte. Lo hace con unas enormes alas bien abiertas, en un planeo que lo podemos considerar como perfecto. Desde alturas inalcanzables para ser vivo, nos observa desde una posición privilegiada sin que nos percatemos. Es un símbolo nacional y una de las aves más elegidas en muchos de los aguerridos escudos de nuestra Institución, como así también, en otras hermanas Fuerzas Aéreas de Sudamérica.
· El águila: Una de las aves más representativas de la aviación de combate. La acertada elección es por tratarse de un símbolo de poder, respeto, majestad, agresividad, agudeza y valentía. Depredadora por naturaleza, poseedora de las virtudes con las que debe estar dotado un agresivo cazador del aire. Con una vista prodigiosa, es capaz de localizar a la presa a gran distancia sin que esta lo perciba. Hace su aparición desde la dirección menos esperada y actúa con extrema rapidez, alcanzando a la víctima elegida pocos segundos después de zambullirse como una flecha. Patas musculosas, poderosas garras con las que atrapa y levanta presas de mayor tamaño y peso. Un pico fuerte, curvado y afilado, desgarrando la carne con una facilidad y velocidad asombrosa, dejando fuera de combate a la presa instantáneamente. Características idénticas a las que debe asemejarse el avión de caza que deseamos volar.
· El halcón: Es el ave de presa más veloz que existe sobre la faz de la tierra. Cuando vuela camino a capturar la víctima elegida, cae en picada, empleando ángulos mucho más pronunciados que ninguna otra, atrapándola con movimientos agiles y mediante una rapidez fulminante. Generalmente el halcón es visto como un símbolo celestial con atributos relacionados con el astro sol y el éxito, también, representa el poder de la visión, la sabiduría, agresividad, astucia y con la noble capacidad de defender a muerte lo que le pertenece.
Los Pilotos de Combate, nos movemos en el aire de manera similar a como lo hacen magistralmente las aves, mediante un obligado e impredecible movimiento en los 3 ejes, casi sin limitaciones revolcándonos entre las nubes. Una vez elegida la víctima, detona en una mente lúcida, la indispensable y determinante creatividad, calculando en un instante la futura trayectoria relacionada estrechamente con lo que estimamos disponer de energía. Pergeñamos como ejecutar un ataque certero y efectivo, concretándolo solos o en bandada, con el mismo estilo que nuestras maestras.
Con plena seguridad, podemos afirmar que empleamos permanentemente y en distintas fases del vuelo, las lecciones aportadas por estos destacados miembros del reino animal, dueños y creadores del arte de lo que más amamos en la vida, “volar”.
Lecciones llevadas a la práctica
Navegando: Lo hacemos en altura rumbo a lugares lejanos y en vuelo bajo rosando las olas o la copas de los árboles, buscando la sorpresa como aliada, previo a un ataque certero y mortal.
Evitamos los distintos obstáculos que se interponen en la ruta elegida, esquivándolos con la maestría, ayudados por una muñeca atenta a reaccionar.
Al volar en bandada hacia el objetivo o volviendo de un ataque quirúrgico, nos cuidamos los unos a los otros y buscamos hacerlo respetando en vuelo la misma ecuación empleada por las aves: utilizar la mínima energía para volar con la máxima velocidad, sin desperdiciar nada y donde los ahorros son útiles al momento de superar lo imprevisto, posibilidad siempre al acecho.
Acelerando: Logramos zambullirnos en una picada, ejecutada a la perfección y de manera vehementemente como pocos. Limpiamos las alas de impurezas aerodinámicas, neutralizando comandos una vez lograda una pronunciada actitud de nariz abajo, buscando obtener la velocidad óptima de maniobra.
Tenemos una obsesión permanente, la de ganar mucha energía en el menor tiempo posible, utilizándola para no darle posibilidades de defensa a la presa, una vez que decidimos atacarla.
Tácticas: Las empleamos de diferentes tipos. Lo hacemos mediante un previo análisis, en lo que respecta a la vulnerabilidad del adversario, disponiendo de alternativas ante posibles cambios de situación. Actuamos conociendo perfectamente el modo de acción, sabemos lo que hacemos en cada momento y no improvisamos.
Seguridad: Solo salimos del nido cuando estamos en condiciones de afrontar uno de los más grandes desafíos de nuestra vida en el aire, el volar solos. Lo hacemos absorbiendo y asimilando infinidad de conocimientos brindados generosamente por nuestros padres de vuelo, “Los Viejos Cazadores”. Seguimos al pie de la letra, todo aquello que nos asegura el éxito, y a la vez, sobrevivir en un ambiente hostil, buscando la excelencia y buscando con humildad ser mejores que nuestros sabios maestros.
Oportunidad del ataque: Ideamos y ejecutamos métodos agresivos de ataque similares a los pájaros, buscando dar el golpe mortal en el momento de mayor debilidad, logrando dejar fuera de combate al oponente, minimizando los riesgos que pueden atentar nuestra vida.
