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¿Que nos está pasando a los Argentinos?

  • Foto del escritor: Luis Alberto Briatore
    Luis Alberto Briatore
  • 12 dic 2020
  • 12 Min. de lectura

La vida está llena de anécdotas, algunas graciosas que nos hacen cambiar la cara pintándonos una sonrisa al recordarlas, otras que emocionan y unas pocas de algún hecho desafortunado marcado por la tristeza, el que deseamos olvidar.

En esta oportunidad se trata de un episodiomemorable, que sucedió en Denver; Colorado, en los Estados Unidos de América, ciudad ubicada justo en el centro del país del Norte. Esto pasó hace exactamente 6 años.

Fueron unos minutos en los un hecho toco las fibras íntimas, desembocando en una importante reflexión acerca de una vida como argentino y militar.

Mi hija mayor, contraía matrimonio con un honesto y excelente profesional, un médico de familianacido en el Nuevo México. Si bien ellos vivían en un poblado llamado Buena Vista, lleno de ciervos, ardillas y algunos osos que conviven en perfecta armonía con el hombre, en medio de unos 3.000 habitantes, por deseo de la novia, la ceremonia nupcial tuvo lugar en un exótico y hermoso lugar, paraíso desbordante de naturaleza, el muy bien cuidado Jardín Botánico de la ciudad de Denver.

Los 10.000 kilómetros que separan a esta ciudad con tierras gauchas, fue el principal motivo para que solo concurriera el círculo íntimo de la novia a tan trascendente y emotivo festejo nupcial.

Los Briatore y un sobrino que vivía en Los Ángeles, completaba el listado por parte de la joven y deslumbrante esposa, de un centenar de invitados entre familiares del novio proveniente de Alburquerque, Tucson y Santa Fe en Nuevo México, y amigos de la feliz pareja de tortolitosprovenientes de Buena Vista, poblado donde vivían por aquellos días.

Quien escribe, el padre de la niña vestida de un blanco inmaculado, era padrino en la ceremonia religiosa celebrada al aire libre. Como si hubiese estado incluido en el servicio, el día se presentaba ideal, templado y a pleno sol. El verde de la forestación que nos rodeaba, junto al colorido ofrecido por una enorme cantidad de flores, pintaron un entorno ideal para tan trascendente evento.

Como todas las novias, esta no fue la excepción, y entre sus variados deseos, había pensado uno en particular, en el que involucraba a su padre.

Con la suficiente antelación, me había llamado y con una simple frase logró llenar el alma de unaenorme emoción. Quería a su papá entrara del brazo junto ella en el cortejo nupcial, algo totalmente normal. El detalle distinguido, consistía en vestir el uniforme de gala, un regalo que para un padre enamorado de la ternura de su hija, venía directo del cielo.

Chaqueta de un color que desde la primera vez que la lucí, logro deslúmbrame, un cálido blanco tiza. De corbata negra, pantalones azules, zapatos de cuero negro, gorra y sable en mano. Uniforme que luego de un reciente y repentino retiro, traía a la mente muchos recuerdos con variados y sentidos significados. Diferentes imágenes que aparecían de repente al mirarme en el espejo. Fotos que se sucedían en la mente sobre una vida familiar en la que siempre estuvimos bajo la protección de la querida Fuerza Aérea Argentina.

El inesperado alejamiento de la vida que por fortuna había elegido y que tanto amaba, junto a una familia bien aeronáutica, la que supo acompañar al avión que volaba y a su piloto de caza preferido, hicieron que afloraran recuerdos de la gloriosa instituciónque amaré por siempre.

Faltaban escasos minutos para el inicio de la ceremonia. De impecable uniforme social, con un vistoso sable, amigo inseparable desde el egreso como oficial. A mi lado, la mejor compañera, la que elegí para estar juntos toda la vida.

