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TRADICION CAZADORA AL ESTILO BOLIVIANO

  • Foto del escritor: Luis Alberto Briatore
    Luis Alberto Briatore
  • 23 jul 2022
  • 5 Min. de lectura



En todas las Fuerzas Aéreas del planeta mantienen tradiciones que han perdurado a lo largo del tiempo, heredadas de los pioneros de la aviación de combate. Ritos respetados desde hace un siglo, los que van forjando el espíritu y la valentía que caracteriza al piloto de combate. Cada uno de ellos se relacionan a momento imborrable, el que forma parte inseparable de un alma guerra que es capaz de lograr proezas increibles, gracias a una formación integral basada en valores y tradiciones,  un ejemplo cabal de ello, fue la actuación de nuestros pilotos en la gesta por nuestras Islas Malvinas.

Todos los pilotos de caza de la tierra mantienen la esencia de este tipo de festejos, agregándole un toque de idiosincrasia del país donde juraron defender la bandera, hasta el punto de entregar la vida por la Patria si fuese necesario.

En esta oportunidad relataré lo vivido en una memorable experiencia, la de ser parte de la aviación de caza de un país hermano, la Fuerza Aérea de Bolivia, hecho sucedido, previo a ser habilitado como instructor de vuelo.

 

Era un piloto boliviano más

 

Había volado las primeras cuatro horas en un clásico entre los entrenadores, el legendario T-33. De cabina muy espaciosa, confortable y totalmente modernizada, vivía una nueva experiencia excitante, con un importante adicional, lo hacía en una Fuerza Aérea hermana, la Boliviana.

Desde que mis manos tomaron el bastón de mandos y el acelerador de este clásico, descubrí que era un avión muy dócil, ideal para cumplir con la importante función de formar a inexpertos pilotos que ingresaban al mundo de la aviación de combate.

 

Un paisaje distinto

 

Los temas de vuelo se desarrollaban envueltos enun medio ambiente muy diferente al de mi país, experiencia altamente enriquecedora.

La Brigada está situada en la pista de “El Trompillo”, enclavada en el centro de la ciudad de Santa Cruz dela Sierra”.

Al Oeste rodeada de una serie de montañas bajas  tapizadas de monte, y en el resto de los cuadrantes una mezcla de monte y selva. Región complicada para un rescate ante una desafortunada falla irremediable y posterior eyección. El clima era muy agradable, y los 416 metros al nivel del mar, facilitaban la operación al movernos en el aire con una buena densidad del aire, distinta era la situación en la mundialmente conocida pista ubicada en el altiplano, el Alto, La Paz, con 3.640 metros de altura, donde aterrizar y despegar es todo un desafío.

Disfrutaba de una oportunidad única, como buen cazador, podía saborear otras costumbres relacionadas al piloto de combate, las que sonsiempre muy enriquecedoras. Todo trascurría en un momento muy singular de la carrera militar, cargaba en mi espalda una mochila llena de variada experiencia, estaba alcanzando la sima en la carrera de un piloto de combate argentino, siendo este mi último destino operativo en el que pude volar en reactor militar.

 

Un “Vuelo Solo” distinto

 

A diferencia de los usos y costumbres de la aviación de caza argentina, donde este evento inolvidable se festeja en el mismo día del vuelo, aquí el Vuelo Solo se divide en dos momentos. En el primero tenemos coincidencia, es el mismo día del vuelo en soledad, y el segundo gran festejo, tiene lugar en el carnaval, donde todos los que pasaron por esta importante experiencia se los bautiza, ceremonia con un ritual muy original, e inolvidable a la vez.

La celebración tiene íntima relación con las ricas y variadas costumbres del pueblo boliviano, la que se desarrolla en un hermoso y tradicional festejo llamado “Challa”.

Se trata de una tradición ancestral del pueblo Aymara, enraizada en la población boliviana, la que fue adoptada por la Fuerza Aérea para que sea parte por siempre de esta trascendentecelebración.

En ese día, las instalaciones se visten de fiesta. Todo se adorna con colores vivos. Se observan ornamentación festiva por doquier,  banderines, flores, globos, frutas, entre otras cosas.

La celebración sigue un ritual muy interesante. Se trata de un acto espiritual materializado en la ofrenda de la bebida, la comida y la música.

La “ch´alla”, es sinónimo de agradecimiento a la Pachamama o Madre Tierra, por todos los dones recibidos, los que exigen un reconocimiento que se hace efectivo ofreciendo un regalo.

Estaba viviendo un ritual de agradecimiento, en una increíble ceremonia  organizada a la perfección por el Grupo Aéreo de Caza 32, algo que nunca había imaginado.

Para comenzar, los agasajados, todos hijos de la Pachamama, vestidos solo con pantalones cortos y torso desnudo, ingresamos de a uno por vez a un circuito en el que debíamos superar diferentes obstáculos, los que representaban distintos significados, con un factor común, abundancia de tierra, agua y barro.

El espíritu de supervivencia estaba presente a lo largo del entretenido circuito, donde el diablo estaba siempre al acecho, el que con un horquillo en mano, nos arriaba bajo la amenaza de pincharnos ante el menor signo de desgano o lentitud al desplazarnos.

Totalmente extenuado, luego de cruzar la línea de llegada, siguiendo con otro ritual cazador, se bebe un elixir de fórmula secreta y efecto gástrico explosivo.

Agarrando con fuerza un borceguí de cuero lleno de una bebida de composición indescifrable,cerrando los ojos, bebí cumpliendo lo que dicta la tradición, hasta la última gota.

Con un estomago que pedía a gritos algo sólido, en el momento justo, pasamos a una gran mesa colmada de exquisitos manjares.

Cada alimento guardaba un significado especial, en los que se encontraban representados todos los elementos que son parte de la naturaleza, ofrecidos como símbolo de agradecimiento.

El ciclo de Vuelos Solos en la disfrutable aviación de caza no podía cerrar de mejor manera. Disfrutaba de uno totalmente distinto al argentino y con detalles que incluían costumbres del pueblo boliviano. Estaba viviendo otro de los tantos regalos que generosamente a lo largo de la carrera militar, recibía de la institución, a la que estaré eternamente agradecido.

 

Diferentes vivencias

 

Los cinco “Vuelos Solos” que tuve la fortuna de ser participe como aviador militar, fueron asimilados y disfrutados de diferente manera, pero hubo algo que no cambio en ninguno de ellos, y fue la esencia, la misma que alimenta un particular y valiente espíritu guerrero.

Cada uno de ellos siguió y respetó un ritual impregnado de historia, costumbres y profundos sentimientos de íntima relación con la defensa de la Patria.

Los pilotos de combate participamos activamente y con mucha alegría de una tradición que nos hace sentir más fuertes, la que no pertenece a una sola Fuerza Aérea, es patrimonio de todos los pilotos que en cualquier lugar del planeta tuvimos la fortuna de formar parte de un mundo soñado y distinto, el que con ritos como este, de fuerte contenido simbólico y de compromiso, alimentan una tremenda pasión, trasformada en vocación, que nos acompaña durante toda la vida.

Luego de recordar con nostalgia estos momentos llenos de espíritu cazador, no se me ocurre otra cosa más que gritar bien fuerte, convocando a todos los pilotos a imitarme, los que afortunadamente elegimos el vuelo como forma de vida:

 

NO HAY QUIEN PUEDA

 

 

 
 
 

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