🇦🇷“TODO UN SÍMBOLO, LA MEDALLA DE PROMOCIÓN”🇦🇷
- Luis Alberto Briatore
- 26 feb 2022
- 4 Min. de lectura
Los militares actuamos dentro de un orden jurídico, pero fundamentalmente lo hacemos respetando valores, principios éticos y morales, los que exceden el mero cumplimiento de la legalidad. Se trata de una serie de valores que nos sirven de guía en el actuar, los que compartimos y ejercemos, predicados no solo con la palabra, sino también, de una silenciosa y efectiva manera, la del ejemplo.
El “amor a la Patria”, nos estimula a obrar en procura del bien, sacrificando el interés propio por el bien común.
Somos hombres de “honor”, cualidad que impulsa a cumplir los deberes ante la Patria, frente a nuestros camaradas y ante nosotros mismos, siendo el principio fundamental del estilo de vida que con tanta fuerza abrazamos.
Debemos ser “disciplinados”, respetando el orden establecido y obedeciendo la estricta observancia de las leyes, la constitución y los reglamentos militares.
Con “abnegación”, renunciamos a los propios intereses en pos de un objetivo superior, asumiendo las responsabilidades que implica el servicio con espíritu de sacrificio, dejando de lado todo beneficio personal, ofrendando la vida por la Patria, si fuera necesario.
Actuamos con “valor”, superando dificultades, desafíos y peligros que se presentan frecuentemente en la vida militar, la que involucra diferentes actos del servicio. Superamos el miedo con coraje y gallardía, fortaleciendo el carácter y forjando la personalidad.
Somos “íntegros”, al obrar con rectitud y probidad, actuando con honradez, al no dejar dudas sobre el proceder.
La “lealtad” nos impulsa a ser fieles, custodiando y sosteniendo al superior, a los camaradas y a los subordinados.
Mantenemos en nuestro obrar un “espíritu de cuerpo”, el que permite a los integrantes de la institución, estar identificados con valores, intereses y objetivos, los que son adoptados como propios.
Obramos con “profesionalismo”, buscando mantener el más alto nivel de conocimiento, adiestramiento y alistamiento, ejerciendo las funciones inherentes a nuestro puesto con máxima capacidad y compromiso.
Una armadura difícil de penetrar
El ser militar por todo lo expresado, transita una formación repleta de valores, está recubierto de una fortaleza moral y espiritual, la que impide desviarnos de un único y noble fin último, el de defender a la celeste y blanca.
Somos profesionales que vivimos disfrutando un estilo de vida que dista de ser un mero trabajo, el que es guiado por una férrea vocación.
Somos conscientes de que debemos tener la vista fija en una sola bandera y ninguna otra. Aquella que flamea majestuosa, la de dos colores, los que nos identifican como argentinos, colores del cielo soberano. Esa misma que juramos defenderla hasta perder la vida si fuese necesario.
Nuestra vida transita por innumerables lugares, organizaciones y grupos, cada uno de ellos con diferentes características, funciones, costumbres y tradiciones, las que perduran en el tiempo, las que nos identifican y son parte de una historia e idiosincrasia institucional.
La Promoción de egreso
Uno de estos grupos que aglutina, tanto en los años de actividad, como luego, al transitar el descanso del guerrero, una vez retirados de la actividad operativa, es llamado por los hombres de armas de las FFAA como “Promoción”. Formada por todos los egresados en un año determinado, en mi caso, formo parte de la Promoción 47 de la gloriosa Fuerza Aérea Argentina, egresada en el mes de diciembre del año 1981, ocasión en la que comenzamos a lucir orgullosos sobre nuestros hombros, la jerarquía de alféreces, dando comienzo a una apasionante carrera como oficiales en el primer año.
Al mencionar la frase “compañero de promoción”, nos viene la cabeza muchos recuerdos que nos ligan mediante un fuerte vínculo, el que comenzó a forjarse desde muy jóvenes, cuando de cadetes nos esforzábamos por permanecer en la institución aeronáutica que tanto amamos. Compartimos memorables vivencias, las que fueron muy fuertes, y que son recordadas en cada encuentro como si hubiesen sucedido ayer. Anécdotas de todo tipo, las que nos unen por siempre.
En el ingreso a la Escuela de Aviación Militar, allá por el año 1978, nos presentamos 1300 candidatos, ingresando luego de concluir un riguroso examen, solo 300. Pasaron cuatro duros años de formación para que egresaran 126 oficiales argentinos y 7 extranjeros, la promoción más numerosa en la historia de la FAA.
Analizando estos números, podemos percibir perfectamente el nivel de exigencia, representado perfectamente por las palabras voluntad, esfuerzo y sacrificio.
En el periodo de cuatro años, donde afrontamos y superamos muchos obstáculos juntos, el esfuerzo estuvo dirigido en pos de un mismo objetivo, prepararnos como oficiales de la institución para cumplir el juramento hecho en el primer año de cadetes, el 20 de junio de 1978 en la ciudad de Córdoba, el de defender a la Patria y de entregar la vida si fuese necesario, juramento que muchos cumplieron en la guerra por nuestras Islas Malvinas.
Medalla de la Promoción 47
Los fuertes lazos formados en este largo periodo, donde la camaradería juega un rol extremadamente importante, llegan a ser indestructibles, fundamentalmente por todas las vicisitudes que superamos juntos. Vínculos que son de tal solidez, que perduran para toda la vida, manteniéndonos unidos, sin importar el lugar donde nos encontremos.
Como todo grupo que es poseedor de una fuerte identidad, es proclive a crear un símbolo que los distingue, en este caso, lo llamamos medalla de promoción.
Cada componente de esta hermosa figura hecha de plata y diseñada gracias al consenso de todos sus integrantes, guarda un significado específico.
Los integrantes de la “Promoción 47”, a la que pertenezco, lucen orgullosos una medalla de plata, la que responde a la siguiente heráldica:
· La Cruz: es la de los Templarios de la Orden de los Hospitalarios, de origen teutónico.
· El luto de la Cruz: recuerda a todos los muertos en la FAA.
· El Cóndor y sus alas: representa la vigilancia por los intereses de la Patria.
· Cabeza girada y la vista a la derecha del Cóndor: mira siempre a los valores del Occidente Cristiano.
· Laureles: simboliza la Gloria de la Patria.
· Escudo con el Inmaculado Corazón de María: nos protege de los pilares del infierno (Demonio, mundo y carne). Recuerda también, que el 15AGO1978 el Cuerpo de Cadetes de la Escuela de Aviación Militar fue consagrado al Corazón de María y, su inclusión en el escudo, es para recordar ese compromiso asumido, reconociendo a su Majestad como Reina y Madre.
· Numero romano: correspondiente la Promoción XLVII.
Pasa el tiempo y mediante distintos relatos, vamos conociendo de que estamos hechos, ADN distintivo de un particular estilo de vida, de aquellos hombres que por vocación eligieron defender el cielo argentino como integrantes de la gloriosa Fuerza Aérea.
🇦🇷🇦🇷🇦🇷“VIVA LA PATRIA”🇦🇷🇦🇷🇦🇷
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