PARA EL FINAL, LO MEJOR
- Luis Alberto Briatore

- 18 sept 2021
- 8 Min. de lectura
Faltaba un mes para que llegara el tan ansiado egreso de la Escuela de Caza. Luego de pasar casi un año juntos, la relación con los alumnos iba más allá de lo imaginado. Al fuerte lazo profesional, se le agregaba el afectivo. Nos conocíamos perfectamente luego de compartir un intenso proceso con infinidad de clases y casi doscientas horas en el aire codo a codo, compartiendo la estrecha cabina del incansable y rendidor Morane Saulnier.
Tan solo falta superar el patrón de tiro aire-aire. Se presentaba la oportunidad para medir la puntería sobre un blanco aéreo que se desplaza en el cielo y sobre el mar, remolcado por un bireactor.
Disparar sobre el océano tiene sus bemoles. Con la suficiente antelación, es necesario reservar el espacio aéreo sobre una superficie marítima delimitada por poligonales, la que se encuentra perfectamente indicada en la carta de navegación mediante coordenadas. Extensa zona donde la autoridad aeronáutica autoriza a tirar en días y horarios determinados, situada a unas 10 millas / 16 km de la costa.
Durante unos diez días, esta área se trasforma en prohibida para la navegación de embarcaciones, restricción que asegura en un lapso determinado, que en la caída de los proyectiles al mar, no le causen daño a nadie.
El lugar de operación no puede ser mejor, La Feliz, la hermosa y siempre entretenida ciudad de Mar del Plata. La Base desde donde parten los vuelos, está ubicada sobre la costa atlántica, lugar de concentración de la artillería antiaérea, cuya misión en la guerra es la de defendernos contra incursores aéreos. Es una de las especialidades de mayor importancia dentro de la Fuerza Aérea Argentina. Son los mismos que descollaron en la guerra por nuestras Islas Malvinas, provocándole varios derribos a un poderoso enemigo, ganándose el respeto de los temibles Harriers y Sea Harriers ingleses.
Los mejores anfitriones
Aquí se cumple una agradable constante, al llegar un escuadrón aéreo a esta unidad operativa, los artilleros se desviven para que no nos falte nada, dando un ejemplo de cómo se debe comportar un excelente anfitrión.
Con una escala en el Área Material Rio IV, y por fin arribamos a destino. Una bandada MS-760 llegaba desde Mendoza, los a medida que aterrizaban se dirigían a estacionar sobre la calle de rodaje. Por unos días observaríamos a diario una de esas tantas lindas postales aeronáuticas que nos regala la Fuerza Aérea cuando despliega con su material aéreo. En esta oportunidad, la de doce Morane perfectamente estacionados y alineados a 45° con respecto al eje de la calle de rodaje, además de un par de aviones encargados de remolcar la manga o blanco aéreo de tiro, ubicados en la plataforma frente a los hangares de la artillería antiaérea. Estos dos últimos MS-760 eran distintos y muy fáciles de distinguir. Llamados “mangueros”, llevaban sus narices, tanques de puntera de ala y colas, con un estridente color naranja, tonalidad que facilita la visualización sobre el mar.
Una ingeniosa manera de probar puntería
Las escuadrillas de tiro (dos por cada manga o blanco bandera), estaban compuestas por cuatro aviones, volando en dos turnos separados por unos veinte minutos entre cada escuadrilla.
La actividad de tiro tiene lugar dentro de un circuito con forma de hipódromo, en el que solo en los tramos rectos, con una longitud de unos 40 kilómetros, es posible hacer puntería y tirar.
El blanco remolcado por el avión manguero, vuela paralelo a la costa y mar adentro, espacio aéreo que se ubica frente al conocido “Faro Querandí”, situado entre la ciudad balnearia de Villa Gesell al Norte y la Laguna de Mar Chiquita al Sur.