Bajamos del vehículo que habíamos alquilado, nos tomamos el tiempo suficiente para acomodar eldistinguido atuendo, y bajo un sol radiante, en un día totalmente primaveral.

Nos desplazábamos lentos queriendo prolongar la duración de los segundos. Distendidos y felices avanzábamos en cámara lenta, intentando  eternizar este hermoso momento. La ceremonia comenzaba a las 11 horas en punto, y veníamos más que puntuales.

Luego de desplazarnos unos metros en soledad, vemos a una pareja con dos niños pequeños, con toda la apariencia de ser vecinos del lugar, los que venían directo hacia nosotros. Al momento de cruzarlos, ¡Sucede algo inesperado! Detienen su marcha interponiéndose a nuestro paso, actitud que nos toma de sorpresa por completo. Sin otra opción, detenemos la marcha.

Quedamos cara a cara sin comprender lo que estaba sucediendo. La mujer detenidamente observaba conmovida el impecable uniforme. De en su boca se dibuja sonrisa, en un gesto de cordialidad mezclado con admiración, me da la mano, y en un inglés bien cerrado, de sus finos labios salen unas palabras mágicas: ¡Gracias por servir a la Patria!

La estampa inmaculada del uniforme de un militar que creía defensor de su país, los movilizó por completo, pronunciando esa frase única y tan profunda. En cuestión de segundos, en la tranquilidad de una mañana soleada, un misil de flores entraba por la nuca e impactaba directamente en un corazón que era partido en pedazos, la causa,una intensa e inesperada emoción.

Instantáneamente, sin poder impedirlo, la dura armadura de hielo glaciar que rodeaba a un pilotode combate argentino, se derritió por completo.

Una inevitable lágrima cargada con una mezcla de respeto y admiración por esa ciudadana,  la que con solemnidad reconocía con un respeto sagrado aquien sirve a la Patria, cayó lentamente recorriendo visiblemente todo el largo de mi mejilla.

En ese momento sentí un fuerte fuego interno, un verdadero renacer. Instante en me agarre al único salvavidas disponible, la mano de mi esposa, la que apreté bien fuerte de una sentida emoción.

Transformado en el Ave Fénix, el espíritu se elevó surgiendo entre las cenizas, el que en ese preciso momento, solo deseaba volar, y muy alto.

Fue uno de los hechos más fuerte que viví, el que por fortuna se repitió en cinco oportunidades hasta llegar a cercanías del altar.

En medio de en un aplomado avance, herido de amor ciudadano por dentro, intenté tomar el brazo de mi amada hija como si nada hubiese pasado, mientras pensaba, que nada mejor me podía haber sucedido. Todo había tenido lugar antes de cristalizarse otro sueño, este era más importante.

Estos increíbles encuentros fueron con familias que no conocíamos, ciudadanos comunes, los que tenían un factor común, estaban profundamente impregnados por un mismo sentimiento de amor a su país. Saludos patrióticos y de respeto a una envestidura de un desconocido, pero que guardaba una particularidad, representaban a muchos que con arrojo y valentía dieron su vida, defendiendo los principios y valores de una sociedad donde sus integrantes disfrutaban de la libertad, en parte, gracias a esos soldados, una historia con un comienzo parecida a la nuestra, pero que cerraba lamentablemente de otra manera.

Como mencione en un principio, se trata de una anécdota que generó una reflexión, la que realmente logró emocionarme, y a la vez, sacar de una mente aturdida una interesante pregunta: ¿Por qué en mi país no se manifiesta este sentimiento con los que dieron y ofrecen a diario, su vida por la Patria?

Vienen a la mente muchos episodios y situaciones que fueron en su momento difíciles de asimilar e injustas para personas que servimos con honestidada la defensa de nuestro país. Hechos sucedidos a lo largo de una carrera que le falto eso que había visto fuera de la frontera, me refiero a un respeto mayor a una Institución gloriosa y pilar de la sociedad donde abundaban los patriotas y hombres de bien, reconocidos por el mundo entero, incluidos el enemigo.