Los que dedicamos gran parte del tiempo a volar, desde niños sentimos una marcada admiración por las aves, gusto que perdura por siempre, y que con la madurez alcanzada mediante la experiencia, no solo llegamos a amar con pasión esta increíble actividad, sino que también, aprendemos a respetarla sin pasar los límites.
No nos cansamos de observarlas. Disfrutamos diferentes destrezas que guardan cierta similitud o relación con infinidad de maniobras que dibujamos con nuestro bólido en el aire. Son una verdadera fuente de inspiración y cómo las mejores maestras, nos muestran el mejor camino para desarrollar, al que consideramos el más apasiónate arte, ¡el de saber cómo y dónde volar!
Portamos escudos con dibujos de aves extremadamente virtuosas
Arraigadas desde hace décadas en esta excitante actividad, algunas aves forman parte de la heráldica en los distintos escudos que portamos con orgullo en un buzo de vuelo vistoso y atractivo a la vista de ajenos a la actividad aérea. Atuendo que nos identifica, lleno de cierres y de coloridos escudos o parches, los que guardan interesantes significados e historias que nos sorprenden cuando indagamos acerca de su origen. Muchos están relacionados con aves que son símbolos de distintos valores en una vida honorable.
La Heráldica, como disciplina y recientemente admitida como ciencia anexa a la historia, estudia y explica el significado de imágenes y figuras de los escudos de armas, en nuestro caso, de Escuadrones. Representa un importante, y a la vez fascinante campo de expresión, con ideales que identifican al hombre de armas.
Los escudos, fueron, son y serán algo “esotérico”, parecieran contener verdaderos jeroglíficos, los que guardan un significado oculto desde hace decenas de años, y que pocos recuerdan o saben el secreto acerca del verdadero motivo de su creación.
Todo este folklore en el que se encuentra inmerso el escudo o parche que estamos observando con mucha atención, el que contiene la imagen de un ave, hace que no se trate de un mero pedazo de tela con inscripciones y figuras sin sentido, por el contrario, el honor de llevarlo es coincidente con el significado que inspiraron a sus creadores. También acarrea una pesada historia, escrita con una pluma cargada con sangre derramada al servicio de la Patria. Estos son los escudos que representan a los Escuadrones de la gloriosa Fuerza Aérea Argentina.
Debemos esforzarnos y mucho, si deseamos ganarnos la posibilidad de portalo en un brazo o en el pecho de un uniforme que nos identifica, el buzo de vuelo.
Se trata de otra de las tantas tradiciones seguidas en el tiempo, con las que convivimos a diario y disfrutamos por siempre, el sentido de pertenencia. El Piloto luce el escudo del Escuadrón desde el Vuelo Solo, no antes. Momento sublime, donde el Instructor o Ladero se lo entrega junto al pañuelo en un acto inolvidable y solemne. Esto sucede minutos después de haber domado en soledad y sin ayuda alguna esa tremenda máquina en pleno vuelo. Símbolos representativos de pura historia aeronáutica, marcada por los hombres que lo portaron con honor y orgullo durante mucho tiempo.
El escudo de la Brigada con un cóndor de fondo, bien pegado en un pecho inflado que grita con la fuerza del alma ¡SI JURO! o el parche del Escuadrón con un águila o halcón colocado al costado de un brazo, el que empuja con fuerza un acelerador buscando potencia máxima o maniobrar los comandos con maestría, con la intención de derribar al enemigo invasor, son ejemplos de un acompañamiento de este símbolo, junto a cada acto donde está presente el soldado del aire.
Nuestros escudos con distintas aves, representan algo muy fuerte y con demasiado peso específico, enaltecido por un histórico y profundo significado.
Cuando vemos un escudo, estamos leyendo la historia con letras de oro que perdurará eternamente. Acumula todos los actos heroicos de aquellos que tuvieron el honor de portarlo y el valor de defender nuestra bandera entregando su vida por la Patria.
“55” escudos de Héroes integrantes de la gloriosa Fuerza Aérea Argentina, quedaron firmemente depositados sobre la superficie de la húmeda y blanda turba de las usurpadas Islas Malvinas.
Cóndores, águilas y halcones, bien argentinos y aeronáuticos, construyeron nidos indestructibles y que perdurarán eternamente, hasta la llegada de ansiada justicia, la que vendrá acompañada de la mejor noticia, ¡QUE LAS ISLAS MALVINAS SON PARA SIEMPRE SOLO ARGENTINAS!
Por los héroes que ofrendaron su vida con valentía por todos nosotros y por La Patria, gritemos bien fuerte, ¡NO HAY QUIEN PUEDA, CARAJO!
























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