Para cumplir con esta exigente actividad de tiro aéreo, los MS 760 Paris están artillados con dos ametralladoras Browning calibre 7.62 mm (mismo calibre que un fusil FAL), con capacidad de carga total de 600 proyectiles. Apuntamos al blanco mediante una mira móvil (efectúa correcciones al aplicar “G”), función que es solo empleada para tiro aire-aire.
Con el objeto de distinguir a quien pertenecen los impactos, cada avión esta cargado solo con 100 cartuchos (50 por ametralladora), con la punta de los proyectiles pintados de un determinado color. Artilugio que permite diferenciar de quien es cada impacto al pegar sobre el blanco. Al pegar el proyectil, este atraviesa la tela de la manga o blanco bandera, dejando un claro rastro de color, el que es inconfundible, y al que se lo relaciona con un determinado avión, una vez relevados los impactos en tierra.
Este operativo de tiro aéreo, con un entorno atípico, por lo altamente competitivo, motivación para un aguerrido piloto más que fascinante, cuenta con un formato similar a la de una competición de puntería.
Los participantes, alumnos e instructores, a lo largo de cinco turnos de vuelo, demuestran la destreza en pegarle a un blanco que se mueve a una velocidad 250 km/h.
Finalizado el tiro, y ya en tierra, los impactos son contabilizados mediante un pormenorizado cómputo de tiro, guarismos que le dan forma a una cambiante tabla de posiciones, la que es seguida atentamente por los competidores.
Las reglas se cumplen a raja tabla
El piloto del avión manguero, un instructor con mucha experiencia, oficia de “Director de Tiro”. Máxima autoridad y encargado de mantener el orden, disciplina y el estricto cumplimiento de las normas de seguridad en circuito. De un rol protagónico, dentro de sus amplias atribuciones, puede llegar hasta a expulsar al avión reincidente en infringir las normas de seguridad, algo que casi nunca sucede. Lo normal, es que solo muestre un par de tarjetas amarillas por escuadrilla. Otra potestad concedida a la mencionada autoridad, está relacionada al cómputo de impactos. Él es quien determina la autoría de cada impacto, y sus fallos tienen carácter de inapelables.
Finalizado un turno completo de tiro, el avión manguero se dirige a la Base de Mar del Plata, apunta en su trayectoria entre la pista y la calle de rodaje, y con la indicación de la Torre de Vuelo, corta en el momento preciso el cable de remolque, lanzando la manga en el lugar preestablecido, la que cae como un pétalo al costado de la calle de rodaje, desde donde es recogida por los mecánicos armeros para luego efectuar el esperado computo de impactos.
El pedazo de paño totalmente perforado y lleno de trazos con diferentes colores, es luego depositado en la plataforma respetando una condición: “Nadie puede acercarse a ver la manga hasta la llegada del Directo de Tiro”.
Una vez que pisa tierra firme, el comandante del avión manguero se despoja de la función de Director de Tiro y se convierte en juez, decidiendo a que piloto le corresponde cada impacto.
Con una gran lupa en mano, se acerca al paño extendido sobre el piso en un sector de la plataforma de estacionamiento. De repente es rodeado por los protagonistas, para comenzar la importante tarea de ponerle nombre y apellido a cada impacto.
Ante tanto en juego, un simple recuento, se transforma en un evento muy atractivo y pintoresco a la vez.
Este es uno de los tantos ritos cazadores trasmitido de generación en generación, el que le ponen colorido a una actividad netamente guerrera, que también tiene su lado divertido y hasta ocurrente, transformándose en un generador de infinidad de memorables anécdotas, las que perdurarán por siempre en la memoria de los pilotos de caza.
Posiciones en circuito
Tratando de volar con la imaginación, determinaremos didácticamente la ubicación de cada avión en un circuito que está en constante evolución.
Existen cuatro posiciones, número idéntico a la cantidad máxima de aviones que pueden participar del tiro en este tipo de esquema. El objetivo es la práctica de puntería y tiro sobre una manga que vuela en línea recta y manteniendo una altura determinada en todo momento.