La guerra nos marcó

Lo primero que viene a la cabeza, es el comienzo del año 1982. Por aquellos días era alumno de la Escuela de Caza. Tuve la oportunidad de vivir la guerra por nuestras Islas Malvinas sin participar, el principal motivo, me encontraba en plena formación como un joven e inexperto piloto de combate.

Por aquellos días no perdía detalle de lo que pasaba, principalmente poniendo mucha atención en la heroica actuación del Escuadrón Douglas A4-C. Habíamos tenido la oportunidad de conocer a todos esos valientes pilotos, compartiendo con ellos solo un par de meses de actividad previo al comienzo del conflicto bélico. Escuadrón protagonista de muchas misiones heroicas, entre ellas, la más emblemáticade la guerra, el ataque al Portaviones Invencible, dañando el corazón, hasta ese momento indestructible, de la flota invasora.

Finalizada la guerra llegaron las repercusiones hacia los protagonistas de esta gesta patriótica, impresionantemente positivas en el extranjero, muy tibias y casi inexistentes en territorio propio.

Este fue uno de los primeros golpes bajos por no decir decepción, momento en el que comenzó a abrirse una herida difícil de curar.

Recibí con sorpresa en los comienzos de una prometedora carrera, la falta de reconocimiento hacia nuestros últimos próceres, los que cumpliendo el juramento sagrado, se habían inmolado por todos nosotros. Algo que no lo podía entender.

Observaba atónito, que los únicos que tomaban conciencia de las proezas logradas por nuestros guerreros, pocas veces vistas en la historia de las guerras aéreas, provenían de países extranjeros. Lo hacían palabras calificadas, salidas de la boca dehéroes, Ases reconocidos mundialmente y añosos combatientes de la Segunda Guerra Mundial.

No caía de lo que estaba viendo, que en el país por el que habían entregado la vida, le diera la espalda.

Masticaba bronca sin maldad, en un proceso silencioso. Veía como los hijos sin padre, esposas sin maridos, padres sin hijos, no recibían una caricia del estado por haber perdido lo más preciado que tenían en la vida.

Se merecían un enorme reconocimiento, porque lo habían hecho cumpliendo el juramento de defender a la Patria.

El tiempo fue pasando y nuestra actividad junto al poder aéreo argentino, comenzó una degradación, laque nunca se detuvo. Aparentaba ser un objetivo de estado mantenido en el tiempo, pero lo extraño era que no estaba escrito.

¡El mensaje llegaba a la familia!

El tiempo siguió corriendo y tuve la gran fortuna de formar una hermosa familia. Fueron tiempos con muchas limitaciones económicas en una búsqueda permanente de poder vivir dignamente. Había que rebuscárselas en un intento por minimizar el efectode muy bajos salarios, gran parte cobrado en sumas no remunerativas. Tenía la apariencia de un castigo, hacia una vocación que el ahogo económico lastimaba pero que no hacia efecto en una llama difícil de apagar.

Fui creciendo y perfeccionándome profesionalmente, en un marco de achique y restricciones permanentes, donde la frase: ¡Nos cortaron el presupuesto! fue moneda corriente.

Paralelamente a la merma en la recepción de recursos, sucedían otros hechos que inyectaban desaliento al sector que orgullosamente pertenezco. Transmisión a la sociedad de un mensaje subliminar y en muchas oportunidades directo, que apuntaba a la denostación por el solo hecho pertenecer a las Fuerzas Armadas, algo que considero es por lo contrario, muy honorable.

Mis hijos fueron creciendo, en un país donde los militares éramos cuestionados en los colegios donde nuestros niños se educaban. He observado y pedido explicaciones a las autoridades escolares por la colocación de afiches con la imagen de un Soldado, la que era acompañada de una frase de desprestigio o trabajos de debate entre niños sobre nuestro rol en el pasado. Una típica generalización que nos caracteriza, éramos expuestos como participes y culpables sin derecho a réplica, para los que solo cumplíamos con nuestro deber, prepararnos para defender a la Patria, ajenos a cualquier  inclinación política.

Observaba como algo habitual, enfoques sobre importantes temas, los que eran dirigidos hacia un niño que se encontraba en plena etapa de maduración. Alertados dentro del seno familiar, teníamos dar explicaciones en más de una oportunidad a mis propios hijos, acerca del rol que cumplía como militar.

Una institución con cimientos indestructibles

En lo que respecta a formación profesional y extender la vida de útil de los distintos sistemas de armas, ante una situación siempre adversa, la institución nunca bajo los brazos, por el contrario, avanzó con lo que tenía y como podía, buscando cumplir el rol. Saco lo mejor de sus entrañas para darnos una capacitación de excelencia y mejorar nuestra experiencia operativa, sin perder el horizonte, la defensa de nuestro cielo.

Si bien el nivel de entrenamiento en vuelo era logrado a fuerza de creatividad y sacrificio, el plantel de pilotos fue disminuyendo año a año. La formación académica era muy exigente y se lograba un excelente nivel intelectual a costo de un  gran sacrificio, sin descuidar las actividades específicas.

Por fortuna, lo que nuca faltaba, y es más, se regeneraba, era el elemento humano, el  que no perdía la esperanza de un recambio de material, con la sana intensión de plasmar una formación profesional, en deseos de superación, sello que nos caracteriza.

Doy fe que nunca paramos de crecer intelectualmente, participando de diferentes cursos, me pongo como ejemplo, obteniendo con mucho esfuerzo una merecida Licenciatura, o estudiandobajo la tutoría institucional en un Máster. Todo apuntaba a ser mejor militar y optimizar el servicio a mi país.

Enfocado en algo que conozco perfectamente, y es mi trayectoria. Como piloto de combate desarrolléuna intensa actividad aérea, a lo largo de muchos años, en diferentes aviones, alcanzando distintoscargos, acumulé experiencia operativa de excelencia y también me especialicé gestión presupuestaria. Luego de superar muchos obstáculos y con un marcado sacrificio, logré volar aviones de alta performance.

Reconozco que todo fue posible gracias a un estadoque confió en mí y a los ciudadanos que con sus impuestos aportaron los recursos insumidos en formación y horas de vuelo, las que fueron cumplidas con dedicación y profesionalismo, cumpliendo con la responsabilidad que correspondía, la de prepararme para un único objetivo, defender la celeste y blanca.

Cuando esos ciudadanos norteamericanos saludaroncon ese hermoso gesto, volví rápidamente al pasado, recordando muchos hechos no deseados, haciéndome la pregunta: ¿Que nos pasa?

Vinieron muchas cosas a la cabeza, y no solo como militar, sino también como argentino.

No valoramos lo que tenemos, descuidamos o maltratamos a nuestras fortalezas, que son muchas. El agravio y la descalificación es una constante. Buscamos siempre un culpable de todos los males,utilizando expresiones de desprestigio que nos pegan a todos por igual, usando de manera despiadada la generalización. No es valorado lo que con mucho esfuerzo hace cada uno en su puesto de trabajo para tener un país mejor.

Después de un mimo en el alma que sucedió muy lejos de aquí, en otro país, dirigido hacia a una persona vestida de uniforme desconocida, habiendo escuchado unas las palabras que resultaron mágicas: “Gracias por servir a la Patria”, sentí que nuestra entrega, en mi país tenía un enfoque ciudadano diferente, el que distaba de ser positivo.

Las diferentes vivencias no como militar, sino como un ciudadano común, cabeza de una familia junto a mi esposa, por muchos años notamos un mensaje, principalmente en la educación y en algunos medios, los que buscaban minimizar nuestro rol como institución y en algunos casos trasmitiendo desprestigio.