Los aviones vuelan dentro de un armónico carrusel, en el que siempre se debe tener a la vista al avión que se encuentra al frente. Por norma de seguridad, si lo perdemos, debemos avisar al Director de Tiro para que nos guie, y una vez a la vista, proseguir normalmente con el circuito.
Ubicación de cada avión en circuito
Mientras el N°1 o Líder acaba de tirar, el N°2 que viene detrás, se encuentra reversando (viraje pronunciado en descenso buscando al blanco bandera o manga), depositando al Morane en la corrida final de tiro. En ese mismo instante, a espaldas del N°2, el N°3 se descuelga entrando desde la posición de mayor altura con respecto al blanco, llamada “percha”. El N°4 está llegando a la percha con la nariz arriba y en ascenso, luego de haber disparado sobre el blanco. Mientras sube, observa como el N°3 baja la nariz para una nueva entrada.
Los cuatro aviones mantienen una distancia equidistante, la que otorga comodidad para alcanzar una correcta curva de persecución sobre el blanco bandera.
Este es un circuito que exige no solo habilidad, sino también control situacional en todo momento. Con la vista observamos principalmente al avión que nos precede, apreciación que nos permite regular la distancia de separación, y con el oído, escuchamos las comunicaciones de cada integrante de la escuadrilla al reportar las diferentes posiciones, información que permite imaginar donde se encuentra cada uno de los aviones en el circuito.
Otra regla de oro que apela a la solidaridad, es no molestar con un circuito inadecuado al avión que viene detrás. Ante esta situación incómoda para el que está a nuestras espaldas, sacrifico la corrida de tiro propia, salto el blanco sin tirar, alargando la distancia entre aviones. Acto de bondad que lo hacemos por el bien del prójimo.
Es un circuito de alta exigencia donde lo más importante, contrario a lo que están pensando, no es pegar en el blanco, sino mantener las estrictas normas de seguridad, obligatorias para todos los pilotos en vuelo, regla general cuando se opera con armamento de guerra.
¿Cómo lograr una buena puntería?
1. La aproximación al blanco es siempre desde arriba, en un suave en descenso y manteniendo entre 20° a 30° con respecto al eje de la manga.
2. Mientras el avión blanco remolca la manga a 120 nudos / 220 km/h, el tiro se realiza con 250 nudos / 460 km/h y manteniendo 2,5 “G” al momento de tirar.
3. La manera correcta de apuntar, es haciendo correr el punto amarillo de la mira o piper en diagonal y bajando. Del vértice superior delantero del blanco, baja al vértice inferior trasero, corto periodo en que se debe presionar la cola del disparador para pegar en el blanco.
4. La forma más conveniente de administrar la munición, es disparando en intervalos cortos, dosificando racionalmente los cartuchos disponibles. Un buen tirador, logra tirar en todas las pasadas de tiro y recién en la última se le acaba la munición.
Los errores más comunes, que nos privan de tirar
1. Curva de persecución adelantada:Aproximar al blanco con mucho ángulo, cortando la trayectoria del manguero casi perpendicular.
2. Curva de persecución retrasada: Acercarse al blanco muy de cola. Situación alto riesgo, ante la posibilidad de pegarle al avión manguero.
3. Curva de persecución por debajo de la manga: Aproximación en la que puedo llegar a impactar con el mástil metálico que mantiene erecto al blanco bandera. Esto puede suceder al salir de la corrida de tiro.
Penalidades
Ante cualquier error detectado por el Director de Tiro, esta autoridad no autoriza a disparar, indicándolo claramente por una comunicación radial.
La reincidencia en cometer distintas faltas es siempre penalizada, ordenando la autoridad que el infractor mantenga 2000 pies por encima de la posición más alta o “percha”. A partir de ese momento el avión penalizado no puede volver a tirar en los circuitos que restan.
Una vez finalizado el tiro, el infractor se reincorpora a la escuadrilla, emprendiendo el regreso a la Base.
Nos vemos en siete días con la descripción un turno de tiro aire-aire!!!





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