Parece algo difícil de creer. Que el primer desfile de nuestros Veteranos de la Guerra por nuestras Islas Malvinas, sucedió hace muy pocos años, el que fue acompañado por una multitud, la que agradecía la participación de esos hombres que ya peinaban canas, los que recibieron emocionados el reconocimiento popular que nunca había tenido lugar.

Como Militar, duele cuando luego de prepararnos y dedicar nuestras vidas con honestidad y conciencia a la defensa de la Nación, todavía se escucha la dolorosa frase: “milicos de mierda”. Un agravio que sin una justa causa, el que nos descalifica a los que con honor y orgullo vestimos un uniforme.

No mentí, no robé, di el ejemplo, estudié para ser mejor profesional, formé una familia digna, vi caer camaradas en combate y en actos del servicio, sacrifiqué a los míos paseando valijas por todo el país cayendo víctima del desarraigo, y me pregunto desde mi puesto de soldado, ¿Porque no somos valorados?

Visión en el tiempo

Con sesenta años como argentino, viviendo en mi país, escuchando de los mayores, cuando se los tenía en cuenta y agregando la experiencia personal, puedo extractar sobre el suelo donde me he criado y desarrollado como persona que hemos experimentado una lamentable involución. De ser un pueblo elogiado por su nivel cultural hemos descendido varios peldaños al respecto. En la tierra donde la opinión de padres y abuelos era respetada, hoy en día es desacreditada y no escuchada. Un país infinitamente rico en recursos naturales y humanos,es cada vez más pobre. Una familia que fue un sello distintivo de nuestra idiosincrasia por los fuertes lazos de unión y fraternidad, cada vez es más atacada su esencia. Una nación donde médicos, maestros y policías eran prestigiosos y respetados profesionales, hoy son maltratados y desautorizados.

Si naciera nuevamente elegiría nuevamente ser oficial de la Fuerza Aérea Argentina, fue lo mejor que me pudo haber pasado en la vida, además haber podido formar una familia.

Desde los comienzos como un joven aviador militar, no he observado otra cosa entre los integrantes de la fuerza, que un fuerte compromisocon nuestro sistema democrático, sintiendo profundamente que los militares somos un pilar fundamental de los intereses nacionales.

Mientras fui miembro activo en la gloriosa Fuerza Aérea Argentina, percibí en mi entorno solo unúnico interés y no el que muchos nos endilgaban intencionalmente para desprestigiarnos.

En todos estos años de servicio a la Patria existió un solo pensamiento, el que nos aglutinaba. Se trataba de algo muy puro, como lo es prepararnos para un fin superior, la defensa de nuestra soberanía.

Pasaron muchos años donde la contante fue la reducción presupuestaria, situación en la que nunca bajamos los brazos, buscando la manera de optimizar lo disponible, tratando de mejorar nuestra formación y entrenarnos enfocados hacia ese loable objetivo supremo, con la vista siempre puesta en el fresco ejemplo de los patriotas que lucharon por nuestras Islas Malvinas. En ellos vimos los militares que soñaron San Martin, Belgrano y Moreno, hombres que ofrendaron su vida queriendo de corazón defender y fortalecer a nuestra Patria.

Este fue un relato distinto a los demás, el que no estuvo estrechamente relacionado al avión, si a una vocación. Algo que tenía adentro porque realmente lo sufrí como argentino. Punto de vista que se torna difícil de comunicar, por una intencionada tendencia a tomar todo como político y con interés espurios que no tengo. Lo mío es algo sincero dirigido solo hacia las futuras generaciones que quieran escuchar otra opinión, las que desearía que amen y defiendan a sus instituciones y solo a una bandera, la celeste y blanca.

 
 
 

1 comentario


Luis Alberto Briatore
Luis Alberto Briatore
12 dic 2020

Una vocación transformada en realidad y al servicio de la Patria!!!

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